«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
La Gaceta de la Iberosfera
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Escritor, conferencista. Consultor político. Doctor en Derechos Humanos. Maestro en Filosofía, Cultura y Religión. Activista católico, provida y profamilia, y contra el socialismo, el comunismo y el progresismo. Presidente de “Nueva Derecha Hispanoamericana” y Fundador del Ejército Cristero Internacional. Speaker en CPAC 2022 y en el Congreso Iberosfera Monterrey. Ex Secretario de Comunicación del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Acción Nacional (PAN). Premio Nacional de Periodismo 2007, otorgado por la ONU en México. Analista Geopolítico. Su más recientes libros son: “La Contrarrevolución Cultural frente al marxismo posmoderno” (2022), y “La Nueva Derecha: el retorno de Dios a la cultura, ante el supremacismo progresista” (2023).
Escritor, conferencista. Consultor político. Doctor en Derechos Humanos. Maestro en Filosofía, Cultura y Religión. Activista católico, provida y profamilia, y contra el socialismo, el comunismo y el progresismo. Presidente de “Nueva Derecha Hispanoamericana” y Fundador del Ejército Cristero Internacional. Speaker en CPAC 2022 y en el Congreso Iberosfera Monterrey. Ex Secretario de Comunicación del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Acción Nacional (PAN). Premio Nacional de Periodismo 2007, otorgado por la ONU en México. Analista Geopolítico. Su más recientes libros son: “La Contrarrevolución Cultural frente al marxismo posmoderno” (2022), y “La Nueva Derecha: el retorno de Dios a la cultura, ante el supremacismo progresista” (2023).

Socialismo blando para ‘millennials’

23 de diciembre de 2021

En tiempos de marxismo posmoderno las diversas corrientes de izquierda se entretejen y convergen en las políticas públicas, en las iniciativas legislativas, en los criterios de las supremas cortes, en las promesas de campaña, en los discursos, en la mentalidad de los funcionarios, en el marketing y en la Agenda 2030.

El marxismo clásico ha quedado jubilado. Es un pariente viejo con delirios que es mejor mantener en el asilo de ancianos junto a su fusil y boina con estrella roja.

Muchos ‘millennials’ no tienen tiempo para iniciar una revolución socialista armada porque se les ensucian de sangre los tenis Balenciaga. Bien pueden interrumpir el embarazo, pero no el ver la serie «Cuties» en Netflix, fumar mariguana con fines recreativos, y tener sexo con hombres y mujeres, de su mismo club ecológico-animalista, mientras escuchan a Bad Bunny. 

El marxismo posmoderno es un fenómeno sociológico y cultural, el aquelarre donde caben y se mezclan todas las izquierdas

En el marxismo posmoderno –ese que se construye desde el Iphone bebiendo café en el Starbucks- a los jóvenes no les agrada Fidel Castro, ese Ayatolá con casaca militar, pero sí les atrae el Che Guevara, esa máquina de matar, para un buen póster en la pared, o en una playera para salir a marchar el «día del orgullo gay», sin saber que el argentino mandaba a campos de «re-educación» a los homosexuales y despreciaba a los negros.

El marxismo en su versión posmoderna no va contra los ricos porque trabaja para ellos en Facebook, Google, Nike, Amazon, Microsoft, WalMart o Uber, y porque todas estas compañías sostienen un ideario woke y pro-LGTB. 

El millennial izquierdista lucha entonces a través de colectivos supremacistas: el feminista, que busca dividir a la familia, fomentando el odio contra el hombre; el de la agenda homosexual, el negro, el indigenista, el ecologista, el animalista, el transhumanista. 

El marxismo posmoderno es un fenómeno sociológico y cultural, el aquelarre donde caben y se mezclan todas las izquierdas, donde todos estos nuevos supremacismos coinciden con la vieja escuela, la del proletariado armado, contra los dueños de los medios de producción. Foro de Sao Paulo y Grupo de Puebla son dos expresiones de la posmodernidad socialista.  

Un marxista posmoderno ‘millennial‘ es Gabriel Boric, el presidente electo de Chile, (…) quien se sitúa a sí mismo «más a la izquierda» que el Partido Comunista 

El socialismo blando, por su parte, es la ideología, la plataforma electoral, y el programa de acción de gobierno, que posee como características predominantes:

1. Los candidatos llegan al poder no mediante las armas, sino por las urnas, pero una vez en el gobierno, se perpetúan con simulaciones electorales y corrupción. 

2. Militarizan decenas de cargos públicos otrora ocupados por civiles, dando a las fuerzas armadas negocios grandes para que lleven su rebanada del pastel y colaboren políticamente. 

3. Hablan de soberanía nacional, libre autodeterminación de los pueblos, pero son internacionalistas en América Latina, y globalistas que se respaldan en la ONU y ponen impuestos a los ricos. 

4. Con un asistencialismo estructural en sus naciones, dan cheques del gobierno a una vasta base social que es su voto duro, con lo que se van perpetuando en el poder y con lo que desaparecen a las clases medias, dejando sólo élites corruptas de gobernantes y millones de pobres.

5. Se oponen al neoliberalismo, al que ven como padre de todos los males. Son devotos del proteccionismo, de un Estado más grande, de un presidencialismo imperial, e imponen regímenes autoritarios.

6. Su agenda toma de la vieja escuela el ideal: «Por el bien de todos, primero los pobres» (AMLO dixit), y de la nueva izquierda la ideología de género, el feminismo, la teoría crítica de la raza, los supremacismos, el aborto, las sexualidades alternativas, las «masculinidades deconstruidas», y el uso de drogas «recreativas». Son anticristianos y anticlericales.

Un marxista posmoderno millennial es Gabriel Boric, el presidente electo de Chile, quien tiene 35 años. Fue líder estudiantil de un movimiento que destruía las calles (e incluso se quemaban iglesias), se sitúa a sí mismo «más a la izquierda» que el Partido Comunista, se opone al neoliberalismo, promueve una agenda progresista, pro aborto y pro gay, y, ojo, quiere nacionalizar el litio. 

Con esto el Partido Comunista de China estará mucho más feliz, ya que Chile ya es el mayor productor de ese metal en América, donde el dragón rojo ya es propietario de la más grande empresa de energía eléctrica. Así que los ‘millennials’ marxistas posmodernos alfombran al final del día la nueva hegemonía de China y con ello destruyen las libertades en Occidente.  

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