Dice Feijóo que los españoles tienen hambre de moderación. No sé los demás, pero yo personalmente tengo hambre de una paellita valenciana bien regada con algo fresco y caro. Si los que comen hierbas ahora se llaman veganos, los que comen moderación supongo que serán moderanos. Se alimentan de llamamientos a la calma, reparto de etiquetas-ultra, y nobles deseos de políticas sin estridencias. Alguno lleva veinte años ya de dieta blanda y no levanta cabeza.
El problema es que a esta dieta le faltan calorías. Bueno, y proteínas. Y de todo. Es un régimen muy años 90. Pero hoy te lo desaconseja cualquier nutricionista. Todavía una parte del PP cree que España tiene hambre de moderación, cuando lo que dicen las encuestas es que los españoles, hambre, lo que se dice hambre, solo tienen de comerse a Pedro Sánchez. Y de postre, a todo el Consejo de Ministros. Y después de los chupitos, al resto del Club Frankestein.
El romanticismo político es bonito, o al menos en la medida en que el BOE puede considerarse bella poesía contemporánea, pero es quimérico
Por otra parte, dos no se moderan si uno no quiere. No hay nada más radical que Sánchez, que alicata su extremismo con la aleatoriedad de quien carece de ideas propias. El problema de los gobernantes con la cabeza vacía es que finalmente la llenan de cualquier cosa. Y Sánchez la ha llenado de comunismo y separatismo, que es como hacer una dieta vegana pero con chistorra y panceta.
Comprendo que Feijóo desee un parlamento de debates serenos. Algo que, por otra parte, no tuvo en Galicia cuando llegó al poder, que pocas veces se ha visto semejante cantidad de lanzamientos de chapapote nacionalista sobre un mismo partido. El romanticismo político es bonito, o al menos en la medida en que el BOE puede considerarse bella poesía contemporánea, pero es quimérico. No puedes debatir nada serenamente con los que han llegado incluso a pactar con los etarras para salvar su trasero, comprometiendo la seguridad nacional, la integridad moral, y la solvencia institucional de España.
Una composición de lugar necesaria: Sánchez no es presidente del Gobierno, tan solo tiene alquilado el cargo a los comunistas, a los etarras, a los miserables hijos de Sabino Arana, y a los secesionistas catalanes. Lo único moderado en el Consejo de Ministros es el buen gusto.
Moderación, centrismo, política sin estridencias, pactismo, sentido de Estado. La letanía modosa aburre a las ovejas
Y hay algo peor. Apuesto un huevo de anquilosaurio a que las palabras de Feijóo sobre la moderación no van tanto por el Gobierno como por la oposición, insistiendo en la vieja tesis genovesa del extremismo y vandalismo parlamentario de Vox. Sin embargo, debería agradecer a los de Abascal su voz alzada, porque sin ellos en el parlamento nadie haría verdadera oposición a Sánchez a esta hora. Y de esos frutos de desgaste también beberá el PP.
Feijóo podría hacer una prueba en el próximo mitin de masas: que levante la mano el que tenga hambre de moderación; de acuerdo, ahora que levante la mano el que tenga hambre de mordisquear tibia de Sánchez cruda. A la primera pregunta, la nada y el silencio. A la segunda, se sacan los ojos unos a otros levantando dedos como si no hubiera mañana. Moderación, centrismo, política sin estridencias, pactismo, sentido de Estado. La letanía modosa aburre a las ovejas y tiene menos capacidad de movilización que Alberto Casero emulando el cartel electoral porno de Albert Rivera.
Alguien de su equipo a quien aprecio solía repetirme años atrás que el PP es el partido que más se parece a España. Si la oposición quiere parecerse a España debe salir a la calle y comprobar de mi primera mano cómo este aterrador Gobierno está empobreciendo a las familias, desplumando a las empresas, arruinando el Estado y sus instituciones, y vendiendo sus restos en el mercado negro, hipotecando a varias generaciones venideras de españoles que habrán de pagar los platos rotos. Y habrán de pagarlos, Feijóo, con o sin moderación. El resto es ruido.