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Abogado. Columnista y analista político en radio y televisión.
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Lo que podemos aprender de Abe

22 de julio de 2022

El asesinato de Abe Shinzo -mantengamos el apellido delante como mandan los cánones japoneses- ha conmocionado a todo el mundo libre. Líder del Japón durante dos periodos, fue el presidente de gobierno más joven del Japón desde la II Guerra Mundial. Con él, el Imperio del Sol Naciente se convirtió en líder de los valores democráticos y, valga la paradoja, valladar de Occidente en el Extremo Oriente. Se hizo famoso por su política económica, a la que se apodó “Abenomics” y por su lealtad como aliado de los Estados Unidos y las democracias asiáticas. 

Abe convirtió a Japón en una fuerza política y económica en la región de Asia-Pacífico. Él advirtió de los peligros del desarrollo militar de la República Popular China

Nacido en una familia de políticos conservadores, carismático, capaz de mover a la emoción y al entusiasmo en el mismo discurso, Abe convirtió a Japón en una fuerza política y económica en la región de Asia-Pacífico. Él advirtió de los peligros del desarrollo militar de la República Popular China cuando muchos gobiernos europeos seguían viendo al país únicamente como el mayor mercado del mundo. Abe inspiró el Diálogo de Seguridad Cuatrilateral, que es como se ha terminado denominando a las conversaciones sobre seguridad colectiva en Asia que reúnen a los Estados Unidos, Australia, la India y el propio Japón.

Muchos han señalado su amistad con Donald Trump, pero Abe ya llevaba mucho tiempo advirtiendo de los peligros de la escalada armamentística en la región

Abe quiso reformar la constitución para que Japón pudiera desarrollarse militarmente. A nadie se le escapa el tabú que esto suponía. El recuerdo de la II Guerra Mundial sigue muy presente en el Extremo Oriente. Sin embargo, Abe se atrevió a desafiar la asunción generalizada de que el Japón no podía volver a ser una potencia militar. Si el Libro Blanco de la Defensa del Japón dice hoy, por ejemplo, que “estabilizar la situación en torno a Taiwán es importante para la seguridad del Japón y la estabilidad de la comunidad internacional” o que “las tendencias militares en Corea del Norte suponen amenazas graves e inminentes a la seguridad del Japón”, es porque Abe dio un giro del pacifismo posterior a la II Guerra Mundial al liderazgo en seguridad y defensa en el Extremo Oriente. Muchos han señalado su amistad con Donald Trump, pero Abe ya llevaba mucho tiempo advirtiendo de los peligros de la escalada armamentística en la región cuando Trump llegó a la Casa Blanca. En 2015, por ejemplo, Abe ya se comprometió a acudir en defensa de sus aliados incluso si Japón no resultaba atacado. 

Sin embargo, sería una caricatura pintar al ex primer ministro asesinado como un belicista. En 2020, con ocasión del 75º aniversario de la batalla de Okinawa, expresó verdaderos deseos de paz cuando dijo que “desde el final de la guerra, Japón ha marchado de forma sostenida por el camino de una nación que valora la paz. Nunca repetiremos los horrores de la guerra. Ante las almas de los caídos, hago votos, una vez más, de no desfallecer en nuestros esfuerzos para mantener nuestro compromiso y luchar por un mundo pacífico y rebosante de esperanza”. En ese mismo año, recordando la destrucción de Nagasaki, Abe reiteró el compromiso de Japón con un mundo “libre de armas nucleares”: “la devastación que tuvo lugar en Hiroshima y Nagasaki y el sufrimiento humano resultante nunca deben repetirse. Como único país que ha experimentado el horror de la destrucción nuclear en guerra, Japón tiene la irrenunciable misión de promover decidido, paso a paso, los esfuerzos de la comunidad internacional hacia la consecución de un mundo libre de armas nucleares”.

Abe no cayó en la trampa de pensar que la paz y la prosperidad se consiguen renunciando a la defensa

Tampoco sería justo presentar a Abe como un simple “nacionalista”. Creo que, puestos a caracterizarlo de algún modo, el término “patriota” le sería más aplicable. Sin duda, amó a Japón apasionadamente. Afirmó el interés nacional de su país allí donde pudo, pero no a cualquier precio. Antes bien, lo comprometió con sus aliados y fue fiel a las obligaciones adquiridas con ellos. El primer ministro de la India, Narendra Modi, le dedicó unas palabras muy sentidas en las páginas del Japan Times: “Toda reunión con Abe-san [el señor Abe, en japonés] era intelectualmente estimulante. Estaba lleno de nuevas ideas y de inestimables conocimientos acerca de gobernanza, economía, cultura, política exterior y otras muchas materias”. Abe no era un talibán del patrioterismo, sino un verdadero líder nacional reconocido por sus iguales. 

Sin embargo, Abe no cayó en la trampa de pensar que la paz y la prosperidad se consiguen renunciando a la defensa. Advirtió antes que muchos -es importante insistir en esto- que las amenazas de nuestro tiempo no se afrontan sólo con medidas económicas o políticas. Es necesario invertir en la defensa. Es preciso prepararse para defender no sólo la patria, sino a los aliados. Hace falta preparar la guerra para mantener la paz.

Es una reflexión valiosa para la actual hora de España. 

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