«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Licenciada en Periodismo por la Universidad CEU San Pablo y Máster en Periodismo de Agencia por la Universidad Rey Juan Carlos. Tras casi una década en el Grupo Intereconomía (La Gaceta, Intereconomía TV y Semanario Alba), es ahora jefa de Prensa del Grupo Parlamentario VOX en el Congreso de los Diputados.
Licenciada en Periodismo por la Universidad CEU San Pablo y Máster en Periodismo de Agencia por la Universidad Rey Juan Carlos. Tras casi una década en el Grupo Intereconomía (La Gaceta, Intereconomía TV y Semanario Alba), es ahora jefa de Prensa del Grupo Parlamentario VOX en el Congreso de los Diputados.

¿Quién da más? España, a subasta 

18 de septiembre de 2023

Con el hagan juego parlamentario en marcha, y con pocas esperanzas en la investidura azul, las apuestas de los tahúres de la política miran al rojo. Al todo al rojo, se podría decir. 

Desde los separatistas-chantajistas de siempre —magistralmente repasados, por cierto, en la pieza de La Gaceta que firma Pablo Tena— hasta les jugadores de Podemos, unos y otros van subiendo la apuesta a un Pedro Sánchez entretenido con la purga preventiva y disuasoria en las filas de su partido y dispuesto, al parecer, a vender la España que no le pertenece a cambio de más tiempo en el colchón de la Moncloa.

Ha sido la secretaria general de los morados, la feministísima Ione Belarra, la que ha recordado a Sánchez que, además de los de los separatistas, necesita sus votos para salir airoso de una sesión de investidura. Cuánto hay de farol y cuánto de verdad en el órdago de Podemos —que se sometió con tanta teatralidad como resignación a la cancelación de su súper ministra Montero cuando así lo exigió Yolanda— se sabrá sólo al votar sí o no a Sánchez pero, si damos por buena la versión oficial, el presidente en funciones tendrá que revalidar en el cargo a la cara visible del «sólo sí es sí» y comprometerse a subir el salario mínimo (lo que, viniendo la propuesta de Podemos, sabemos que supondrá un nuevo estacazo también para al emprendedor modesto que trata de sacar adelante un negocio). En resumen, que el más que probable discurso de investidura de Pedro Sánchez acabaría siendo, condición tras condición, una trágica narración de traiciones, indultos, ruina, división y radicalismos varios como preludio de la era negra que se cierne sobre España. 

Bien es cierto que sería, de suceder, un discurso avalado por más de 11 millones de votos y el 50% de los votantes, si sumamos las papeletas de PSOE, Sumar, Esquerra, Junts… y enemigos varios. ¿O podemos concedernos creer que alguno de los casi ocho millones de españoles que ha votado a Sánchez no contaba con ese triple salto mortal de la política que supone negociar con quien no puede pisar territorio español si no quiere ser detenido, es decir, con Puigdemont, el otorgador? Porque, de ser así, de creer que ni siquiera todos los socialistas contemplan con buenos ojos esta investidura al precio que sea, podríamos encontrarnos en el escenario de unas nuevas elecciones generales. 

Será, al fin y a la postre, lo que decida Sánchez y será, por tanto, lo que más convenga a los intereses del mismo Sánchez. Lo que digan las encuestas; lo que le susurren al oído sus asesores de confianza, lo que su manual de resistencia le revele por la noche… quién sabe. Pero, si sucediera, si en lugar de la España subastada tuviéramos en unos meses una España preguntada de nuevo en las urnas, sería bueno que algunos sacaran conclusiones. Los mismos que vendieron la piel del oso antes de cazarlo; los mismos que repartieron ministerios y prometieron pagas extra a funcionarios de Correos y que andan hoy programando reuniones de no-investidura para rellenar calendario. Los mismos que, en lugar de celebrar las buenas noticias que llegan de Castilla y León (poderoso crecimiento de la región) o de Baleares (conquista de la libertad lingüística), organizan manifestaciones con derecho de admisión e insisten en la cantinela del «voto útil» para orillar al único partido con el que han podido descabalgar al socialismo en no pocos lugares. 

Ojalá un poco de inteligencia y sentido común en la próxima ocasión que tengamos para evitar la subasta de España.  

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