«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
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La Comisión de Venecia y los hombres

23 de marzo de 2024

La Comisión de Venecia publicó el lunes su informe final, a instancias del presidente del Senado, el popular Pedro Rollán, sobre la ‘Ley orgánica de amnistía para la normalización institucional, política y social de Cataluña’. En principio, en una lectura así por encima, podríamos concluir que no dice que ni que sí ni que no, sino todo lo contrario. Partidaria no es, tampoco es contraria, pero tampoco debiera importarnos demasiado.

Si empezamos por el principio, yo planteo mi primera queja ante la manía tan española de encomendarnos a Europa para que se pronuncie sobre un asunto tan evidente, que no tiene vuelta de hoja y que, diga lo que diga la Comisión de la Ciudad de los Canales, el Gobierno de España va a ignorar si no le conviene. La consulta de la ley de amnistía es tan estúpida como preguntar si matar está feo. Señores, en España sabemos, no todos por desgracia, que acabar con la vida del prójimo en condiciones que no sean de legítima defensa y alguna más es delito. De la misma forma, incluso todos los miembros del Gobierno sabían a ciencia cierta hace un año que amnistiar a los delincuentes del procés era inviable. Todos los sabíamos. El consenso —chupito— aparentemente era total. ¿Para qué pues molestar a esta gente que tendrá sus cosas que hacer en algo que todos tenemos claro que es una compra de votos? Pero he ahí el complejo. ¡Que lo diga Uropa, que lo diga Uropa! Esa visión paleta que tenemos de Europa como superior a nosotros es desquiciante. Lo peor es que, además de paleta, es un riesgo propio de ingenuos. A estas alturas, está claro que cualquier institución europea te puede salir por los cerros de Bruselas, que no son los mejores precisamente. Está Europa como para dar consejos.

El informe final de la Comisión de Venecia lo que recomienda es que haya más consenso —chupito—.Más diálogo —chupito—. Acabáramos. Nos propone como solución que aunemos una mayoría cualificada para aprobar una ley de estas características. ¿Ven cómo no era una buena idea? Por analogía, si alguien propone que se elimine a todos los pelirrojos de España —es un ejemplo cualquiera, no tengo nada en contra de ellos— bastará que sea votado por la mayoría cualificada del Congreso, y entonces estará bien. El poder purificador del voto. Cualquier barbaridad deja de serlo si la vota mucha gente. Esta interpretación de la democracia es ‘súper’. Si tiene usted una licenciatura de Derecho, tírela a la basura. Al contenedor de papel. Por favor, sea ecosostenible, que para eso sí hay pena de muerte casi con toda probabilidad.

Teniendo en cuenta que la Comisión de la bellísima ciudad se inhibe de participar en nuestro debate político —a pesar de la insistencia del Partido Popular como ha hecho con el CGPJ—, no dice ni pío sobre la conveniencia de la amnistía ni entra en la constitucionalidad de la ley de marras, podríamos concluir que la Comisión de la ciudad de los gondoleros nos manda un clarísimo mensaje: arréglenselas ustedes solos que son mayorcitos —o debieran serlo—. Es como cuando el psicólogo —al que debiéramos ir todos por indicación de Errejón— te dice que la respuesta la tienes tú y luego te cobra la sesión. Desde aquí un abrazo a los psicólogos y mi reconocimiento.

Pues bien, después de este breve y muy informal resumen que yo les he hecho gratis et amore del informe de la Comisión de la Ciudad Flotante, lo que más me ha maravillado es la generosa interpretación que nuestro ministro de Justicia, Bolaños, ha hecho: «El informe avala de manera rotunda que pueda existir una ley de amnistía en España para buscar una reconciliación en Cataluña. Nos dice que nuestra ley de amnistía sirve, será útil, es una herramienta constitucional y, por tanto, servirá para abrir una nueva etapa en Cataluña». A esto se le llama comprensión lectora creativa. Que nadie ose poner puertas al campo en la prodigiosa imaginación del ministro.

Bolaños me recuerda muchísimo a aquellos hombres a los que sonríes un poco, eres mínimamente amable, cortés o simplemente no les escupes a la cara, y se van tan felices contando a sus amigos que les pones ojitos y estás loca por ellos. ¿No son adorables?

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