La gente o, como diría Julio Iglesias, las gentes que el primer día se fueron a protestar a Ferraz, siguiendo un impulso o por ser el PSOE autor del golpe, quizás hayan acertado de pleno. Tirando de esa cereza siguen las demás. Es muy difícil herir al PSOE (herirlo políticamente, Gandhis del negroni) sin que se resienta el régimen. Ir a por el PSOE es ya, en sí mismo, ir a por el Régimen. Porque el PSOE no es un partido más, es El Partido y tiene más importancia de la que dicen sus votos, igual que la envergadura del jugador de baloncesto no se mide por su altura sino por lo que alcanzan sus brazos. Los brazos del PSOE son gasolísticos, tocan más allá.
No solo tiene una gran penetración institucional. Es como un gran hub político, un centro de comunicaciones con el exterior global donde se conectan influencias foráneas. Es como un aparato o nave vacía que sirve para enlazar conexiones exteriores y para llenarse de lo que vaya llegando. Es una plataforma muy sensible, un puerto, un gran contenedor, un centro de logísticas geopolíticas e ideológicas.
Tiene esa flexión exterior y una importantísima interior, territorial. Es el elemento bisagra y pivotante de lo federal. Gran regleta interna que conecta a los separatismos, que los anuda y los liga en una salsa inverosímil, finísima, que pese a todo va colando.
Ojo a su naturaleza axial: el PSOE recibe los grandes cables del extranjero y a él se conectan los del interior. Hub exterior, hub interior. Gran plataforma donde lo internacional (ah, viejos enemigos) penetra en España y donde lo español se descompone en secesiones. Es el motorcillo (brrrr, brrr) de la continua federalización del mundo.
Tiene el PSOE una naturaleza que sólo es falsamente doctrinal. El PSOE es contenedor, es conector, es gozne y bisagra del exterior-interior, del centro-periferia, y también en lo ideológico de cosas importantísimas.
Es, por un lado, administrador de la gestión del franquismo-antifranquismo. Lo ideológico en su dimensión temporal o histórica. Nuestra teología política. Se encarga, como si fuera la concesión de un estanco, de expedir los certificados y sellos de antifranquismo. Tiene esa franquicia en monopolio: el poder de chantaje a quienes fueron o pudieran ser tomados por Antiguo Régimen. El dedo delator.
Además, es el encargado de conectar al empresariado con las fuerzas sindicales, el capital y el trabajo, garantizando la paz social. Se ha especializado también en el chantaje demagógico y sabe mejor que nadie darle al trabajador las bisuterías, los espejitos, los abalorios con los que se calla un rato.
El PSOE administra así la paz ‘transicional’ y la paz social. Capataz de la finca ibérica que cuida los olivos, las ovejas, la casa y el corral. Por eso es el encargado de perpetrar la Segunda Transición. Es ejecutor, pero ¡ejecuta para otros!
Y el PSOE no se queda ahí. Domina otros dos elementos no institucionales. O no visiblemente institucionales.
Por un lado, y de manera fundamental, el Complejo Cultural Industrial, como vemos estos días. Hay un clamor social, diríamos que un colosal canteo, pero no escuchamos a nadie del mundo del cine, la televisión, el humor, la literatura, la música… No dicen ni pío. Puede salir Sánchez comiéndose un niño en pepitoria que no rechistarán. Todo el mundo de la cultura, alta, baja o simplemente mediocre está callado. El PSOE controla el complejo industrial cultural y con ello la factoría principal de hegemonía (que consiste en determinar qué es lo risible, de qué se puede uno reír).
Todo esto que hace el PSOE lo hace el PSC antes, como en un laboratorio tecnológico, un I+D. En este caso el yo imita al mini-yo. Son los dueños de la gran verborrea-bisagra, los comunicadores ya cansinísimos de estos años, los autores de la gran flexión narrativa con la que producir articulaciones antipopulares, elitistas. La sociedad española ha de ir por sus cauces, por sus tubos conductores, y por eso la profunda cultura española debe ser erradicada. De otro modo es imposible el empalme que pretenden.
Además, y por si fuera poco, el PSOE tiene una historia de relación con nuestro Deep State, nuestro Estado Profundo. Si hay un partido que conozca nuestras cloaclas es el de Ferraz. Por ser nudo le rodea lo intrigante.
¡Todo esto está en Sánchez biográficamente! ¡De forma mágica, lo global y lo cloacal! ¡La Sauna y la ONU!
Además, el PSOE domina al PP, su siamés, un siamés al que trata a capones, con el que tiene una relación psicológica rara desde lejos pero con una lógica interna. Son un poco los hermanos de As Bestas. La palabra la tiene Luis Zahera; el otro es tontito pero hace lo mismo solo que un poco después, con retardo. Sin el PSOE, el PP quizás se convertiría en polvo (chalecos flotantes de repente) implosionaría o, libre ya, mutaría en otra cosa. Quizás dejaría la política.
Por todo lo anterior. Vencer al PSOE es mucho más que vencer al PSOE. El PSOE es más que Ferraz. Ferraz es una especie de tapadera, el restaurante que encubra un emporio. Un Bada Bing de charos. Por lo mismo, derrotar al PSOE emanciparía y liberaría muchas cosas. Es el gran palo del sombrajo, la cruz del espinazo del 78 y con él, de estocada mortífera, caería ese toro malísimo, embistiendo, eso sí, a diestro y siniestro. Pero más a diestro.