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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Rajoy y Díaz se necesitan

13 de septiembre de 2016

No sólo la política hace extraños compañeros de cama, como parece haber dicho Churchill. Todo ámbito en el que haya un interés y varios interesados puede generarlos. Sin embargo, es cierto que allá en donde el interés material sea más grande y el premio del éxito más augusto será más sencillo comprobar que unos y otros interesados están dispuestos a cerrar los ojos y taparse la nariz para acceder al lecho de cuya cópula puedan obtener una ventaja para sus objetivos. Y la política, sin duda, es uno de esos campos.

Podríamos decir que Rajoy y Susana Díaz se necesitan mutuamente en este momento. Si Pedro Sánchez se saliera con la suya y, en el Comité-Congreso que convocarán los barones después de las elecciones gallegas y vascas para pedir su cabeza, forzándole a abstenerse bajo la amenaza de formar una gestora hasta el congreso oficial, consiguiera condicionar la abstención del PSOE a la dimisión de Rajoy habría ganado la partida. Rajoy no dimitirá e iremos a unas terceras elecciones con el candidato del PP como responsable, máxime si debido al voto por correo no se consigue neutralizar la tropelía rajoyesca de enviar a los ciudadanos a votar en Navidad. En primer lugar, Sánchez habría ganado tiempo y, además, quién sabe lo que puede ocurrir en dichos comicios que en tiempo y forma son una verdadera tomadura de pelo para los españoles.

Por el contrario, a mi modo de ver Rajoy interesa a Díaz. Si pretende llegar a la Moncloa, la baronesa necesita reconstruir su partido desde los cimientos y armar una estrategia nacional que le permita reconquistar la E para el partido socialista y abrir distancias respecto al populismo neomarxista. Eso no se hace en dos días, por lo que necesita de un tiempo durante cual Rajoy, como candidato amortizado para las siguientes elecciones pero que en modo alguno permitirá la designación inmediata de un sucesor, le viene como anillo al dedo de sus ambiciones. Una legislatura lo suficientemente larga como para reorganizar su partido y lo suficientemente corta para sorprender sin candidato al PP. En el momento que lo considerase oportuno, ella misma, con una moción de censura o con la denegación de la ley de presupuestos, convocaría elecciones con posibilidades de obtener un buen resultado, cosa mucho más difícil con un presidente del gobierno popular nuevo o con un candidato bregado.

 

Dedicados como están en exclusiva al cultivo de sus intereses, es bastante probable que ambos jefes ya se hayan dado recíprocas muestras de afecto en la intimidad. Y, dado que el lugar y la fecha del enlace parecen claros, sólo habría que esperar a que el zascandil de Sánchez no les agüe una fiesta en la que tienen como invitados de piedra a todos los españoles. 

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