Rubalcaba ha dicho que abandona la polĆtica. Cuando eso ocurra, si es que ocurre, sabremos que esta vez ha dicho la verdad. Mientras tanto aquĆ sigue; es cierto que el Congreso le ha hecho una florida despedida que es dudoso que merezca, pero el adiós muy bien puede ser prematuro: es bastante probable que ese Pleno no sea el Ćŗltimo al que asista, toda vez que se prevĆ©n oficiosamente uno o dos Plenos extraordinarios antes del fin del perĆodo de sesiones. Por otra parte, el veterano polĆtico socialista ha anunciado que va a reintegrarse a la docencia, y eso ya es de digestión demasiado difĆcil, pues cuando se haya puesto al dĆa despuĆ©s de decenios de abandono de la QuĆmica estarĆ” ya a las puertas de la jubilación. Pero es que Rubalcaba es asĆ; dice las cosas, y hasta que se confirman no hay forma de saber si ha dicho la verdad, porque hay que tener en cuenta que a veces la dice.
Hay quien opina que a Rubalcaba se le perdonarĆ” todo porque lo harĆ”n bueno los que van a sucederle en el partido. Creo que pensar asĆ es un error serio. Es posible, desde luego, que la nueva dirección del partido socialista, acomplejada por la emergencia de ese grupo leninista entre bolivariano y castrista llamado Podemos, quiera competir con Ć©l en adolescencia izquierdista y, al final, conduzca al PSOE a la pura marginalidad en beneficio del potaje comunista-bolivariano. Pero eso no parece motivo suficiente para aƱorar a uno de los grandes responsables de que el paĆs, y con Ć©l el partido socialista, haya llegado a esta situación.
Rubalcaba ha tomado parte activa en la tarea de desactivación sistemĆ”tica y metódica de los controles del poder que establece la Constitución, y que empezó nada mĆ”s llegar GonzĆ”lez al Gobierno en 1982 con la incautación de Rumasa, siguió con la organización del terrorismo de Estado, continuó con la Ley del Poder Judicial y sus cuotas, prosiguió con la organización del mecanismo fraudulento de financiación del PSOE, abundó con el intento -logrado sólo en parte- de acallar los medios discrepantes o crĆticos. Rubalcaba fue el cĆnico portavoz del Gobierno de los GAL, el responsable directo de la Logse, el estrecho colaborador de Zapatero en sus disparates (negociación con la ETA, resurrección del guerracivilismo, degradación de la moral social, despilfarro pĆŗblico estratosfĆ©rico, aliento del estatuto separatista catalĆ”n…), el superviviente profesional a cualquier precio. Pero sobre todo ha sido, con la colaboración entusiasta del PP, uno de los grandes artĆfices de la prostitución del sistema polĆtico pensado para un cierto bipartidismo y convertido en un duopolio cerrado de dos partidos que se dedican a repartirse el poder y bloquear cualquier asomo de renovación de los dos partidos grandes y la emergencia de los pequeƱos.
Algunos, desde hace aƱos, alertĆ”bamos del riesgo grave de estar fabricando fascistas con este proceso de desnaturalización de la democracia, porque muchos atribuirĆan al sistema lo que no era sino su perversión. Los primeros sĆntomas de que llevĆ”bamos razón se vieron en la acampada del 15-M, donde los fascistas de ahora se hacen llamar antifascistas. Y muchos ciudadanos picaron ese anzuelo porque muchas de las crĆticas respondĆan a la pura verdad, pero las propuestas para corregir las cosas tenĆan que ver con cualquier cosa menos con la democracia. Pues bien, Alfredo PĆ©rez Rubalcaba (no solo, sino en compaƱĆa de otros, y no Ćŗnicamente del PSOE) es uno de los responsables principales de que los nuevos fascistas tuvieran munición crĆtica real para sus aspiraciones.
Ahora, en un esfuerzo desesperado por sobrevivir, los beneficiarios del sistema trucado intentarÔn convencer al electorado de que hay que volver al bipartidismo trucado, apelando al voto útil y demÔs artimañas para meter miedo. Pero con un PP desenmascarado y un PSOE destruido, eso ya no tiene mucho sentido. Nos esperan tiempos inciertos.