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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Arturo García (San Vicente de la Barquera, 1991). Periodista. Me licencié en la Universidad Complutense. Aprendí de los buenos y ahora intento aplicarlo con mayor o menor acierto a otros ámbitos de la comunicación.
Arturo García (San Vicente de la Barquera, 1991). Periodista. Me licencié en la Universidad Complutense. Aprendí de los buenos y ahora intento aplicarlo con mayor o menor acierto a otros ámbitos de la comunicación.

El mejor candidato de Podemos

24 de diciembre de 2015

Los peores pronósticos se han cumplido. El congreso resultante de las elecciones hace nuestro país ingobernable. Todos han perdido: los socialistas, los naranjitos, los populares, la flamante Unidad Popular de Garzón, los separatistas de Mas y Junqueras… Bueno, todos no. Podemos ha dado un paso de gigante para convertirse en partido de gobierno. 

Ciudadanos debuta en la carrera de San Jerónimo con el triste papel de comparsa. Rivera ha pasado de ser el hacedor de Reyes, a pastorear un grupo de 40 diputados novatos que no suman en ninguna de las posibles combinaciones parlamentarias. Sus tres millones y medio de votos vienen principalmente de la derecha y a la derecha volverán la próxima vez que se llame a los españoles a las urnas. Parece previsible que la radicalización del voto se vuelva a llevar  por delante al centro, una posición política inestable por naturaleza.

Jaque mate para Pedro Sánchez: haga el movimiento que haga, el vehemente líder del PSOE está muerto. Sabe que no puede apoyar a Rajoy. Su electorado no se lo perdonaría jamás y el partido terminaría como el PASOK griego. Por otro lado, no tiene fácil conseguir el apoyo de Podemos, porque eso implica pactar con separatistas. Y eso no es muy del agrado del votante socialista de despeñaperros para abajo. Y, no lo olvidemos, Susana está deseando ser califa en lugar del califa. Demasiadas dificultades para un político de tan escaso talento.

Pero es que, además, a Pablo Iglesias no le interesa apoyar al PSOE. Su objetivo no es echar al PP, sino alcanzar el gobierno. Y eso no se consigue apuntalando a  Pedro Sánchez, sino alzándose con el liderazgo de la izquierda.

Y la Victoria, que siempre sonríe a los que creen en ella, ha sonreído al líder de Podemos. Sus escaños y los de IU, sumados a los socialistas, son insuficientes para superar al PP y a Cs. Esto hace que sea necesario sumar a los independentistas al pacto de investidura. Iglesias ha puesto a Sánchez una condición, a sabiendas de que no puede cumplirla: a menos que Sánchez acepte el llamado derecho a decidir, Podemos se abstendrá y facilitará la investidura de Rajoy como presidente.

Así que Rajoy se ve presidente con la abstención de Cs y Podemos. En una muestra más de la adicción enfermiza que el gallego tiene a la poltrona, ha manifestado a sus allegados que tiene la obligación de consolidar la recuperación económica de España. Como si no hubiera otro líder en su partido capaz de hacerlo. Y como si fuera posible legislar y gobernar con 123 diputados y la hostilidad manifiesta del resto de grupos parlamentarios. Igual que decía a los suyos que ganaría estas elecciones, les dice ahora que en las próximas recuperará el voto que se ha ido a Ciudadanos. «Confíen en mí, les irá bien». ¿Dónde hemos escuchado eso antes?

Lo previsible es que veamos a Rajoy investido presidente con el apoyo más exiguo de que jamás ha tenido un gobierno en España. Lo veremos en el parlamento, convertido en el pim pam pum de una izquierda revolucionaria que va a tener cuatro grupos parlamentarios para acosarlo debate tras debate. Veremos un congreso que aprobará comisiones de investigación para someter al PP a una causa general y que bloqueará cualquier tipo de reforma o incluso legislará en contra del ejecutivo. Para empezar, podrán derogar la reforma laboral. Tienen mayoría para hacerlo. Y será presentado como un triunfo ante el electorado de izquierdas. 

Veremos como la popularidad de Rajoy sigue cayendo y el hartazgo social con un Partido Popular en el que, no lo olvidemos, continúan apareciendo casos de corrupción, sigue creciendo. Veremos todo esto hasta el día en el que Pablo Iglesias considere que la fruta está lo suficientemente madura. En ese momento el gobierno será desestabilizado y tendremos nuevas elecciones a las que se presentará Rajoy o un anti líder puesto a dedo por él. En esas nuevas elecciones Iglesias conseguirá unir a su proyecto no solo el millón de votos de IU, sino también gran parte del electorado socialista que verá en Podemos el voto útil de la izquierda.

Mariano Rajoy es, hoy por hoy, el mejor candidato de Podemos a la presidencia del gobierno.  Es una pena, porque en el Partido Popular hay talento de sobra para  reemplazarlo con garantías y recuperar gran parte del voto que se ha ido a Ciudadanos. Solo una regeneración profunda y un líder que pueda plantar cara a Pablo Iglesias pueden lograr de nuevo aglutinar al electorado del centro y de la derecha en torno al Partido Popular

Si por el contrario, la Dirección Nacional del Partido Popular se muestra incapaz de remplazar a Rajoy, tras las próximas elecciones volveremos al bipartidismo, pero en vez del PSOE la hegemonía de la izquierda estará en manos de los bolivarianos. Y Pablo Iglesias estará en condiciones de convertirse en el próximo Presidente del Gobierno.

 

 

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