«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Alicante, 1987. Escribe noticias desde que tiene uso de razón. Ha trabajado en radio, prensa escrita y televisión en medios como Radio Intereconomía, El Toro TV y Okdiario. Siempre en los últimos reductos de la libertad de expresión.
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Parar a Pedro (Sánchez, no Castillo)

10 de diciembre de 2022

Pedro Castillo se ha dado esta semana un autogolpe de estado en Perú. Yo no he conseguido todavía entender qué pretendía este señor además de dar con su sombrerito en la cárcel. La nueva presidenta del país va a ser su hasta ahora vicepresidenta, que además es simpatizante de Sendero Luminoso. Acabáramos. Aquí está pasando algo peor: Pedro Sánchez está dando un golpe al Poder Judicial, el único que no ha conseguido controlar hasta ahora –y, por tanto, al Estado– y cometiendo día sí y día también algo que si no es alta traición se parece mucho. Sánchez no necesita que su vicepresidenta Nadia Calviño sea afín a Sendero Luminoso porque ya es él mismo amigo de la ETA, y además en España no hay un Juzgado Supremo que pueda ordenar detener a un jefe del ejecutivo que ahora decide que los jueces los elige él. Va a empezar por colocarnos al novio de su amiga Meritxell Batet. Que tendrá que defendernos, –el novio–, entre otras cosas, de los posibles desmanes de Meritxell Batet. Parece una comedia, pero es un drama.

Democráticamente estamos peor que Perú. De intentar dar golpes de Estado el PSOE sabe un poco. Lo que no tengo claro es quién lo va a parar

Por cierto, que gracias a la reforma del delito de sedición que Sánchez ha querido regalarle a Gabriel Rufián y el resto de la purria separatista, lo que ha hecho Castillo aquí ya no se podría perseguir porque no hay tumultos ni desórdenes públicos. Democráticamente estamos peor que Perú. De intentar dar golpes de Estado el PSOE sabe un poco. Lo que no tengo claro es quién lo va a parar. Porque el PP ya ha dicho que no quiere una moción de censura como pide VOX para no ofrecer a Sánchez una «victoria parlamentaria». Como si no hubiera tenido ya de la mano de Podemos, ERC y Bildu todas las que hubiera querido.

A priori no parece lo mejor estar presentando mociones para perderlas, pero llega un punto en el que estoy segura que hasta Cuca Gamarra entiende que es necesario frenar de alguna manera a Sánchez. O al menos entorpecer su impresentable asalto al Tribunal Constitucional. Lo comprende o finge comprenderlo Inés Arrimadas, que tras votarle a Sánchez los estados de alarma ilegales, quiere ahora también que el PP se una a una censura. Lo que hace tener que parecer muy distinta al progre de Edmundo Bal.

Dejemos de ser esa derecha solo preocupada por la economía, que se llama cobarde o novata entre ella

A Alberto Núñez Feijoo le ha pillado la enésima tropelía de Sánchez quitando los colores de la bandera de España de su logo, pero convendría que intente parecer al menos un poco más enfadado que ese cadáver que es Ciudadanos, porque a los que confiamos en que la oposición haga algo, la situación de indefensión nos empieza a dar pavor. Abascal se ofrece a buscar para la moción de censura un candidato neutral, pero si tampoco lo hay nos da igual: si le paraliza las iniciativas a Sánchez unos meses, como si tiene que ser Juanma Moreno Bonilla cuando acabe de celebrar el día de la bandera andaluza, el ex presidente reconvertido en comentarista deportivo Mariano Rajoy o por delirar un rato, el delincuente próximamente indultado José Antonio Griñán. Me vale todo.

Es necesario que la oposición se siente y actúe unida. Sin cálculos electoralistas. Sin matices. Dejemos de ser esa derecha solo preocupada por la economía, que se llama cobarde o novata entre ella. Todo eso vendrá después. Hagamos algo ahora, juntos, para frenar a nuestro Pedro Castillo. Es el momento. Porque puede que no haya más. 

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