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Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios
Enrique García-Máiquez (Murcia, pero Puerto de Santa María, 1969). Poeta, columnista y ensayista. Sus últimos libros son 'Verbigracia', (2022) poesía completa hasta la fecha; y 'Gracia de Cristo' (2023), un ensayo sobre el sentido del humor de Jesús en los Evangelios

On the rocks

22 de marzo de 2021

La presencia electoral de Pablo Iglesias va a permitir que haya un doble trasvase de votos del bloque de la izquierda al de la derecha. Como ya lo expliqué pormenorizamente en otro artículo, lo resumo. Iglesias, por un lado, asustará a los votantes más socialdemócratas del PSOE con la perspectiva segura de que sus votos demo-moderados irán al buche o a la buchaca del revolucionario. Bastantes de éstos, votarán antes a Diaz Ayuso. Por otro lado, Iglesias provocará discusiones ideológicas bizantinas con Más Madrid y con el PSOE que aburrirán soberanamente al voto trabajador, que verá en Vox una respuesta mucho más directa a los problemas reales que sí les atañen.

El miedo nunca debería tener el mando en plaza en unas elecciones y el voto útil está, además, fuera de juego en Madrid

Los votos del centro y la derecha, en cambio, se quedarán dentro del bloque de derechas. Y ahí es donde nos vamos a centrar ahora en este artículo. Con una metáfora un poco frívola quizá y, aún diría más, fría incluso, on the rocks. Pero más vale cierta frivolidad aparente que no esas llamadas clásicas al voto del miedo o a los cálculos de utilidad, tan poco acordes con la dignidad democrática. El miedo nunca debería tener el mando en plaza en unas elecciones y el voto útil está, además, fuera de juego en Madrid. Al ser unas elecciones en circunscripción única, cada voto va con su peso propio a la lista elegida, sin más.

Habrá mucha gente que vote a Isabel Díaz Ayuso sin que se le pase por la cabeza votar a Vox y habrá mucha gente que vote a Vox sin que se le pase por la cabeza votar al PP. Bien, esas personas sí nos interesan, claro, pero no son el asunto de este artículo. Aquí nos interesan como dato base. Gracias a ellos, ambos partidos van a superar el 5% necesario para entrar en la Asamblea de Madrid en condiciones de proporcionalidad perfecta a su respectivo número de votos. Serán, en principio, suficientes para casi asegurar que el nuevo gobierno de Madrid haya de salir de un pacto entre el PP y Vox.

Asumiendo todo lo anterior, entra en juego la metáfora on the rocks. El votante que dude entre votar a Vox o a Isabel Díaz Ayuso tiene que tomar una decisión. No puede dividir en dos —como en un juico de Salomón— su papeleta. Ni tampoco le valen para nada los argumentos de utilidad o de miedo (no rige la ley de d’Hont). Tiene que escoger, pues, la proporción de ideas y principios del PP y la proporción de ideas y principios de Vox que él desearía en el nuevo gobierno de Madrid. Del mismo modo —por fin, la metáfora— que si uno se va a pedir un gin tonic (escojo esta bebida en homenaje a Rubén Amón) y le gusta más fuerte o más aguado (en homenaje y recuerdo al ex socio de Ayuso). De hecho, conviene preguntarse qué propuestas de Vox no quieren aplicar ni en pintura los que sueñan con una mayoría absoluta del PP que haga posible un gobierno sólo de agua tónica.

Rocío Monasterio (seriedad, respeto al rival, claridad de principios, mentalidad práctica) será capaz de adaptarse y de exigir fidelidad a lo pactado

Pero no hay duda de que Ayuso y Monasterio combinarán bien. Porque Ayuso, dentro del PP, tiene más puntos en común (desparpajo, discurso nacional, inmunidad al chuleo de la izquierda) que muchos de sus compañeros en el PP nacional; y porque Rocío Monasterio (seriedad, respeto al rival, claridad de principios, mentalidad práctica) será capaz de adaptarse y de exigir fidelidad a lo pactado. Pero tampoco hay duda de la existencia de unas diferencias esenciales (en materia de defensa de la vida, de rechazo de las leyes ideológicas y de la memoria histórica, del lobby LGTBetc., el compromiso con la libertad educativa) que el votante puede optar por fortalecer o por diluir, legítimamente.

Se puede votar con confianza en un futuro entendimiento y en una reunión de fuerzas

Bien mirado, la situación es una oportunidad excelente para el votante tradicional del bloque de derechas. La ley electoral y las circunstancias le han liberado del chantaje del miedo o del cálculo imposible de la utilidad. Quien recurra a esos trucos demagógicos, miente. Se puede votar con confianza en un futuro entendimiento y en una reunión de fuerzas, según los valores que cada cual considere más importantes de reivindicar y sopesando la seguridad que una u otra líder y uno u otro partido ofrecen. Es una decisión, por tanto, trascendente, pero no desesperada. Que puede tomarse on the rocks, meciendo la copa, reflexionando a solas con su conciencia.

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