«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
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Sordófobos, bollerófobos y misóginos

22 de mayo de 2023

Admiro a la gente que se presenta a la alcaldía de su pueblo y que cuando sale a tomarse una cerveza se arriesga a que el propio que le pone la caña le diga: «¿y cuándo va a tapar el bache de la esquina que lleva ya dos años y por aquí no ha venido nadie?». El ciudadano es un ser plomo e impertinente per se y el alcalde es un ser humano que jamás tiene su municipio mondo y lirondo.

Debido a la complejidad de la política municipal creo que el perfil del candidato debe ser bastante completo. Yo procuro votar a alguien con buena preparación jurídica, económica, sentido común, prudencia, que sepa rodearse de gente especializada y preparada y que, además, les haga caso. Por eso no es descabellado que alguien de izquierdas vote a un alcalde de derechas y viceversa si ha salido bueno, como los toros. No se vota a un partido siempre, se vota a una persona. 

Bueno, pues esto ha cambiado. El votante actual, o una determinada bolsa de votantes, ya no busca tanto un alcalde que sepa colocar semáforos sincronizados, busca algo más, algo distinto. Lo que cotiza en algunos ámbitos de la política española es la diversidad. Esto no todo el mundo lo ha entendido. Me duele sobremanera lo que le ha sucedido a nuestra incomprendida ministra de Igualdad, paradigma de la modernidad. Aquella que ya empezó a cambiar nuestras vidas con los semáforos inclusivos: la heredera Irene Montero. Ella y sólo ella ha dado con la tecla del nuevo modelo de alcaldesa. Hablemos de lo que Valencia necesita. ¿Necesita un buen arreglo de baches, más pasos de cebra, señalizaciones, limpieza de alcantarillado, por ejemplo? No, necesita una sorda, bollera y feminista. Ahí se condensa todo un programa.  

No me gustaría que nadie que lea este artículo le soplara a Pilar Lima —la alcaldable valenciana— ni a la ministra que lo más probable es que ya ha habido en la historia de España alcaldes y alcaldesas homosexuales y duros de oído, porque les hace muchísima ilusión y porque no parece que la ínclita tenga mayores cualidades para el cargo. Por tanto, ruego discreción. Dejémosles creer que Pilar Lima es la primera en esas circunstancias en optar al puesto. Permitamos que piensen que todos estamos escandalizados por tamaña locura. Me gusta que todo el mundo sea un poco feliz. Seamos generosos para que tengan a quién achacarle su fracaso en las urnas, que serán todos ustedes: los sordófobos, bollerófobos y misóginos. 

Y acuérdense a la hora de votar también de Pam, que ha pedido el voto para los/las/les bisexuales, ya que por alguna razón que desconozco verán sus derechos recortados si gana la derecha. Un poco de empatía, por favor. Aunque esto sí que me lo tendrían que explicar, porque si alguien tiene oportunidades en esta vida es un bisexual, alguien al que en potencia le puede gustar un cien por cien de la población. Los demás estamos coartados por principio a un cincuenta por ciento, ya sean hombres o mujeres. Pero qué sabré yo, pobre de mí.

En fin, ya que veo que ha cambiado el perfil de político clásico y ahora se valoran más otras circunstancias, aprovecho estas líneas para promocionarme para otras convocatorias electorales a las que creo que puedo aportar mi grano de arena en el terreno de la diversidad. Soy Carmen, soy miope, tengo un poco de astigmatismo que junto a cierto grado de presbicia hace que vea menos que Pepe Leches. Hasta aquí creo que podría encajar en cualquier partido, plataforma o movimiento transversal si no fuera porque soy heterosexual y me gustan más los hombres que a un tonto —cada vez que digo tonto me acuerdo del candidato a la alcaldía de Madrid, Roberto Sotomayor— un lápiz, pero es posible que con algo de terapia lo supere. O no.

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