«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.
Periodista, insiste en que no ha hecho otra cosa en su vida, a pesar de que ha sido profesor universitario (San Pablo-CEU), empresario (del equipo fundador del Grupo Recoletos), asesor de la Conferencia Episcopal (Subcomisión de Familia y Vida), etc. Como periodista lo ha hecho todo en prensa escrita, radio y TV: director del diario Ya, creador de las tertulias políticas radiofónicas, director y presentador de Argumentos en Popular TV y de Alguien tenía que decirlo en Intereconomía TV. Partidario de la vida frente a la muerte, de la luz frente a la tiniebla, de la verdad frente a la mentira, del amor frente al odio, de la alegría frente a la tristeza, Ramón Pi es uno de los periodistas más conocidos de España. Su fama está avalada por una larga trayectoria profesional y por el ejercicio de la profesión periodística desde la coherencia. El periodista está considerado por muchos como uno de los creadores del género de las tertulias políticas radiofónicas. Actualmente desarrolla su actividad profesional en el Grupo Intereconomía.
Periodista, insiste en que no ha hecho otra cosa en su vida, a pesar de que ha sido profesor universitario (San Pablo-CEU), empresario (del equipo fundador del Grupo Recoletos), asesor de la Conferencia Episcopal (Subcomisión de Familia y Vida), etc. Como periodista lo ha hecho todo en prensa escrita, radio y TV: director del diario Ya, creador de las tertulias políticas radiofónicas, director y presentador de Argumentos en Popular TV y de Alguien tenía que decirlo en Intereconomía TV. Partidario de la vida frente a la muerte, de la luz frente a la tiniebla, de la verdad frente a la mentira, del amor frente al odio, de la alegría frente a la tristeza, Ramón Pi es uno de los periodistas más conocidos de España. Su fama está avalada por una larga trayectoria profesional y por el ejercicio de la profesión periodística desde la coherencia. El periodista está considerado por muchos como uno de los creadores del género de las tertulias políticas radiofónicas. Actualmente desarrolla su actividad profesional en el Grupo Intereconomía.

Rubalcaba dice adiós

29 de junio de 2014

Rubalcaba ha dicho que abandona la política. Cuando eso ocurra, si es que ocurre, sabremos que esta vez ha dicho la verdad. Mientras tanto aquí sigue; es cierto que el Congreso le ha hecho una florida despedida que es dudoso que merezca, pero el adiós muy bien puede ser prematuro: es bastante probable que ese Pleno no sea el último al que asista, toda vez que se prevén oficiosamente uno o dos Plenos extraordinarios antes del fin del período de sesiones. Por otra parte, el veterano político socialista ha anunciado que va a reintegrarse a la docencia, y eso ya es de digestión demasiado difícil, pues cuando se haya puesto al día después de decenios de abandono de la Química estará ya a las puertas de la jubilación. Pero es que Rubalcaba es así; dice las cosas, y hasta que se confirman no hay forma de saber si ha dicho la verdad, porque hay que tener en cuenta que a veces la dice.

Hay quien opina que a Rubalcaba se le perdonará todo porque lo harán bueno los que van a sucederle en el partido. Creo que pensar así es un error serio. Es posible, desde luego, que la nueva dirección del partido socialista, acomplejada por la emergencia de ese grupo leninista entre bolivariano y castrista llamado Podemos, quiera competir con él en adolescencia izquierdista y, al final, conduzca al PSOE a la pura marginalidad en beneficio del potaje comunista-bolivariano. Pero eso no parece motivo suficiente para añorar a uno de los grandes responsables de que el país, y con él el partido socialista, haya llegado a esta situación.

Rubalcaba ha tomado parte activa en la tarea de desactivación sistemática y metódica de los controles del poder que establece la Constitución, y que empezó nada más llegar González al Gobierno en 1982 con la incautación de Rumasa, siguió con la organización del terrorismo de Estado, continuó con la Ley del Poder Judicial y sus cuotas, prosiguió con la organización del mecanismo fraudulento de financiación del PSOE, abundó con el intento -logrado sólo en parte- de acallar los medios discrepantes o críticos. Rubalcaba fue el cínico portavoz del Gobierno de los GAL, el responsable directo de la Logse, el estrecho colaborador de Zapatero en sus disparates (negociación con la ETA, resurrección del guerracivilismo, degradación de la moral social, despilfarro público estratosférico, aliento del estatuto separatista catalán…), el superviviente profesional a cualquier precio. Pero sobre todo ha sido, con la colaboración entusiasta del PP, uno de los grandes artífices de la prostitución del sistema político pensado para un cierto bipartidismo y convertido en un duopolio cerrado de dos partidos que se dedican a repartirse el poder y bloquear cualquier asomo de renovación de los dos partidos grandes y la emergencia de los pequeños.

Algunos, desde hace años, alertábamos del riesgo grave de estar fabricando fascistas con este proceso de desnaturalización de la democracia, porque muchos atribuirían al sistema lo que no era sino su perversión. Los primeros síntomas de que llevábamos razón se vieron en la acampada del 15-M, donde los fascistas de ahora se hacen llamar antifascistas. Y muchos ciudadanos picaron ese anzuelo porque muchas de las críticas respondían a la pura verdad, pero las propuestas para corregir las cosas tenían que ver con cualquier cosa menos con la democracia. Pues bien, Alfredo Pérez Rubalcaba (no solo, sino en compañía de otros, y no únicamente del PSOE) es uno de los responsables principales de que los nuevos fascistas tuvieran munición crítica real para sus aspiraciones.

Ahora, en un esfuerzo desesperado por sobrevivir, los beneficiarios del sistema trucado intentarán convencer al electorado de que hay que volver al bipartidismo trucado, apelando al voto útil y demás artimañas para meter miedo. Pero con un PP desenmascarado y un PSOE destruido, eso ya no tiene mucho sentido. Nos esperan tiempos inciertos.

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