«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

El Magnate que era una de las Cabezas del NOM

21 de marzo de 2017

Ayer lunes, 20 de marzo de 2017, el magnate David Rockefeller falleció de muerte natural a los 101 años de edad. Una de las figuras más insignes de la construcción del luciferino “Nuevo Orden Mundial” tendrá que rendir cuentas al Juez Supremo sobre lo que hizo en esta vida.

El “filántropo” y “humanista” que intoxicó la sociedad

Rockefeller, no solamente éste sino también sus antepasados, es una de las familias que forman la piedra angular del llamado NOM, el Nuevo Orden Mundial. Con todo su inmenso poder y fortuna han querido moldear a la humanidad a sus antojos e intereses. Durante siglos han estado trabajando para construir el mundo que tenemos hoy, aunque es un mundo que aún no ha sido terminado de configurar en su ingeniería social.

David Rockefeller fundó y financió decenas de organizaciones que supuestamente beneficiaban a la humanidad, así ganándose el título de “filántropo” y “humanista”. Ante las cámaras y la prensa oficial este hombre contribuía a la construcción de un mundo mejor, donando millones y millones de dólares cada año para socorrer a los necesitados y contribuir a la justicia de un mundo mejor. Nada más lejos de la realidad.

Rockefeller fundó y financió una buena parte de las organizaciones que se han dedicado a sembrar todos los grandes males que forman el mundo contemporáneo. Fue promotor de las fuerzas mundialistas que políticamente controlan el planeta. Fue promotor de las fuerzas globalistas que a través de la banca internacional y de las grandes corporaciones controlan económicamente el mundo. Fue uno de los fundadores del “Bildelberg Club”, de la “Trilateral Comission” y del “Council of Foreign Relations”, para más inri. Por hablar de organizaciones más o menos conocidas y no mencionar las sociedades secretas a las que pertenecía.

Luchó por extender el aborto, la eutanasia y la esterilización masiva por todo el globo terráqueo, con el objetivo de reducir la población mundial. La eugenesia fue otra de sus grandes obsesiones. Los recortes de libertad que ha sufrido Occidente en los últimos años, con la excusa de “hacer de este mundo un lugar más seguro”, han tenido la mano de Rockefeller por autor, junto a algunos otros de sus compinches. La extensión del feminismo, del homosexualismo, del transexualismo, de la ideología de género entera, con el objetivo de destruir la familia natural y minar la sociedad, fue una de sus misiones. La lucha por destruir las naciones, las soberanías, las patrias y las identidades culturales estuvo en el centro de su atención. El gobierno mundial de planificación centralizada que controlaría a una humanidad debilitada moralmente y espiritualmente era el objetivo de sus miras. Dicho gobierno ha de ser totalitario, y no solamente haciendo gala de un poder político unificado sino también con un banco central mundial y una moneda única para todo el orbe que sean controlados por las mismas manos. A esto dedicó toda su vida el señor Rockefeller.

El magnate de una fortuna enorme y ancestral

El fallecido Rockefeller fue durante décadas el jefe del Chase Manhattan Bank. También es nieto del fundador de Standard Oil Company, John D. Rockefeller, uno de los primeros billonarios de la historia de Estados Unidos. David por supuesto nació en cuna de oro y creció entre los mayores lujos que el ser humano podría imaginar. No obstante no fue un niño caprichoso y malcriado, sino que recibió la educación financiera y empresarial más sofisticada de la que un joven podía disponer. No heredó una fortuna para malgastarla o derrocharla, por supuesto que no. Hombre inteligente y sagaz, bien educado en el arte de hacer dinero, aumentó mucho la fortuna familiar heredada.

En la revista Forbes siempre apareció como uno de los hombres más ricos del mundo, acumulando un capital de 3.000 millones de dólares, pero eso es tan sólo la versión oficial y el capital público, conocido y declarado, ya que muchos sabemos que la mayor parte del dinero se esconde en corporaciones pantalla y sociedades off-shore, con lo cual su fortuna real podría ser de un tamaño colosalmente mayor. David Rockefeller nunca fue del perfil de aparentar o de exhibir su fortuna, como lo son otros millonarios. Todo lo contrario, buscaba siempre estar “debajo del radar” y pasó lo más desapercibido posible, dentro de lo que cabe.

Algunas de sus frases más significativas

Rockefeller pronunció, en privado y en público, por escrito y en discursos, las siguientes frases:

“El experimento social en China bajo el liderazgo de Mao es uno de los más importantes y exitosos de la historia de la humanidad.” Entre este y otros halagos se regodeaba Rockefeller en alabar una de las mayores desgracias de la humanidad, el comunismo chino, la pérdida de la libertad, la indignificación del ser humano y el exterminio de todos los que pensaran diferente (que por cierto en este caso fueron 80 millones de asesinados).

“Algunos creen que hago parte de una sociedad secreta que trabaja contra los intereses de los Estados Unidos, y caracterizan a mí y a mi familia como internacionalistas, y nos acusan de conspirar por el mundo junto a otros para construir una estructura global integrada políticamente y económicamente, un solo mundo, y si esa es mi acusación me declaro culpable y orgulloso de ello.” Un globalista declarado.

Requiescat in pace

Este es uno de los innumerables ejemplos que demuestra que “todos terminamos en el mismo hoyo”. Todos sus recursos sirvieron para hacerle 7 trasplantes de corazón y darle más de un siglo de vida, pero su salud comprada también tenía un límite. Toda su inmensa fortuna se quedó en este lado del Universo y él será enterrado en la misma tierra a la que llega el mendigo hambriento que muere de frío, para ser comidos ambos por los mismos gusanos. Nada se lleva uno “al otro barrio”. Y sin embargo los creyentes sabemos que hay un Juez Supremo que a todos juzga y al que todos tendremos que rendir cuentas. Llegó la hora del señor Rockefeller.

El Juez es el Señor Todopoderoso y no es a mí a quien corresponde decir si este hombre irá al Cielo o al Infierno. Y así, no pudiéndolo juzgar ni pudiendo conocer su destino post-mortem, sólo puedo desear que quisiera arrepentirse en sus últimos momentos de vida de todo el mal que hizo a la humanidad en el último siglo, y buscara acogerse a la misericordia del Juez para no terminar en el reino de las Tinieblas con el mismo Diablo al que siempre estuvo a sus servicio en sus años aquí en la Tierra. Que Dios se apiade de su alma.

educacioneconomica.com

Fondo newsletter