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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Del pionono al cruasán

8 de mayo de 2017

La vida sigue igual. Entre Julio Iglesias y la jornada liguera del sábado el único que mostró un giro inesperado fue el cantante anunciando que estará en el próximo Sonorama. Grande. Los tres de arriba ganaron sus partidos. De lo contrario, estás muerto. Los rivales se miran de reojo, escarban, bufan, rebufan con ademán de embestir. Y, el que se mueva no sale en la foto, Alfonso Guerra dixit.

Fue la perfecta metáfora surrealista del Granada vagando por el césped. Y, Tony Adams vestido como si acabara de salir de ‘Orgullo y prejuicio’, “la primera vez que se pone traje para el banquillo”, decían los periodistas locales. Saludó a Zidane como un fan, casi le da dos besos; excellence-brit que se esfumó cuando quitó a Aly Mallé a los quince minutos. Será esto lo de la postverdad. El inglés aún sin podar. Como el conejo blanco de Alicia en el País de las Maravillas, con chaleco y reloj de cadena, tenía prisa. Con chaleco y en mangas de camisa, ¡que le corten la cabeza! Pensaría que Mallé era el gato de Cheshire. A algunos el trance les viene grande y así les funciona el poder, a lo loco. Para colmo, la opereta resultó bufa, mochila cargadita de goles. Ese cerebro Adams on fire como recién salido de Fahrenheit 451. Moraleja: no corten la cabeza a nadie. Qué culpa tendría el pobre Mallé…

 A Zinedine sólo le falta responder a los periodistas como ese escritor que cuando le preguntaban de qué trataba su novela, respondía: “De todo lo que va escrito en ella”. El sábado fue para Morata, Lucas Vázquez …sin Cristiano, sin Benzema… ¿Y? Al fin y al cabo, gato blanco, gato negro, qué más da, lo importante es que cace ratones, apuntaba Felipe González. Sin dramatismos. El que sale lo hace igual de bien que el anterior. Podríamos hacer la prueba como Bob Dylan cuando salió al escenario con una careta de goma con su propia cara. Cantó con la máscara y el público a sus pies, mientras seguían sin saber si era el verdadero Dylan. Pues, eso…

Morata tuvo la noche sobre el césped; en el turno de preguntas postpartido no hiló fino. Le preguntaron si era cierto que Simeone le invitó a ir al Atleti con él y lo negó, que le preguntó por el negocio de cruasanes que acaba de inaugurar. Ay, Álvaro, del pionono al cruasán…Ya lo decía Bergamín, en el toreo se puede aprender todo menos a ser torero. Comprendo a Morata. Hizo bien en arriesgar volviendo a Madrid, como Picasso “si supiera cómo va a quedar el cuadro no lo pintaría”. Ahora, caer en el jueguecito del argentino, un hombre herido tras dos finales Champions, que suplica cada día “ojalá tener memoria selectiva, elegir qué recuerdos guardar y cuales eliminar”… La memoria de Simeone es tormentosa.

El Cholo observa a Juanfran y algo se le revuelve dentro. A Griezmann que, tras el partido, le hace cucamonas con emoticonos y corazoncitos a Neymar a través de Twitter. El sanedrín Juanma López-Morata tampoco mejora, “¡si no quieren pan que coman cruasanes!”. Esos imaginarios cruasanes en boca de Simeone lucen unos cuernos más grandes que los de las ovejas salvajes que crían en aquella isla de Escocia. Desengáñate Diego Pablo, esa mirada en la banda, la sonrisa, ese amor de bar sólo ocurre en las películas. Lo imagino preguntándose dónde falló el guión…

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