Alfredo Pérez Rubalcaba ha tomado la delantera en las elecciones europeas que se celebrarán el próximo 25 de mayo. El líder socialista ha ganado por la mano al presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, como lo ha hecho en las elecciones andaluzas, designando con mucha antelación a la candidata, lideresa emergente de los socialistas, Susana Díaz. Ahora ha sido la vicesecretaria general del PSOE, Elena Valenciano, que será la cabeza de lista que los socialistas presentarán a las europeas.
A Mariano Rajoy le toca mover ficha. Todo lo que haga será interpretado como una respuesta a la iniciativa de Rubalcaba en vez de como una propuesta ganadora. Todo nombramiento será un ‘salir al paso’ y, si ya se está pensando en Génova en qué nombre perderá las elecciones autonómicas en Andalucía, lo mismo se perfila en torno a las europeas: a ver a quién mandamos a Bruselas después de unos resultados que se prevén catastróficos para el PP.
Entre tanto, el PSOE ofrece mujeres como candidatas, nombres y propuestas que dan que hablar, que dan titulares. El PP, mientras, no hace nada, vive de las rentas del congreso de Valladolid y de lo que da sí la acción de gobierno. Un aburrimiento que Mariano Rajoy y Dolores de Cospedal aún no han entendido que es lo peor que se le puede dar al electorado.
Susana Díaz y Elena Valenciano no son las mujeres de Estado llamadas a regenerar la política española, pero son lo suficientemente insustanciales para dar muchas portadas a la Prensa, para que los electores se queden con su cara y para que los votantes recuerden su nombre. Sin embargo, entre Arias Cañete y la nada que tanto le gusta a Cospedal citar para diferenciarse del resto de partidos a la derecha del espectro ideológico (es decir de VOX) hay poquísima distancia. Susana Díaz es a los desahucios lo que Elena Valenciano al aborto y lo que Miguel Arias Cañete al yogur caducado.
A menos que el PP tenga un as en la manga que dé la vuelta a todas las cartas que hoy están sobre la mesa, el liderazgo del ministro de Agricultura es una ducha de agua fría para los españoles, un bajón y un tedio que sólo superaría el voto útil, poco dado a hacerse presente en urnas electivas al parlamento europeo. Que Vidal-Quadras y hasta Javier Nart tienen más tirón que Arias Cañete, es algo que el PP debería saber, pero de lo que parece no querer darse cuenta. Seguro que sólo lo parece y que, entre bambalinas, tiene escondido al ‘supercandidato’ que romperá las quinielas y arrasará en las urnas. Seguro. O casi seguro. Tal vez sí o tal vez no. Que quizá dé por amortizadas las europeas y las andaluzas, y mire más allá a ver si a los lejos de las generales ve la luz.