«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Abogado. Columnista y analista político en radio y televisión.
Abogado. Columnista y analista político en radio y televisión.

Recordar la esclavitud

5 de mayo de 2022

Sucedió el pasado 26 de abril en la Comisión de Política Territorial. Se debatía una proposición no de ley “sobre memoria histórica sobre la esclavitud y su relación con España y de medidas de reparación”. La había presentado el Grupo Parlamentario Confederal de Unidas Podemos-En Comú Podem-Galicia en Común. Esto solo ya debería despertar las peores sospechas. Cuando los enemigos de España se refieren a ella, nunca es con buenas intenciones. Por otra parte, no hay causa, por justa que sea, que los hombres del Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla en nuestro país no terminen manchando. 

En efecto, la estrategia para intentar deslegitimar las democracias occidentales —y sólo a ellas, nótese bien— es emplear políticamente la historia y la memoria. A partir de ahí, formularán distintas pretensiones desde exigencias de perdón hasta indemnizaciones. Sin embargo, el objetivo final es imponer culpas colectivas no sobre individuos, sino sobre una civilización entera: la nuestra. En América, han secuestrado figuras históricas como Bolívar y San Martín hasta convertirlos en caricaturas de lo que verdaderamente fueron. Han reescrito la historia y, a menudo, se le han inventado directamente para convertir a los imperios precolombinos en paraísos ecológicos e “inclusivos” que anticipaban los Objetivos de Desarrollo Sostenibles y la Agenda 2030, el Libro Rojo del globalismo. Han empleado todos los tópicos de la Leyenda Negra para impulsar la agenda política del castrismo, el chavismo y el madurismo.

A Podemos no parece preocuparles tanto la esclavitud en la Cuba comunista o en el territorio controlado por el Estado Islámico a lo largo de estos años como la de hace algunos siglos

Este uso torcido de la historia y la memoria no se ha dado sólo en España. Al calor de las Organización de Naciones Unidas —algún día habrá que hablar de su verdadero papel en el debilitamiento de los Estados nacionales— ha habido todo un despliegue de memoriales, conmemoraciones y eventos internacionales cuya finalidad no era hacer justicia, sino buscar la deslegitimación de Occidente. Los argumentos de autoridad que los enemigos de España han empleado contra ella no han sido tanto historiadores de la esclavitud como la Unesco. No es que los hechos que recoge la proposición sean falsos, sino que están sesgados. 

Resulta interesante que la proposición no de ley omita, por ejemplo, la existencia de esclavitud en nuestros días tanto en su forma de trabajos forzados como en otras dimensiones como el trabajo infantil, los matrimonios forzosos o el reclutamiento de niños como soldados. Tal vez traer la denuncia de la esclavitud hasta la actualidad hubiese impedido el verdadero objetivo de esta proposición, que es imponer el estigma de la culpa sobre nuestra civilización. 

Estuvo muy lúcido ahí el profesor Francisco José Contreras, portavoz de Vox en la comisión, que arrojó luz y llamó a las cosas por su nombre al aludir a la “culpa blanca”, el intento de “demonización de la civilización occidental como la más criminal de la historia” y la responsable de todos sus males. Dentro de esa tendencia, cuyos efectos en los Estados Unidos van desde el movimiento Black Lives Matter hasta la “cancelación” de filósofos, estadistas y artistas o las propuestas de abolición de la policía por considerarla un instrumento de discriminación racial.

Conviene, pues, estar alerta ante la verdadera finalidad de esta acción parlamentaria: la disolución y la fractura de las sociedades a partir de la explotación de pretendidos agravios históricos.

Sin duda, es preciso juzgar el pasado y aprender sus lecciones. La trata de esclavos fue una abominación y sólo genera tristeza o desconcierto que quienes pretenden condenarla hace siglos callen ante la esclavitud que impusieron los totalitarismos de nuestro tiempo empezando por el comunismo. El Gulag se creó oficialmente en 1930. A los proponentes no parece preocuparles tanto la esclavitud en la Cuba comunista o en el territorio controlado por el Estado Islámico a lo largo de estos años como la de hace algunos siglos sin llegar, naturalmente, a Al-Ándalus. 

El empeño en recordar y combatir la esclavitud debería ser una causa común, pero Unidas Podemos ha preferido emplearla como pretexto para atacar, de nuevo, a España.

Estos silencios —la proposición no menciona que, como apuntaba el profesor, sólo la civilización occidental ha abolido la esclavitud ni otras formas de esclavitud como la intraafricana o la islámica— estos silencios, digo, delatan la intención última de la iniciativa. También la revela esa ocultación clamorosa del movimiento antiesclavista, algunos de cuyos líderes estuvieron movidos directamente por su fe cristiana como William Wilberforce (1759-1833) o el cardenal Lavigerie (1825-1892), fundador de la Sociedad de los Misioneros de África e impulsor de la campaña por la abolición de la esclavitud en 1888. También España tuvo su contribución a través de la Sociedad Abolicionista fundada en 1864.

No hay civilizaciones perfectas. Todas han conocido la explotación del hombre por el hombre. La trata de esclavos es uno de los episodios más terribles y abominables de la historia de la humanidad. Por desgracia, aún no se han escrito sus últimas páginas. Sigue habiendo esclavos hoy en África y en Asia. Millones de ellos sufren explotación a manos de Estados, organizaciones terroristas y “señores de la guerra”. El empeño en recordar y combatir la esclavitud debería ser una causa común a todas las fuerzas políticas, pero el Grupo Parlamentario Confederal de Unidas Podemos-En Comú Podem-Galicia en Común ha preferido emplearla como pretexto para atacar, de nuevo, a España, que es a fin de cuentas lo que de verdad les interesa.

.
Fondo newsletter