«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Mordazas moradas

30 de octubre de 2020

El Congreso de los Diputados ha aprobado este lunes una propuesta de Podemos cuyo objetivo es eliminar los ‘mensajes de odio’ de las redes sociales. Lo que sería un hara-kiri para la formación morada resulta ahora un instrumento de control para los demás. Incluido Ciudadanos, que se ha abstenido en ese afán por hacer de la política una pajita donde se sopla y absorbe a un mismo tiempo. Porque malo es el populismo, pero más aprieta la tiranía de las encuestas.

La iniciativa fundamenta su utilidad en la creciente ‘polarización’, entendiéndose por tal las críticas al Gobierno, porque, como por todos es sabido, llamar ‘parásitos’ a todo un grupo parlamentario desde la tribuna, tal y como hizo Iglesias, responde al estribillo de un simple villancico navideño.

Atendiendo a las demandas de la propuesta, subyace que ahora sí es preciso la intervención de empresas privadas que determinen la licitud de los mensajes en el debate público. Licitud dictaminada por un puñado de recetas políticas o por un manojo de tics ideológicos que seleccionarán, naturalmente, quienes ellos consideren. 

La libertad de expresión pasa a ser ahora una margarita cuyos pétalos arranca selectivamente Irene Montero: chistes sobre Carrero , hacer poemas satíricos contra ella no; publicar los datos de una propietaria que sube el alquiler a sus inquilinos , tildarles de ‘marqueses’ no; escraches , a ellos no… y así hasta que la imaginación eche el freno.

Atrás quedan los apelativos a la ley mordaza, ahora son ellos los sujetan el bozal y empujan desde atrás, desde los órganos del Estado –ya se habló en rueda de prensa y con manga verde de monitorizar los climas de opinión contrarios a la gestión del Gobierno– y a través de las empresas privadas, muchas de ellas ya doctas en el arte del sablazo censor.

De forma contraria a lo que muchos creen, este afán censor del ‘odio’ nace al calor de Maastricht, no de Caracas, aunque en Nicaragua ya se hayan subido a la ola del tándem Sánchez-Iglesias. Ahora la libertad tiene un precio, so pena de 70.000€ a quien ose reivindicarla poéticamente contra Irene. Precisamente por ello es, ahora, más necesario enarbolarla en las redes y en el Código Penal.

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