Armengol es Ábalos travestido de mercadillo. Chanchullera, tabernaria aficionada a las copas de madrugada cuando a todos nos estaban vedadas, protectora de proxenetas y puteros, mereció ir en aquel Peugeot en el que Sánchez recorrió España junto a Ábalos, Koldo y Cerdán. Imaginen las conversaciones. Los planes. ¿Ven a esos cuatro pensando la nueva reforma educativa, en cómo modernizar las administraciones, mejorar la Justicia, bajar el paro, aumentar la productividad o garantizar la igualdad de todos los españoles? ¿O los imaginan amenazando por teléfono, comprando votos y repartiéndose el pastel? Pues eso. Faltaba Francina. Pero la meritocracia sociata hizo el milagro. Y Paqui tiene currículum, vaya si lo tiene.
Para empezar, le preocupa mucho la familia. La suya. Lo primero que hizo al llegar a la presidencia de Baleares fue desbloquear un hotel en el que su churri tenía intereses. Después, su marido pasó de facturar cero euros a ingresar 4,3 millones. La famiglia, de nuevo. La pareja tuvo que desistir de la compra de un palacete en el centro de Palma cuando se supo que era sospechosamente barato. Y cuando se vio obligada a elegir entre ponerse del lado del poder o de unas menores que fueron prostituidas por una trama, Francina, como buena socialista, lo tuvo claro: eligió poder y abandonó a las niñas. Durante la crisis del coronavirus, la Paqui dio el do de pecho. Primero encerró a unos pobres estudiantes que estaban de viaje de fin de curso en el hotel donde se alojaban. Fue muy estricta con ellos…y laxa, muy laxa, consigo misma: la pillaron, cubata en mano, a las tantas de la madrugada mientras los demás estábamos condenados al toque de queda. Luego supimos que también fue laxa con las contrataciones. La trama de las mascarillas sociatas le colocó 3,7 millones de euros en material defectuoso que Francina no sólo no devolvió, sino que intentó colar a cargo de los fondos europeos sabiendo que eran una castaña.
Francina impuso a todos los estudiantes el catalán aunque no fuera su lengua materna. A los médicos se lo puso como requisito para trabajar. Y no le importó que eso provocara que en algunos lugares quedaran plazas desiertas. Expuso un cartel que tildaba a los jueces de machistas y, ya en el Parlamento, no tuvo problemas en que los socios de Sánchez les insultaran. Llegó a Presidenta del Congreso con semejante currículum para contentar a los nacionalistas. Es la tercera autoridad del estado. Tócate las narices.
Su compañero Ábalos ha peregrinado arriba y al fondo de la Cámara, como hizo Tania en su día. Nunca se cayó tan alto desde un banco azul. Pero todo tiene su lado bueno. Ahora el bar está a un metro. Y en esa pequeña cafetería y el saloncito contiguo paseará a salvo. Allí sólo acceden dipus y camareros. Fuera, bajo los focos, nadie se le acerca, se ha convertido en un apestado. Pero… ¿con quien hablará José Luis en esa cafetería? ¿De qué? Y… ¿le seguirá pronto Francina?
