«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios
Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios

Mal, menos mal

8 de marzo de 2024

Al Capone cayó por sus fallos contables. Teniendo en cuenta cómo llevo mis números y mis papeles, es un hecho que me ha inquietado siempre mucho en lo personal, pero hoy no he venido a hablar de mí. Todo indica que Pedro Sánchez va a caer por la corrupción del caso Koldo. Como Al Capone sus números, Koldo es lo menos gordo que Sánchez lleva en la mochila —siendo (lo de) Koldo bastante gordo—. Es muchísima mayor corrupción lo que están haciendo con el Estado de Derecho. Se están cargando uno a uno sus principios más esenciales y básicos: la separación de poderes, la igualdad entre españoles, las protecciones del orden constitucional… La amnistía de ayer puede equipararse en buena teoría jurídica a un golpe de Estado y, si prefiero no usar esa nomenclatura técnica, es porque vendrán más golpes y serán más duros. Los de Junts y los de Esquerra ya están avisando de que esto es sólo el principio.

Sin embargo, Sánchez no caerá por esto ni por lo que venga, aunque debería.

Si por mi fuera, además, debería haber caído mucho antes o, mejor dicho, ni siquiera haber subido hasta desde adónde pudiese caer; pero la política es cosa de todos y no sólo mía ni de mis gustos. Esta columna, sí, por lo que diré que yo creo que, antes del mangoneo con las mascarillas y antes del manoseo de las instituciones, Sánchez tendría que responder por entretenernos con chorradas y no atender a los problemas gravísimos que marcaran la vida futura de nuestros hijos: la deuda pública, la inmigración descontrolada y el desfondamiento demográfico. Cualquier gobernante que no se enfrente a ese tridente infernal es un irresponsable que debería ser responsable, al menos, ante la ley. (Quién sabe incluso si, con la impunidad que ahora regalan a los delincuentes del procés no están haciendo un caldo de cultivo para su propia impunidad para cuando les haga falta).

Pero esto —ya digo— es cosa mía (y muy probablemente de usted, querido lector, que, con el corazón compungido, me ha leído hasta aquí, acompañándonos en el sentimiento). Para la opinión pública española lo más grave es el chapapote de Ábalos y los suyos metiendo mano en la caja. Bueno, pues recordemos a Al Capone, y pensemos que menos da una piedra. Si es eso lo que hará tambalearse a un Gobierno que merece tambalearse por eso y por otras razones más poderosas aún, pues que sea por eso. ¡Viva el periodismo de investigación y delen con Delcy y sus maletas!

No tenemos la corrupción que nos merecenos —nadie merece esto que está pasando con España—, pero sí tenemos la resistencia a la corrupción a la que alcanzamos. Si más allá de los dineros y de los chanchullos somos incapaces, como sociedad, de percibir el deterioro político, institucional y jurídico, malo. Menos mal que el choriceo sí que lo vemos. Por otra parte, como parece imposible ser un sinvergüenza jurídico y político sin meter la mano en la caja, por ahí, con suerte, nos terminamos salvando.

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