«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

La carta de Thierry Breton a Elon Musk

13 de agosto de 2024

La amenazante y sin duda siniestra carta del comisario europeo Thierry Breton a Elon Musk en las horas previas a su entrevista a Trump es un ejemplo del temible estilo de la UE y se suma al ataque que la red social de Musk ha sufrido en el Reino Unido, coincidente en el tiempo con su prohibición en Venezuela.

Lo de Breton no es ninguna novedad: es el paradigma europeo en lo tocante a la libertad de expresión, que tampoco es nuevo; y en ello coinciden la izquierda, el centro y la derecha pepera europea. La libertad de expresión no es un valor absoluto para ellos, se puede limitar o moderar por delitos de odio o por desinformación y en eso hay, sobre todo, discrecionalidad. Ellos determinan qué son las zonas sensibles y, por supuesto, qué es, más o menos, la verdad. O mejor: qué mentira es inaceptable.

Esto no es fascismo ni es comunismo, esto es liberalismo, el estado actual del liberalismo europeo y occidental, porque ese consenso bruselense no es sólo continental, a él se suma el Reino Unido y el partido Demócrata americano (y probablemente el republicano no trumpista). Es el Occidente globalista y woke, por resumir, el hegemónico (banderas de BlackRock, de Hollywood y hasta de la OTAN) que no es sino la degeneración actual del liberalismo.

Conviene entender que no es comunismo y tampoco fascismo, aunque puedan parecerse o tener trazas (podría ser el hijo adulterino que los dos, tras un stage en EEUU, tuvieron en Europa). Pero es una forma nueva, particular, con sus propios contornos.

Es el momento de superar, sin olvidar, esos dos mostruos históricos, superarlos como cuando Ronaldo Nazario marcó ese gol en el Camp Nou pasando entre dos jugadores del Valencia que le cerraban el paso. Le hacían un sándwich, y él puso el turbo y los superó, alcanzando una posición nueva, libre y clara ante el gol. Un nuevo panorama.

Con el sándwich fascismo-comunismo miramos hacia atrás y no al presente. A los lados y no al frente. El liberalismo es ya, en sí mismo, autoritario, antidemocrático, antinacional y antihumano. Tendríamos muchas reservas ante alguien que se nos presentara como comunista o fascista, pero ¿y si empezamos a tenerlas también con los liberales-liberalios?

Esto no nos resulta ajeno. Esta carta a Musk es tan escandalosa que recibirá criticas nuevas en un sector de los autodenominado liberales españoles, en el corredor entre Ciudadanos y Ayuso (el corredor del Henares humanitario de la derecha española). Lo criticarán, por fin, porque es sanchista, suena demasiado sanchista, coincide con el sanchismo (Sánchez es un capataz garboso, un aplicador). Las capacidades para la pirueta en este mundo están acreditadas, pero les va a costar porque aquí, no hace mucho, se pedía un ministerio de la Verdad. Y lo pedía el centrismo racional más eximio, y no los Antonio Maestre (que también). La carta de Breton es un hito pero no es nada nuevo. Es la desembocadura natural del discurso de la posverdad (¿recuerdan?) con el que nos querían explicar todo desde 2016. El problema político era el discurso, el discurso del populismo, esas voces: sus fuentes, sus intenciones, su estatuto lógico e intelectual, etc.

Las redes sociales manipularon completamente las elecciones norteamericanas de 2020, lo vimos todos, pero el silencio fue de camposanto. Grillos se escuchaban solamente, y decían fascista-fascista-fascista… Y esa «cancelación» del discurso, esa intervención preventiva del discurso se ha practicado durante años. La rama libertaria del liberalismo nos explicó estas cosas con el proviso de Locke, la rama progresista con un despotismo ilustrado salonard de chichinabo mediante el cual, en el mejor de los casos, personas como ellas, personas serias, contribuirían a limpiar y adecentar la conversación pública. ¿De verdad que no les suena de nada?

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