«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.
Nacido en Madrid, de madre inglesa, casado y padre de cuatro hijos, es un empresario, abogado y articulista que pasó más de una década inmerso en el mundo de la política madrileña. Sus pasiones son escribir, la empresa y la política.

La centralidad

15 de enero de 2023

Después de las elecciones presidenciales en Francia, La Gaceta de la Iberosfera tituló «Sánchez y Feijoo celebran la victoria de Macron: ‘Gana la moderación y la centralidad'». La centralidad se ha convertido en el nuevo mantra de estos tiempos de precampaña electoral, una precampaña que durará un año con un hito intermedio en mayo como son las elecciones locales y regionales.

Francia y su influencia. Francia y su nefasta influencia como titulaba Arroyo-Stephens su maravilloso libelo. Macron produce mucha envidia entre nuestros líderes del consenso progre. A todos les gustaría imitar su Gobierno tecnocrático, aunque algo escorado a la izquierda y lejos de la izquierda más pura, que se ha quedado en testimonial. Algo bastante lógico desde que la izquierda se dedica a cuidar a los pijos progres y no a quien verdaderamente necesita que le ayude a incrementar sus oportunidades vitales. Los de Macron son gobiernos en los que hay que mantener el statu quo a toda costa.

Por aquí, es tal obsesión con la centralidad que hasta –Spain is different– ha llegado a la extrema izquierda y así la vicepresidenta Díaz –y futura candidata de aún no se sabe muy bien de que, pero desde luego algo que ver con la podemía– proclama que ella también se apunta para buscar la centralidad de las políticas sociales. Utiliza una frase curiosa… y quiere salir de la esquina del tablero. Imagino que se refiere a la esquina en la que le ha metido el macho alfa de la política española, don Pablo Iglesias Turrión.

Este afán de tratar al electorado como un mapa es cosa de hace muchos años. Y es un síntoma evidente de la poca diferencia que hay entre los dos principales partidos españoles. Cuando no había voces coherentes y persistentes, lo que es más importante, se podía plantear que un posicionamiento a última hora, un buen disfraz de moderación atraería a un buen número de electores. Eran cosas de nuestra idiosincrasia electoral. La política de los topógrafos.

Siguiendo esta tradición, las decisiones de Feijoo son coherentes al ceder el protagonismo en el partido al ala socialdemócrata del PP (¡existe!) y a los tecnócratas, y pedir expresamente el voto de los socialistas.  Todo ello forma parte de esta puesta en escena tan influida por Macron y sus éxitos. Este movimiento también implica que parece que los populares desisten de recuperar votos de VOX… para eso esta Madrid y Ayuso, dirán, Almeida va por otro camino. Veremos como conviven ambas estrategias.

Los italianos, a su manera, intentaron algo parecido, aunque mucho más tecnocrático a lo que practica Macron, pero se toparon con la realidad italiana y Georgia Meloni. Incluso en Reino Unido se está intentando algo parecido con un Keir Starmer amacronado frente a unos tories que serían muy parecidos a la señora Le Pen. El sueño de Starmer es mandar a los tories a lo oposición durante unas cuantas generaciones.  

Lo que sí parece que puede ocurrir es que –tras el desastre de Sánchez– la izquierda se convierta en una fuerza o suma de fuerzas muy apartada del poder y con grandes dificultades para reconstruirse como ocurre en Francia, Italia y Reino Unido tras el fracaso de Corbyn.  

Este sistema protagonizado por la centralidad pretende adaptar las cosas para mantener un consenso europeo, un consenso progre, que nos lleva a la ruina. Un consenso que urge reformar de forma esencial para recuperar nuestros valores culturales, sociales y económicos. Necesitamos urgentemente cambiar el rumbo de nuestra política económica para salir de una parálisis que en España se tapa con un endeudamiento público suicida que no resuelve los problemas del estatismo obsesivo que asfixia la sociedad española y cuyas consecuencias son el paro, una educación muy deficiente o el hecho de que la productividad y las rentas de los españoles lleven casi veinte años sin crecer. En esta política de ganar tiempo a base de un endeudamiento público descontrolado coinciden los últimos gobiernos de PP y PSOE.

El afán de la centralidad para que nada cambie se puede topar con la realidad como ya ha ocurrido en Italia. Y la realidad española es que el PP no suma sin VOX. Y VOX no es un partido de ambiciones de gobierno a corto plazo, sino de reforma. Abascal lo repite constantemente cuando proclama el cambio de rumbo que promueve su partido: la Agenda España para sustituir a la tontería para ricos pijos progres de la Agenda 2030. Y añade: quien no quiera este cambio de rumbo que no vote a VOX. Más claro imposible.

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