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Abogado. Columnista y analista político en radio y televisión.
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La Agenda 2030 como punto de encuentro

28 de junio de 2022

Uno de los aspectos que suele destacarse de Juan Manuel Moreno Bonilla es “la mano tendida”, ya saben, esa especie de talante positivo que lo lleva a entenderse con todo el mundo. Naturalmente, este entendimiento resulta más fácil cuando se comparte una visión común de las cosas: la política, el Estado, la sociedad… Si las discrepancias se reducen a diferencias en la gestión, todo se suaviza. A fin de cuentas, las discrepancias presupuestarias pueden superarse en aras de un modelo de sociedad compartido. 

He aquí lo más preocupante de la convergencia entre el PP y el PSOE que se viene produciendo desde hace años. Probablemente todo comenzó con Rajoy, que defendía la buena gestión mientras soslayaba las buenas ideas. A medida que pasaban los años, se hablaba menos de valores y más del presupuesto. Al final, cuando los españoles despertaron, la socialdemocracia y los consensos progresistas se habían metido hasta la cocina de la calle Génova. Sin ese proceso, es imposible entender la génesis de Vox

PP y PSOE temen apartarse de los pretendidos consensos en materia de cambio climático, inmigración o “salud sexual y reproductiva”

El progresismo se ha hecho transversal. Es hoy la ideología de las élites globales desde Steve Jobs hasta Úrsula Von der Leyen. Las Naciones Unidas, la Unión Europea y su galaxia de agencias e instituciones son instrumentos al servicio de un proyecto político, social y económico que comparten los grandes partidos tradicionales. Lo representan Emmanuel Macron y Pedro Sánchez, Kamala Harris y Jacinda Ardern. Se diría que, a diferencia del comunismo o del nacionalsocialismo, este progresismo carece de textos de referencia. En realidad, no sólo tiene textos —ahí están buena parte de los documentos emanados de las agencias de Naciones Unidas— sino también relatos y mitos. Este cuerpo doctrinal lo comparten hoy el PP y el PSOE. 

Tomemos, por ejemplo, la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Los dos grandes partidos de España los comparten y se esfuerzan en imponerlos allí donde gobiernan. Ambos partidos temen apartarse, pongamos por caso, de los pretendidos consensos en materia de cambio climático, inmigración o “salud sexual y reproductiva”. Ambos compiten en ver quién diseña con mayor entusiasmo políticas que los apliquen. Ambos comparten silencios en relación con las grandes tragedias de nuestro tiempo como el aborto. 

En este punto, la reciente sentencia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos en el asunto Dobbs v. Jackson nos permite ver hasta qué punto el aborto es un consenso que ninguno de los dos grandes partidos se atreve a atacar. La resolución que ha declarado la inexistencia de un derecho fundamental a abortar ha tenido una acogida clamorosa entre los defensores de la vida y ha desatado una oleada de ira entre el progresismo, que ve cómo un tabú se desmorona. En España, uno de los países que más sufre esta abominación y que atraviesa un invierno demográfico sin paliativos, han proliferado los mensajes de protesta de la izquierda… y los silencios de sus pretendidos adversarios. En efecto, ni Alberto Núñez Feijoo ni los restantes líderes y barones regionales han celebrado lo que es, a todas luces, una victoria del movimiento provida. 

La Agenda 2030, pues, brinda a los socialistas y a los populares un espacio común en torno al cual entenderse

Se dirá que no corresponde a los políticos españoles pronunciarse sobre una sentencia recaída en los Estados Unidos, pero es una excusa de mal pagador. La defensa de la vida es una de las grandes batallas culturales de nuestro tiempo. Resulta difícil creer que unos políticos que jamás pierden la ocasión de ganar aplausos por un tuit guarden ahora ese silencio sólo por respeto o por distancia. No. Ese silencio es cómplice en la medida en que sostiene un falso consenso en torno al aborto

Como en otras tantas cosas, pues, el PP y el PSOE han venido a encontrarse en torno al aborto. Uno haciendo proclamas y el otro guardando silencio. Todos recordamos la oportunidad que Mariano Rajoy tuvo para cambiar el régimen del aborto en España y cómo prefirió mantenerlo casi sin cambios. El aborto, por desgracia, sigue siendo un punto de encuentro entre los dos partidos. 

El aborto, por cierto, forma parte de uno de los ODS; el objetivo nº 3, para ser más precisos. La Agenda 2030, pues, brinda a los socialistas y a los populares un espacio común en torno al cual entenderse por grandes que sean sus diferencias en materia tributaria o presupuestaria. Mientras airean sus discrepancias sobre subidas y bajadas de impuestos, acatan los consensos del globalismo, asumen su lenguaje y repiten sus consignas.

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