«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
(Santander, 1968). Jefe de Opinión y Editoriales de La Gaceta de la Iberosfera. Ex director de La Gaceta de los Negocios, de la Revista Chesterton y de Medios Digitales en el Grupo Intereconomía. Ex jefe de Reportajes en La Razón. Formado en la Escuela del ABC. Colaborador de El Toro TV y de Trece Tv. Voluntario de la Orden de Malta. Socio del Atleti. Michigan es su segunda patria. Twitter: @joseafuster
(Santander, 1968). Jefe de Opinión y Editoriales de La Gaceta de la Iberosfera. Ex director de La Gaceta de los Negocios, de la Revista Chesterton y de Medios Digitales en el Grupo Intereconomía. Ex jefe de Reportajes en La Razón. Formado en la Escuela del ABC. Colaborador de El Toro TV y de Trece Tv. Voluntario de la Orden de Malta. Socio del Atleti. Michigan es su segunda patria. Twitter: @joseafuster

Yo no me llamo José Manuel

18 de noviembre de 2013
  • Morgana Sanchis alargó el cuello lo que pudo, pero los paraguas de los manifestantes no le dejaban ver a nadie más. Morgana, que en realidad se llamaba Ramira, sabía que en aquella marcha por la vida había seis mujeres con el torso desnudo bajo el abrigo que sólo esperaban la orden de Lucrecia “Madison” Tarazona, la lideresa, para quitarse el abrigo y mostrar sus provocadores torsos.

    La piel desnuda se rozaba con el forro de la pelliza y las trencillas de estambre irritaban a Morgana Sanchis, que se limitó a sacar la lengua en gesto de repugnancia cuando un tipo a su lado levantó un letrero improvisado con kanfort en el que se leía: “La vida es sagrada”. Un segundo después, Morgana vio al otro lado de la calle a María Victoria “Lilith” García que le hizo un gesto con los puños para que aguantara.

    En ese momento, el tipo que iba al lado de Morgana Sanchis se escoró hacia ella y en un susurro le dijo: “Yo no me llamo José Manuel Rebolledo”. Morgana arrugó el ceño. “¿Que no se llama José Manuel? Pues muy bien”. El hombre sonrió. “No, no me llamo José Manuel Rebolledo”. Ramira, eh, Morgana torció la boca. “Vale, muy bien”. El hombre le tocó el codo durante una fracción de segundo: “Te lo digo porque en el fondo tienes cara de buena chica… ¿Quieres saber cómo me llamo de verdad?”. Morgana se encogió de hombros. El hombre asintió con la cabeza. “Me llamo Tarik Mohammed Al-Ansal”. Morgana abrió mucho los ojos mientras detrás de ella, otro tipo se acercó a su cuello y dijo con un voz áspera: “Yo me llamo Ahmed Salaam Zaef”. El de su derecha le tocó el hombro y susurró: “Yo soy Hakimulá Ghulam Jan”.

    Morgana, eh, Ramira Sanchis no dijo nada y trató de tragar la saliva que no le quedaba y echó a correr golpeando personas y derribando paraguas hasta que encontró a Madison Tarazona, la agarró del brazo justo cuando Tarazona comenzaba a bajarse la cremallera del abrigo. “¡Quieta, quieta!” –gritó Morgana. La líder le puso gesto de asco: “¿Pero qué coño haces?”. Morgana, con los ojos abiertos, movió la cabeza de lado a lado: “Estos no son cristianos”. Tarazona subió la cremallera deprisa. “¡Mierda!, ¿seguro?”. Morgana miró por encima del hombro de Madison lo justo para ver cómo aquel hombre que no se llamaba José Manuel Rebolledo le sonreía mientras se abría la chaqueta y mostraba un objeto metálico y curvo. “Seguro” –dijo Ramira, eh, Morgana, mientras notaba cómo se hacía pis encima.

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