«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Escritor, conferencista. Consultor político. Doctor en Derechos Humanos. Maestro en Filosofía, Cultura y Religión. Activista católico, provida y profamilia, y contra el socialismo, el comunismo y el progresismo. Presidente de “Nueva Derecha Hispanoamericana” y Fundador del Ejército Cristero Internacional. Speaker en CPAC 2022 y en el Congreso Iberosfera Monterrey. Ex Secretario de Comunicación del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Acción Nacional (PAN). Premio Nacional de Periodismo 2007, otorgado por la ONU en México. Analista Geopolítico. Su más recientes libros son: “La Contrarrevolución Cultural frente al marxismo posmoderno” (2022), y “La Nueva Derecha: el retorno de Dios a la cultura, ante el supremacismo progresista” (2023).
Escritor, conferencista. Consultor político. Doctor en Derechos Humanos. Maestro en Filosofía, Cultura y Religión. Activista católico, provida y profamilia, y contra el socialismo, el comunismo y el progresismo. Presidente de “Nueva Derecha Hispanoamericana” y Fundador del Ejército Cristero Internacional. Speaker en CPAC 2022 y en el Congreso Iberosfera Monterrey. Ex Secretario de Comunicación del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Acción Nacional (PAN). Premio Nacional de Periodismo 2007, otorgado por la ONU en México. Analista Geopolítico. Su más recientes libros son: “La Contrarrevolución Cultural frente al marxismo posmoderno” (2022), y “La Nueva Derecha: el retorno de Dios a la cultura, ante el supremacismo progresista” (2023).

Rusia y China se burlan de Biden

26 de febrero de 2022

Estados Unidos está siendo consumido desde dentro por una revolución «woke», socialista, neo-maoísta que impone un pensamiento único, hegemónico, de «corrección política», que no es sino marxismo posmoderno, y persigue a los conservadores, su fe y tradiciones.

Estas estrategias para deconstruir Occidente tienen su antecedente más palpable en Mao Tse Tung, quien encabezó la revolución cultural china (1966-1976).

El régimen de Xi Jinping necesita un Occidente demolido en su moral, religión y valores para imponerse como un modelo integral a escala global

Tal revolución, que dejó más de 15 millones de muertos, se basaba en dos puntos que hoy retoma culturalmente la izquierda estadounidense: acabar con los disidentes de su ideología -a golpes, cárcel o muerte-, y arrasar con la religión y las tradiciones milenarias. La revolución cultural de Mao fue una versión nacional del gran reseteo que ahora vemos en todo el hemisferio occidental.

Ingenuo sería no advertir que el movimiento «woke» de Estados Unidos funciona como avanzada cultural maoísta del Partido Comunista de China (PCCh). El Dragón Rojo ya es la hegemonía mundial a nivel económico, pero su dominancia militar y cultural está en plena construcción.

El régimen de Xi Jinping necesita un Occidente hincado, demolido en su moral, religión y valores, para imponerse como un modelo integral a escala global. Además, el virus pandémico diseminado desde sus tierras y que postró al mundo los dos últimos años, luce ahora menos como una simple casualidad, y más como un plan para alfombrar un nuevo orden mundial.

En este proyecto, cuyos principales adversarios en apariencia son los grandes gigantes económicos occidentales, las élites del globalismo y su Agenda 2030, China necesita mucho de Rusia, que hace las veces de imparable vanguardia militar.

Por ello Donald Trump aseguró hace unos días que tras la invasión de Rusia a Ucrania, China irá por Taiwán. Esto se podría dar por hecho. Y seguramente, Rusia no sólo se quedará con Ucrania, sino con otros países que se agruparon en la URSS, así como China no sólo buscaría anexarse a Taiwán.

En cuanto al mundo hispanoamericano, no hay consensos. Alberto Fernández -quien no sólo es el presidente socialista de Argentina, y está en plena campaña para reelegirse en 2023, sino que es el líder de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC) que agrupa a todos los países de América, menos a Estados Unidos y Canadá-, viajó hace unos días a Rusia y a China, entregándose en cuerpo y alma a ese nuevo bloque geopolítico.

La revolución cultural de Mao fue una versión nacional del gran reseteo que ahora vemos en todo el hemisferio occidental

Dicho sea de paso, Brasil abandonó las filas de la CELAC en enero de 2020, porque el socialismo blando empezaba, con Andrés Manuel López Obrador, líder de la CELAC en 2020 y 2021, a sentirse como la “ideología oficial” de tal agrupación que aspira a sustituir a la OEA.

Fernández dijo a Putin que Argentina sería la puerta para que Rusia entrara plenamente en América Latina. Luego viajó a la inauguración de los juegos de invierno en China, puso flores en el mausoleo de Mao –muy simbólico- y firmó su afiliación en las filas de la nueva ruta de la seda, para llevarse 20 mil millones de dólares de China a su patria, donde construirá el Dragón Rojo una central nuclear e infraestructura de comunicación.

Ya nadie tiene que invadir Argentina, porque a cambio de perpetuarse en el poder y de muchos fondos para reactivar una economía por los suelos, Fernández se ha abrazado a la nueva mancuerna oriental que luce ya a la cabeza del nuevo orden mundial. Que no, no es el que anunció Bush padre en 1991.

Habría que ver, de paso, si las Malvinas, no serán también “recuperadas” para Argentina bajo el tutelaje del PCCh,  cuyas cabezas han declarado su apoyo al país sudamericano en este sensible tema.

Pero el de Fernández no es el único entreguismo a Rusia-China. Venezuela y Cuba ya se han manifestado en apoyo a Putin en la invasión a Ucrania. México guarda hasta ahora un ominoso silencio. Y pensar que López Obrador ofreció a Joe Biden el 24 de julio de 2021 apoyo para contrarrestar la lucha de China por coronarse como hegemonía del mundo y ahora anda escondido…

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