Las plagas ya no son lo que eran. La aparición en Sudáfrica de la variante Ómicron ha reavivado el pánico en Occidente y dando a las autoridades excusa para nuevas restricciones. Cada vez son más las voces -empezando por la líder no electa de la Unión Europea, Ursula von der Layen- que quieren plantearse lo impensable, hacer obligatorias unas vacunas experimentales que, como ya se sabe oficialmente, ni impiden la infección, ni la transmisión ni el desarrollo de la enfermedad.
En Estados Unidos, el miedo a Ómicron ha llevado al presunto presidente Biden a prohibir los vuelos procedentes de un puñado de países africanos, pese a saberse que la dichosa variante estaba ya presente en países europeos como Holanda antes de ahora y cuyos vuelos no van a vetarse.
Y, mientras, Ómicron sigue extendiéndose por el mundo provocando algunos resfriados, poquísimas hospitalizaciones y ninguna muerte.
En realidad, como ya hemos informado en estas páginas, Ómicron podría ser la gran vacuna sin efectos secundarios ni fecha de caducidad que acabara realmente con la pandemia de SARS-COV2, al imponerse a la variante Delta e inmunizar (de verdad) a los afectados. Pero eso no sería negocio para nadie, así que la idea es consistentemente ignorada por todas las autoridades.
Pero ni siquiera Ómicron parece mantenerse, y la ola que ha provocado está ya ralentizándose. En Estados Unidos tenemos una docena larga de casos de la nueva variante, todos con la doble pauta, cero muertes y una sola hospitalización.
Lo ha confirmado la directora de los Centros de Control de Enfermedades (CDC), Rochelle Walensky, la misma que acuñó la pegadiza expresión «pandemia de los no vacunados». Después de esta confesión, y de los numerosos casos de vacunados en hospitales, podría esperarse que la oficialidad revisase la etiqueta, pero muchos se temen que sirva, más bien, para ampliar la noción de “vacunado” a aquellos que hayan recibido el famoso “refuerzo”, que en Israel ya han probado sin que parezca detener el avance de la incidencia. Si no sale a la primera, insiste.
Ya lo advirtió el infame Dr. Fauci, el mismo que financió supuestamente la creación del virus en Wuhan y que ha sido puesto al frente de la lucha contra el mismo. Fauci tuvo la ‘prudencia’ de sugerir hace unos días que la definición de “totalmente vacunado” ha cambiado. Naturalmente.