«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Alfonso Ussía Muñoz-Seca. Madrid 1948 Escritor. Premios. Mariano de Cavia, González-Ruano, Jaime de Foxá y Baltasar Iban. Especial Ejército, Fundación Guardia Civil y FÍES de periodismo. 53 libros. Distinciones. Gran Cruz del Mérito Naval. Gran Cruz de la Orden del 2 de Mayo. Medalla de Oro de Madrid. Cruz de Plata de la Guardia Civil. Entre ABC, Tiempo, Época, y La Razón, más de 20.000 artículos. Pluma de Plata y Pluma de Oro.
Alfonso Ussía Muñoz-Seca. Madrid 1948 Escritor. Premios. Mariano de Cavia, González-Ruano, Jaime de Foxá y Baltasar Iban. Especial Ejército, Fundación Guardia Civil y FÍES de periodismo. 53 libros. Distinciones. Gran Cruz del Mérito Naval. Gran Cruz de la Orden del 2 de Mayo. Medalla de Oro de Madrid. Cruz de Plata de la Guardia Civil. Entre ABC, Tiempo, Época, y La Razón, más de 20.000 artículos. Pluma de Plata y Pluma de Oro.

Los cataleños

25 de abril de 2021

Barcelona es –o era, antes de la vulgar era Colau-, una ciudad guapa, rica, muy bien hecha, con el atractivo estético y panorámico de la mar. Una mujer despampanante, pero sosa, y en la actualidad, amargada. Madrid es irregular, monumental, ciudad de barrios, alegre y abierta a todos los visitantes. No tiene mar, pero es la mujer atractiva por definición. La belleza por sí sola es cansada, y el atractivo se renueva, mejora y gana con los años. Muchos, salvando las distancias romanas, comparan a Barcelona con Milán y a Madrid con Roma. Y no. Ni Barcelona es Milán ni Madrid es Roma, aunque su riqueza monumental, artística, y arquitectónica sea de las más caudalosas de Europa. Si la Sagrada Familia de Gaudí se hubiera levantado en suelo madrileño, no sería un monumento excesivamente visitado por el turismo. Se consideraría un templo curioso, original y poco más. Madrid no tiene mar, pero en sus alrededores se alzan los Reales sitios y sus bosques y jardines infinitos. El Escorial, La Granja de San Ildefonso, Aranjuez, Riofrío, El Pardo… Por otra parte, el mar es un adorno precioso, pero las más impresionantes e históricas ciudades de España no cuentan con la presencia de ese adorno, porque no lo necesitan. Sevilla, Córdoba, Salamanca, Toledo, Ávila, Segovia, Santiago de Compostela… 

Los catalanes, especialmente los barceloneses nacionalistas, padecen de una envidia incurable, una metástasis de envidia que no pueden controlar

En Madrid no hay rencores. Ahí está la plaza de Dalí, al que Barcelona ha condenado al silencio por manifestarse español, monárquico y catalán. Y los grandes museos, desde El Prado al Thyssen, pasando por el Reina Sofía, el Arqueológico, el Naval, el Lázaro Galdiano, el Sorolla, las Descalzas Reales, y el portentoso Palacio Real. Se dice que el mayor pecado español es la envidia, y me gustaría matizarlo. La síntesis de la envidia es la de Barcelona a Madrid. Les duele la capitalidad y la sabiduría de la Corte. La Villa y Corte. Madrid con 100 euros en el bolsillo es mucho más aprovechable que Barcelona con 1000. Conozco a pocos sevillanos, castellanos altos y manchegos, caracterizados o apresados por su envidia. Los catalanes, especialmente los barceloneses nacionalistas, padecen de una envidia incurable, una metástasis de envidia que no pueden controlar. Y he trabajado los últimos años con el más envidioso de los catalanes, que para colmo, no es nacionalista. El F.C. Barcelona es más que un Club, y el Real Madrid es sólo un Club, pero el más no disimula su envidia por el sólo. La guapa nada tiene que hacer si es comparada con la atractiva. Por mucho que se pinte, por mucho que enseñe, por mucho que hable, termina desconsolada de envidia hacia la atractiva, que se pinta poco, enseña lo que quiere y habla con la vieja gracia de la Corte. Gracias a los envidiosos, Madrid se está convirtiendo en la ciudad elegida por los desertores de la aldea, porque Barcelona, esa grandiosa ciudad, ha descendido intelectual y culturalmente a la aldea y el campanario. No es justo que se hable de la envidia española, cuando ésta es singularmente un defecto regional. La envidia catalana, acomplejada, iracunda, devoradora y metastática. Si la envidia es española, Barcelona es la ciudad más española del mundo, y lo seguirá siendo.

La envidia puede llevar a los envidiosos hasta la frontera de la perversidad. Lo hemos comprobado con la actitud feroz e inhumana de las vacunaciones. La Generalidad de Cataluña ha vacunado al 100% de los Mozos de Escuadra – los idiotas de los medios de comunicación no catalanes han caído en la trampa y escriben “Mossos”-, y solamente a un 15% de los guardias civiles y policías nacionales destinados en Cataluña. Hasta ese grado de miseria, también flor de la envidia, han llegado los responsables de la Salud Pública catalana. 

Es mucha la antipatía, el odio, los desprecios, las injusticias y el desdén que hemos soportado los madrileños de los nacionalistas envidiosos en los últimos años

Nadie que envidia tiene capacidad para sentirse bien y medianamente feliz. La felicidad no es plena, porque solamente los tontos pueden acceder a la plenitud. Pero a esa aproximación a la placidez no se puede llegar con la envidia paleta y corrosiva como único valor. Es mucha la antipatía, el odio, los desprecios, las injusticias y el desdén que hemos soportado los madrileños de los nacionalistas envidiosos en los últimos años. Y lo hemos hecho porque creemos que son nuestros compatriotas y nuestros hermanos, y que algún día se liberarán de sus complejos. Pero hoy por hoy, Madrid y Barcelona han dejado de ser comparables. El envidiado no está obligado a comprender al envidioso. Madrid se limita a recibir con los brazos abiertos a los buenos catalanes, que no son pocos. Y en lo suyo, admirables. Los cataleños.

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