Algunos autores propugnan una interpretación muy limitada del tĆ©rmino nacionalismo. Para ellos sólo se referirĆa a su peor cara: la que odia al extranjero y pretende imponer una visión de la nación Ćŗnica a toda la ciudadanĆa. Esto es simple y puro fascismo.
EstosĀ autores parten de un error conceptual.Ā El nacionalismo es una ideologĆa que requiere adjetivación. Es loĀ que los acadĆ©micos anglosajones denominan una ideologĆa paraguas (umbrella ideology).Ā Sin un calificativo, el nacionalismo no tiene sentido.Ā El nacionalismo es de izquierdas o de derechas, puede ser poscolonial o etno-histórico, incluso puede ser religioso, y hay muchĆsimosĀ mĆ”s etcĆ©teras.Ā Ā
En sentido contrario, y para tratar de aclarar, el liberalismo es una ideologĆa que no deberĆa requerir adjetivación.Ā El liberalismo se basta por si solo, digamos.Ā Aunque alguno se empeƱa en llamarle neo, social o conservador, o incluso Ā”territorializarlo! como el reciente esfuerzo para publicitar el liberalismo madrileƱo.Ā El Ć©xito del liberalismo se produce cuando se aplica de forma intuitiva y sencilla como lo hace Ayuso hoy, o antes Aguirre en Madrid. Ā
Es lamentable que el juego polĆtico y el desastre al que nos lleva el sistema autonómico hayan establecido una bilateralidad claramente inconstitucional entre la nación espaƱola y sus nacionalidades
Hay alguna ideologĆa mĆ”s de las denominada paraguas. El republicanismo es una de ellas, que, ademĆ”s, tiene un desarrollo muy peculiar en EspaƱa. Requiere que se adjetive como de izquierdas o derechas, o incluso socialistas soviĆ©ticas, laicas, etcĆ©teras. En EspaƱa, y de forma excepcional, el republicanismo estĆ” asociado de forma exclusiva a la izquierda por razones históricas, pero ello no implica que no requiera adjetivación si salimos de nuestro Ć”mbito espaƱol.
Con el nacionalismo se pretende algo similar al republicanismo. La apropiación del tĆ©rmino por los nacionalistas vascos y catalanes, y el daƱo que han hecho a la sociedad espaƱola, han llevado a crear el ambiente propicio para denostar el tĆ©rmino e intentar desterrarlo o enterrarlo. Pero recalco que es un error conceptual y es ceder el monopolio del uso del tĆ©rmino nación a quien no deberĆa tenerlo.
Si profundizamos, ĀæquĆ© hacemos con los nacionalismos mĆ”s amables? Como el muy poderoso y constructivo nacionalismo dual de los Estados Unidos o los bondadosos nacionalismos escandinavos, o las peculiaridades de la identidad nacional inglesa o la italiana. Tampoco es muy reprochable el nacionalismo francĆ©s, laico y republicano, profundamente democrĆ”tico y de enorme consenso entre la ciudadanĆa, incluso en su estatismo exacerbado.
Nuestra constitución de 1978 establece un nacionalismo espaƱol muy constructivo que integra a nacionalidades.Ā Es decir, reconoce identidades nacionales, pero de menor importancia (y desarrollo, vedando cualquier secesión). Al igual que las comunidades autónomas, estas regiones/nacionalidades tienen menor importancia que el Estado y la nación.Ā Es lamentable que el juego polĆtico y el desastre al que nos lleva el sistema autonómico hayan establecido de hecho una bilateralidad claramente inconstitucional entre la nación espaƱola y sus nacionalidades.
Un acadĆ©mico decĆa que patriotismo y nacionalismo solo se distinguen por el volumen (acĆŗstico) con el que promueven o defienden lo mismo: la identidad nacional
Una salida que se pretende a este galimatĆas es hacer crecer el concepto de patriotismo hasta absorber completamente al nacionalismo.Ā Pero habrĆa que adjetivarlo igual que se hace con el nacionalismo.Ā EstarĆamos pues, ante un eufemismo de difĆcil traducción.Ā Y, reitero, significa dar pĆ”bulo y hacer seguidismo de un estado de cosas que se ha impuesto desde las nacionalidades.
Anthony Smith, uno de los mĆ”s importantes acadĆ©micos de los estudios del nacionalismo solĆa āno sin ironĆa, supongoā utilizar en sus obras de forma indistinta los tĆ©rminos patriotismo y nacionalismo.Ā Otros, como Charles Taylor,Ā afirman que no se puede distinguir patriotismo de nacionalismo.Ā Aunque el mĆ”s divertido era un acadĆ©mico que solĆa decir que patriotismo y nacionalismo solo se distinguĆan por el volumen (acĆŗstico) con el que promueven o defienden lo mismo: la identidad nacional.
En nuestra Constitución, en su artĆculo segundo, la palabra patria aparece una sola vez en una oración que califica a la palabra nación. Su preĆ”mbulo se inicia con la nación espaƱola y la palabra nación y sus derivadas aparece una veintena de veces. Hay que recordar que nuestro mĆ”s importante texto legal fue refrendada en referĆ©ndum por las nacionalidades vascas y catalanas por amplia mayorĆa. Urge, por tanto, recuperar la palabra nación en nuestra vida polĆtica, pues es simple y llanamente la que establece la Constitución de 1978.