Una ministra de España manipuló la imagen que abría un periódico y la distribuyó por redes sociales. Ese es el nivel. Ione Belarra, «miembra» de un Gobierno que dice combatir las «fake news», trucó una portada de ABC. Ese diario abría con una foto de Álvarez Cascos para denunciar un caso de presunta corrupción. Ione decidió «mejorarla» añadiendo al actual líder del PP.
Ione suele atacar a los empresarios. Esto es algo grave a lo que nos vamos acostumbrando: un cargo público señala a un civil. A un civil que crea riqueza y empleo, y que con los impuestos que paga permite, entre otras cosas, que Ione se lleve más de cien mil euros al año. A Ione, como a muchos de nuestros ministros, no se le conoce ocupación en el sector privado antes de entrar en política. Carrerita de psicología y trabajo en ONG. Es habitual. Iceta repitió cinco veces, ¡CINCO!, primero de económicas. Fue entonces cuando decidió entrar en política. El que vale vale y el que no, al PSC.
Una vez tuve un enfrentamiento con Ione en una conexión televisiva porque comenzó a criticar a Amancio Ortega. Al empresario se le había ocurrido donar unos equipos sanitarios para luchar contra el cáncer. ¡Habráse visto! Amancio es una de sus bestias negras. Muchos de esos equipos de diagnóstico tardaron meses en ser utilizados debido a la ineficacia de la sanidad española y a los prejuicios políticos. Por esas dos razones se perdieron vidas. Ione y el resto de podemitas atacaban al empresario diciendo que lo que tenía que hacer es pagar más impuestos.
Amancio paga lo que le pide el Gobierno español, que ya es bastante. Ni más ni menos. Como todos nosotros. Somos el país europeo que más ha intensificado el esfuerzo fiscal de sus ciudadanos. Y en el peor momento. Y seguro que intentará, de forma legal, pagar lo menos posible. No conozco a ningún podemita que haya rogado a Hacienda pagar más de la cuenta, que haya donado nada. De vez en cuando tenemos que leer a algún empresario progre pedir que se les suba impuestos a los ricos. Estaría bien preguntarles cuántos euros extra donan cada año tras pasar por caja. Nadie les prohíbe hacer esas aportaciones.
Ione, la indocumentada, critica ahora a Juan Roig por «forrarse» con la distribución de alimentos y parece olvidar que nadie obliga a los clientes a comprar en su empresa, que paga unos dos mil millones de euros en impuestos. Sus trabajadores, por cierto, están contratados de forma indefinida. El partido de Ione despidió a muchos justo antes de esta última reforma laboral para no tener que hacerles ese tipo de contratos. Roig lleva diez años ayudando a cientos de emprendedores con su proyecto «Lanzadera» y construye un pabellón multiusos para baloncesto y eventos en Valencia. El Gobierno de mi ciudad, conformado por una pandilla de inútiles como Ione, quería imponer el nombre de ese pabellón a Roig.
Roig y Amancio tienen algo en común. Crearon una empresa de la nada que da trabajo directa e indirectamente a varios cientos de miles de españoles.
Yo recuerdo que cuando era pequeño a mi madre le costaba Dios y ayuda comprarnos ropa. Era mucho más cara que ahora. También la comida. Eso, en gran parte, se debe a empresarios como Roig y Ortega, que han optimizado los procesos de producción y logística para bajar los precios. El gran Antonio Escohotado me recordaba siempre que es más importante producir que repartir. Una sociedad que produce acaba repartiendo aunque sólo sea por decantación. A otro nivel siempre se da una tensión parecida entre igualdad y libertad.
En la actualidad, Ione, Sánchez y los suyos no paran de hablarnos de igualdad, un término que suelen usar como excusa para exprimirnos cada vez más y recortar nuestras libertades. Ione tiene una idea extraña de lo que es el esfuerzo precisamente porque no le ha costado nada llegar a ser ministra. Es una malcriada que tuiteó una foto en la que decía trabajar «a la fresca» mientras consultaba el móvil tumbada en una hamaca. Juan Roig y Amancio Ortega no levantaron así sus empresas.