«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Los idiotas del horror

8 de octubre de 2013

A Pío Moa le han colgado más etiquetas que a un maniquí de la calle Preciados, pero en ninguna de ellas se le acusa de tibieza, porque su discurso es cristalino hasta el extremo. Algunos domingos nos visita en la radio, en una recreación incruenta del fuerte de Baler que llamamos Los últimos de Filipinas, no porque tengamos delirios heroicos, sino más bien por comunión con esos versos de Marzal con los que se identifican tan fácilmente los noctívagos: “Deberías marcharte. La fiesta ha terminado./ Helada y sucia ya se anuncia el alba/ con su oscuro cortejo de presagios.” De hecho si fuésemos más sinceros le cambiaríamos el nombre al programa para plagiar el título de ese poema: los últimos de la fiesta.

Pues en el guateque de este domingo vino Moa a explicar la vinculación de la izquierda con el terrorismo, que es uno de sus argumentos más escandalosos. En el micrófono nos decía el historiador que todos los partidos zurdos de España habían tenido su pasado terrorista, y los enumeraba luego con datos, y cifras, y citas. Después de quedarse muy a gusto contaba que cuando hace esas afirmaciones en las redes sociales siempre hay algún listo que pretende ponerle en un aprieto, y que le inquiere: “Dice que todos los partidos de izquierda tienen un pasado terrorista, pero ¿y usted mismo?” y el gallego se frota las manos porque le ponen a huevo el remate final de su tesis: “Sí, es que yo fui de izquierdas”. Lo fue muchísimo.

“En esta época de locos nos faltaban los idiotas del horror”, cantaba hace décadas Batiatto, quizá después de escuchar el estruendo de alguna bomba –porque Italia también tuvo sus años del plomo. Aquí la semana pasada pusieron dos kilos de pólvora en el Pilar, y en esta han destrozado un ayuntamiento gallego. Cuidado con el retorno de los idiotas del horror, o con el regreso de la izquierda a sus raíces, que va crecida viendo que los últimos cascotes del Muro no han terminado de sepultarla.

Para justificar la bomba de la Basílica, los terroristas decían que aquello era un símbolo fascista, que incluso –textual– “la había visitado Franco”. Y nos enteramos de que al alcalde de ese ayuntamiento que han volado, le acusan también de mirar con simpatía el régimen anterior. Pues entre una bomba y otra, a propuesta de Izquierda Unida, toda la izquierda parlamentaria pedía al Gobierno que se incluyera en el Código Penal el delito de “apología del franquismo”. Es como si estuvieran revisitando a Lenin: “Contra las almas la mentira, contra los cuerpos la violencia”.

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