«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Escritora y artista hispano-francesa. Nacida en La Habana, Cuba, 1959. Caballero de las Artes y Letras en Francia, Medalla Vérmeil de la Ciudad de París. Fundadora de ZoePost.com y de Fundación Libertad de Prensa. Fundadora y Voz Delegada del MRLM. Ha recibido numerosos reconocimientos literarios y por su defensa de los Derechos Humanos.
Escritora y artista hispano-francesa. Nacida en La Habana, Cuba, 1959. Caballero de las Artes y Letras en Francia, Medalla Vérmeil de la Ciudad de París. Fundadora de ZoePost.com y de Fundación Libertad de Prensa. Fundadora y Voz Delegada del MRLM. Ha recibido numerosos reconocimientos literarios y por su defensa de los Derechos Humanos.

Protagonismo de guerra

6 de marzo de 2022

Vuelvo a reiterarlo como ya hice en las redes sociales y en un artículo anterior: debiera quedar claro que el verdadero protagonista en una guerra son las víctimas, el agredido y el agresor ciertamente; pero primero las víctimas. Los protagonistas de una guerra no son de ninguna manera la partida de todólogos mal informados opinando de lo que no saben, ni siquiera los que con toda la mejor intención del mundo escribimos sobre la guerra deseando aportar luz. Y, mucho menos los que ahora tratan de evitarla habiendo podido hacerlo antes; esos menos que menos, desde luego. Los protagonistas son las víctimas.

La paz no es posible sin la guerra, porque la paz no lo es sin libertad. En el documental Guerra de Donbass, le drame ukrainien queda sumamente aclarado la responsabilidad de cada una de las partes en esta horrenda invasión que estamos viviendo por parte de Vladimir Putin y las tropas rusas a Ucrania. Es una pena que el documental sólo se pueda ver en Arte y por zonas territoriales. En Francia y en Alemania se puede ver, no sé si en España. De cualquier modo, dejo aquí el enlace y ojalá también alguna televisión en España se anime a reproducirlo. 

Aquellos que todavía se atreven en su magna ignorancia y maldad a decir que esta guerra es falsa, y que Putin tiene razón, no son más que gente de muy baja entraña

Aparte de la historia de esta guerra desde sus orígenes, existente en el poder dominante ruso desde mucho antes, pero de forma real desde el 2014, también se cuenta en el documental a través de los entrevistados algunas verdades que en la actualidad intentan de tergiversar sobre todo con relación al presidente Volodymyr Zelenskyi. He antepuesto siempre que no me interesa para nada ubicarme en un bando, pero en esta ocasión resulta inevitable hacerlo. Jamás estaré del bando del hombre que con su prepotencia habitual despreció a los manifestantes pacíficos cubanos del 11J en Cuba, y jamás se ha movido de su posición junto al tirano Castro II, me refiero por supuesto a Vladimir Putin. Nunca estaré del lado de un criminal que elimina a sus opositores y a los periodistas envenenándolos con Polonio, o tiroteándoles en medio de las calles.

Zelenskyi es quizás el menos conocido entre los dos presidentes (título que a Putin le queda ancho y grande), pero no porque no haya estado en el escenario internacional político desde el 2019, fecha en la que fue elegido presidente de Ucrania, sino porque nadie quiso escucharlo en las múltiples ocasiones en las que se expresó y pidió apoyo para su país. Zelenskyi sale muy bien retratado, de manera justa, en el documental.

Entonces, para los que dicen que Zelenskyi es un corrupto porque le debe la presidencia a los oligarcas ucranianos: no, es una verdad a medias. Zelenskyi antes de ser presidente fue actor. Dejó la carrera de abogacía para convertirse en actor, lo hizo y alcanzó el éxito con una teleserie en la que protagonizaba a un educador que se convertía en presidente de su país y denunciaba la corrupción. La teleserie devino tan popular que, frente a la corrupción real en Ucrania, Zelenskyi decidió crear un partido político con el nombre de la teleserie: Servidor del pueblo. Con ese partido y con un gran apoyo popular y publicitario ganó las elecciones en el 2019. 

La mujer de Putin no puede ni siquiera expresar su opinión sobre esta guerra. De hecho, ningún ciudadano ruso puede llamarle guerra o invasión a lo que lo es

Quien hizo posible el enorme despliegue de publicidad fue el dueño del canal que produjo la teleserie en la que Zelenskyi había sido actor principal. ¿Por qué el dueño del canal y oligarca, Íhor Kolomoiski, se tomó tan a pecho la candidatura del actor? Pues porque con anterioridad el antiguo presidente Petro Poroshenko había dado la orden de cerrar el canal, lo que ocurrió. Con la esperanza de que su canal fuera reabierto bajo la siguiente presidencia fue que el oligarca dedicó todo su empeño en apoyar a Zelenskyi. 

Ucrania —todo como es— estaba en manos de oligarcas y financieros. Pero como mismo lo estuvo y está Rusia tras la desaparición de la URSS y desde que el comunismo mutó en un imperio tan despiadado como el anterior sistema comunista comandado por oligarcas y financieros. Vladimir Putin pasó de ser un agente de la KGB con los zapatos rotos, como se cuenta en este artículo, a revertirse en el nuevo matón, una mezcla de Stalin y de Iván el Terrible. Se calcula que es un hombre inmensamente rico, dueño de medio país sino del país entero, cuya vida familiar no es para nada ejemplar. Se conoce de las palizas que le propinaba a su primera mujer y madre de sus hijas, nunca ha confirmado su relación con una joven y célebre gimnasta rusa a la que convirtió en política. Ni siquiera sus primeras hijas llevan su apellido (por cuestión de seguridad, dicen) y los dos hijos que se supone que tiene con la gimnasta-política jamás han sido vistos ni se conocen sus nombres. De modo que no vendan más el lado familiar y conservador de Putin, que jamás ha existido. En lo de ocultar su vida privada se parece bastante al tirano Fidel Castro. Y no sólo su vida privada. 

Muy distinto de la familia del presidente Zelenskyi, que es toda transparencia. Si Zelenskyi en un vídeo clip se muestra bailando con tacones, como diría una amiga: “manejándolos también como maneja hoy sus cojones”, es probable que por el porte y aspecto de Putin también use tacones, pero en privado. 

La esposa de Zelenskyi ha dicho que se queda junto a su esposo y con sus hijos en Ucrania. La del ruso no puede ni siquiera expresar su opinión sobre esta guerra. De hecho, ningún ciudadano ruso puede llamarle guerra o invasión a lo que lo es, le caerían como anunció ayer algún ministro en el poder putinesco, entre 15 y 20 años de cárcel. Habrán visto también las imágenes represivas contra los rusos por manifestar en contra de la guerra.

Todo lo que cuento está en el documental con pelos y señales y con testimonios de estudiosos, diplomáticos, especialistas y políticos avezados en el tema

Zelenskyi es electo presidente y comienza una batalla mal vista, por cierto, contra la corrupción y los oligarcas, desmarcándose de quien había sido su padrino publicitario. Esto sólo se hace por deslealtad si eres un amigo, o por transparencia y coherencia si eres presidente de un país. Y él es lo segundo.

También se le critica que se haya enriquecido, bueno, no más que Putin, y no más que Macron, y que muchos de estos presidenticos de ahora. Salvo Trump, que fue lo contrario, pero no enriquecerse más de lo que ya era y presidir su país también fue su elección. 

Hablando de Trump: se le reprocha a Zelenskyi además (de muy mal gusto, por cierto, reprochar a quien ahora está dándolo todo por la defensa de su país) que haya revelado llamadas con el presidente norteamericano cuando éste le pidiera información sobre los negocios de Hunter Biden y de Joe Biden en Burisma. Muy cierto. En el documental también queda todo aclarado con imágenes reales filmadas entonces. Incluso se puede apreciar aquella comparecencia pública en conferencia de prensa entre ambos presidentes, Zelenskyi y Trump, en la que Trump, bastante autoritario, pide explicaciones al ucraniano. El ucraniano responde que él no está por la labor de interceder en las elecciones norteamericanas de ninguna forma, que las llamadas existieron “tal como ha explicado y publicado el presidente Trump, cuyo contenido por escrito él mismo publicó”. Zelenskyi dejó clarísimo que no habían sido llamadas ni respuestas bajo presión, que correspondían a la información normal que los jefes de estado a veces necesitan corroborar entre ellos. Esto mermó muchísimo la popularidad de Zelenskyi, en su país, porque a nivel mundial se encargaron muy bien de hacer todo para borrarlo frente a Putin.

Para los que, por otra parte, alegan que nadie quiso negociar diplomáticamente la paz entre estos dos países (porque señalo y subrayo que Ucrania es un país), en el documental también mediante imágenes de la época se relata aquel magno encuentro para conseguir la calma al menos, que organizaron Emmanuel Macron, Ángela Merkel, con Vladimir Putin y con Volodymyr Zelenskyi. De ese encuentro crucial no salió más que un apaciguamiento, porque el ucraniano, con todo su derecho expresó que los temas debían ser Crimea y su independencia y detener de manera inmediata la manipulación en el Donbass, que como sabrán ocurría que a separatistas ucranianos Putin les dio pasaportes rusos, para que cuando Ucrania se defendiera entonces poder argumentar que se estaba matando a ciudadanos rusos. Todo lo que cuento está en el documental con pelos y señales y con testimonios de estudiosos, diplomáticos, especialistas y políticos avezados en el tema. Putin se negó, como siempre ha hecho, a negociar sobre estos temas puestos claramente en el tablero.

Me he extendido lo sé, y me quedaré corta. Terminaré diciendo que aquellos que todavía se atreven en su magna ignorancia y maldad a decir que esta guerra es falsa, y que Putin tiene razón, no son más que gente de muy baja entraña. Que no piensan para nada en las familias ucranianas y en las víctimas de uno y otro lado. Ayer mismo vi llorar a un padre al que su hijo de 16 años esta guerra le arrebató la vida. También vi llorar madres rusas que no saben qué hacer cuando se les pide que vayan a buscar los cadáveres de sus hijos soldados enviados como carne de cañón por Putin. Seamos cuerdos, dejen por una puta vez la indolencia y la estupidez a un lado. Sí, por una puta vez.

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