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Alicante, 1987. Escribe noticias desde que tiene uso de razón. Ha trabajado en radio, prensa escrita y televisión en medios como Radio Intereconomía, El Toro TV y Okdiario. Siempre en los últimos reductos de la libertad de expresión.
Alicante, 1987. Escribe noticias desde que tiene uso de razón. Ha trabajado en radio, prensa escrita y televisión en medios como Radio Intereconomía, El Toro TV y Okdiario. Siempre en los últimos reductos de la libertad de expresión.

Samantha Hudson da más que asco

7 de marzo de 2024

No sabía yo demasiado del ser humano —por decir algo— llamado Iván González y de nombre artístico Samantha Hudson. Era muy afortunada, porque tras descubrir a semejante personaje de la mano de una marca de aperitivos —¡No os lo perdonaré jamás, Doritos!— ahora no sólo siento una profunda indignación. Lo mínimo con un hombre capaz de escribir cosas tan terribles acerca de niños, aunque sea en tono de humor. También me invade un asco tan instintivo que no creo que pueda volver a comerme un nacho con queso en mi vida.

La ira es extensible a la lumbrera encontró maravillosa la idea de asociar su marca a un señor que celebra presuntas violaciones a menores. Repito: aunque sea presunta broma, no es no. No tenemos que soportar en el espacio público gente moralmente inaceptable —e Iván González lo es— incitando a la pederastia. Luego pasan cosas como las violaciones a menores tuteladas y nos echamos las manos a la cabeza.

Existen incontables youtubers infantiles que promueven buenos valores en vídeos en general cursísimos —palabra que me he inventado porque odio decir «cursilísimo»—. Hay incluso muchísimos, bastante petardos en general, que simplemente se limitan a jugar en sus vídeos. Por eso me resulta especialmente incomprensible esta decisión de PepsiCo eligiendo como imagen a Samantha Hudson. Se me pone mal cuerpo sólo de pensar que mis hijos llegaran a ver algún anuncio protagonizado por el individuo. Algo muy probable si un grupo de gente decente no se organiza a tiempo para boicotearlo.

Resulta además que Irene Montero galardonó al tal Samantha con el premio ‘Orgullo de País’ por su «esfuerzo y dedicación» para «hacer normal lo que es normal». Que Montero da el mismo asco moral que este travesti yo ya lo sabía. Que ni uno ni otra son normales, también. Y que a mis hijos les voy a explicar todo esto de forma que lo puedan entender, supongo que ellos no lo saben, pero yo sí.

No es que Samantha Hudson sea muy desagradable de ver, que supongo que ya le gustaría ser guapo, es que además luce una higiene descuidada y hace y dice constantemente cosas inaceptables. Y la progresía, con Igualdad a la cabeza intenta hacernos tragar ruedas de molino. Que esto es progre, guay y chulísimo. Pues miren, no.

No voy a criticar que Iván-Samantha salga ataviado con bikinis de cadenas indescriptibles y similar siempre y cuando lo haga en contextos para adultos. Pero nadie me va a convencer de que puede ser un ejemplo de nada y menos de normalidad. Ni para mis hijos ni para mi. Ya no se trata sólo de las patochadas típicas de ‘inclusión’, ‘diversidad’ o ‘derechos trans’. Hablamos de un tipo que se divierte haciendo insinuaciones pedófilas.

Así que de momento, pese a la retirada de la campaña, mis niños y yo vamos a empezar por dejar de ver los partidos del Real Madrid tomando unos Doritos —los favoritos del mayor— y unas Lays Campesinas —las favoritas del pequeño—. Y si muchos hacemos lo mismo, además de apreciar que no nos gusta Samantha, puede que entiendan y reflexionen el porqué. Y que las Samanthas Hudson de la vida acaben donde deben, que es apartadas de las personas éticamente funcionales.

Creo que el elemento también aparece en Antena 3. Habrá que darle una pensada a qué hacer con sus anunciantes.

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