«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Alicante, 1987. Escribe noticias desde que tiene uso de razón. Ha trabajado en radio, prensa escrita y televisión en medios como Radio Intereconomía, El Toro TV y Okdiario. Siempre en los últimos reductos de la libertad de expresión.
Alicante, 1987. Escribe noticias desde que tiene uso de razón. Ha trabajado en radio, prensa escrita y televisión en medios como Radio Intereconomía, El Toro TV y Okdiario. Siempre en los últimos reductos de la libertad de expresión.

Si alguien nos salva…

29 de febrero de 2024

Vengo sola en mi coche a LA GACETA, no tengo secretaria, no tengo a nadie atrás ni al lado. Me enfrento a todo el poder político de una parte y de otra y lo tengo que hacer sola. Esta columna la he tenido que teclear yo con mis propios deditos y me he hecho el café que bebo mientras la escribo. En las últimas 48 horas le he podido decir esto a unas cincuenta personas, pero es que me tiene apasionada. Tanto como los miembros del PP que van a rezar por sacerdotes que no les dan la razón. Españita está hecha unos zorros, o por ser más inclusiva, unas zorras. Y además no nos van a salvar ni José Luis Ábalos ni el PP.

Esto hay que tenerlo muy claro: por mucha gracia que nos hagan Ábalos transfigurado en Escarlata O’Hara y sus memes, el exministro busca su propio bien y nada más. Si alguien le dijera que con sólo saltarse una vez la disciplina de voto de su expartido en la ley de amnistía salva a España de ser despiezada respondería «francamente querida, me importa un bledo».

Porque a Ábalos no le molesta la injusticia, la falta de valores de Pedro Sánchez o dignificar la política. Le molesta que en los partidos viejos estas cosas están más que pactadas. El que se come el marrón de la corrupción si esta se destapa es uno al que le dejan robar más de lo que le correspondería, por cargo insignificante o por falta de inteligencia. Y el que tenía asumido que tenía que tragarse unos marrones que a estas alturas ya son negros medianoche —va a tener que intervenir la Fiscalía Europea— no era él. Y no, nadie va a tirar de la manta. Menos Ábalos, que a diferencia de otros socialistas como Francina Armengol es inteligente y no se va a pegar un tiro en un pie.

Todos éramos conscientes en pandemia de que el PSOE nos estaba robando en nuestras narices y nada se hizo porque nada se puede hacer. Tampoco ahora. Incluyo al PP nacional, que no apoya investigar en el Congreso la compra de mascarillas con sobrecoste que no servían ni para sonarse, no les vaya a salpicar. Eso en mi casa se llama no tener la conciencia muy tranquila.

Sin embargo, en los últimos días he encontrado un rayito de esperanza. Y no lo he hecho en ningún sindicato ni organización de esas que están en cada sitio en el que parece que se quiere cambiar algo para nunca cambiar nada. La he encontrado en los agricultores y ganaderos españoles, con los que he compartido ratos largos los últimos días. A veces se nos olvida a quienes trabajamos en Madrid que España es mucho, muchísimo más que Carmeida 360, la Moncloa y el Congreso.

Al margen de lo que me emocionó ver a mujeres y sobre todo hombres, hechos y derechos, al borde de las lágrimas de emoción cuando me enseñaban fotos de sus viñas, sus campos de cereal o sus animales, y de las lágrimas de rabia cuando me contaban que venden sus productos al mismo precio que sus abuelos hace 40 años, me impresionó comprobar que todos y cada uno de ellos sabían más del Pacto Verde Europeo y la Agenda 2030 que cualquier periodista, profesor o funcionario residente en la capital y con aire cosmopolita que a veces consideran a la gente de campo y de pueblo paleta que prácticamente no sirve para otra cosa. Que cualquiera de ellos —muchos ingenieros— tiene mejor formación que casi todos esos licenciados que producimos en masa, pero que salen de sus centros de estudios sin saber casi nada y condenados a la precariedad.

Y me conmovió saber que ellos, primeros perdedores del globalismo, como en algún momento seremos todos de una forma más cristalina, no piensan rendirse. Porque si alguien nos salva, serán ellos, los que no quieren que Von der Leyen, la que sabe de Naturaleza que un lobo se comió a su poni, les diga qué pueden hacer con la tierra donde sus antepasados ya cortaban tallos, araban o sacaban a pastar a sus animales hace cientos de años. Así que ellos y nosotros, si Dios quiere, tendremos algo, o incluso mucho, y seremos felices.

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