«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Los paseíllos de Rajoy y Griñán

29 de agosto de 2013

Es bien diferente ser líder que estar de líder. El líder real actúa ejecutando acciones propias de su condición ante las que la ciudadanía responde de modo natural. Por ejemplo, siguiéndole. Estar de líder, desempeñar ese rol, exige ejecutar artificialmente acciones que se consideran propias de un líder y obviamente preparar la escenificación de la respuesta para que el resultado aparente el liderazgo ante la opinión pública. O la simulación se hace muy bien o el ridículo está garantizado. Exactamente lo que ha hecho el presidente.

Rajoy ha terminado su verano con un paseíllo por el bosque –nada taurino y sí muy ridículo– para que los ciudadanos admirásemos cómo al líder se le arremolinan las gentes cuando sale a pasear. Para que los ciudadanos percibiéramos que Rajoy existe y tiene un carisma arrebatador, convocaron a los medios de comunicación para no comunicarles nada. Sólo se les citó para que el pueblo viera al presidente paseando en vacaciones –con seis millones de parados– arropado y acompañado por sus seguidores. Seguidores convocados en tiempo y hora, con recomendación de estilismo, para caminar ochocientos metros detrás del líder. Espontáneos seguidores que viven y cobran porque Mariano Rajoy está donde está. Un ridículo montaje que me recordó el episodio de los seguidores de la sandalia de los Monty Python en La vida de Brian. También a una copia, en cutre, de las movilizaciones obligatorias de exaltación del líder carismático en la tiranía coreana. ¿Quién en el Gobierno o en el PP ha perdido la cabeza?

El paseíllo de Rajoy fue ridículo pero el que está protagonizando Griñán es vergonzoso e indignante. Su recorrido desde la Presidencia de la Junta al escaño en el Senado es el paseíllo de la cobardía. Huye de sus responsabilidades para esconderse en el aforamiento del Senado. Todo menos que la Justicia actúe contra él por sus más que presuntas responsabilidades en el aberrante caso de los ERE falsos de Andalucía. Griñán hace su paseíllo contando con todo el apoyo y la complicidad de su partido que, lejos de sonrojarse, le jalea y pone como ejemplo de gestión y desprendimiento. Su paseíllo nada tiene que ver con un “cambio generacional” y mucho con la ocultación, la cobardía y la peor utilización de los escandalosos privilegios que se autoconcede la repugnante casta política. Privilegiados que reivindican ser como nosotros: ciudadanos normales. Ja.

Ahora ya sabemos un motivo más por el cual, en los recortes de la Administración que pedimos los ciudadanos, jamás se plantean cerrar el Senado. Además de ser un cementerio de elefantes, bien pagados, es el zulo donde el PSOE protege a sus presuntos chorizos. Que vayan haciendo sitio para la UGT.

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