«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios
Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios

Mascarilla Armengol

6 de marzo de 2024

El mismo Pedro Sánchez, que no dudó en pedirle a Ábalos que se defenestrase (tras haberlo fulminado de ministro sin dar explicaciones), mantiene ahora a Francina Armengol contra viento y marea en la presidencia del Congreso. Nada menos que como tercera autoridad de este vapuleado país. Los indicios de corrupción de Armengol son bastante más sólidos que los de Ábalos. La diferencia de trato resulta llamativa.

Descartamos, por supuesto, que se trate de un micromachismo del presidente y mucho menos de una implícita caballerosidad. Sánchez no ampara a Francina por ser una dama en apuros. Hay que buscar un motivo más pedestre. Nos llega una pista desde el siglo XVII. En la antología de poemas del padre Benito Jerónimo Feijoo que ha publicado Rodrigo Olay encontramos esta ilustrativa décima de consejos prácticos al político profesional: «Nunca se deje obligar / y al que le ha favorecido / sólo sea agradecido / mientras tenga más que dar. / En no habiendo qué esperar, / olvide a su bienhechor / y si hacerle un disfavor / a su interés importare, / ni en ser ingrato repare / ni tropiece en ser traidor». Se diría que Pedro se la sabe de memoria o, si no, que por instinto se la ha aplicado a José Luis Ábalos, al que ha dejado en la estacada. No tiene más que dar a Sánchez. Aunque su resistencia a ser amortizado, puede hacer aún daño al presidente.

De hecho, es mi primera explicación de la defensa de Armengol. Pedro Sánchez, tras la resistencia de Ábalos, no se puede permitir otra subordinada respondona que eche los pies por alto y se largue al hospitalario Grupo Mixto. ¿No habrá salvado —por ahora— a Francina la insumisión de Ábalos?

Segunda hipótesis: hay que poner un cortafuegos, un rompeolas. Si cae Armengol, la siguiente figura del ajedrez de la corrupción es Begoña, primera dama y última pieza. O Sánchez deja a alguien en primera fila, aguantando el chaparrón o corre la vez. Y la vez la tiene su señora.

La tercera hipótesis es que no importa dar la impresión de una premiosa partida de ajedrez con tal de no dar la de una hilera de fichas de dominó cayendo en cadena. La resistencia en Armengol abre un impasse, que protege a Marlaska y a Ángel Víctor Torres, además de a la consorte. Jugar con los tiempos, cuando todo amenaza con precipitarse, es esencial.

Cuarta hipótesis: Armengol tenía mando en plaza. Ese salto institucional de un exministro preventivamente prejubilado a la tercera autoridad del Estado en funciones y antes presidenta de las Islas Baleares tiene mucha importancia en términos de eco mediático. Basta pensar en la repercusión de la noticia de su dimisión en Europa. Este eco comunitario con media Unión mosca con el Gobierno de España empieza a tenerse muy en cuenta en Moncloa. Sánchez no puede dar más el cante.

La quinta hipótesis es que Sánchez ha comprobado que las dimisiones no producen el efecto apetecido. Ya nadie creerá que él es un paladín de la trasparencia. Para lo que le ha cundido lo de Ábalos, mejor aguanta. Unas vueltas más en Falcon no se las quita nadie.

Las hipótesis se agolpan y solapan. No hay que escoger una. Lo indudable es que Sánchez ha apostado por proteger a Armengol. Lo dudable es si va a poder hacerlo mucho tiempo; y si no le salpicará. ¿La defensa de Armengol será un gol en propia puerta? Sánchez se verá más afectado porque no soltó lastre al a primera. Pero es un riesgo que, a estas alturas, no tiene otro remedio que correr. Cada día que pasa Francina es una pieza más clave del equilibrio de fuerzas de nuestro tablero político. Tic, tac; tic, tac.

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