¿Acaso no se llenaban la boca los partidos ‘tradicionales’ invocando a cada momento la voluntad sacrosanta de los ciudadanos como la clave de arco que sostiene el sistema democrático ? Pues aquí la tienen. O mucho cambia el cuento o, tras la última encuesta del CIS, da toda la impresión de que Podemos se ha instalado entre nosotros para quedarse una buena temporada. Ya veníamos advirtiendo que‚ casi cuarenta años después ‚ el tinglado -por mucho que lo apuntalen- no se sostiene. El respetable está muy harto y como el agua, busca salidas por donde sea para encontrar cauce a su indignación y su creciente mala leche ante un entramado institucional -el último número circense nos lo ha brindado el ‘clan Pujol’– montado a mayor gloria y beneficio de unas elites que se han dado en calificar ya como ‘extractivas’ y que, una generación tras otra, la cosa suele ir de apellidos, tienen a su alcance la posibilidad real de confundir su interés empresarial con el publico y de esa forma, en feliz coyunda con los políticos de turno que a poco que se empeñen suelen conseguir permanecer décadas sin ser removidos de donde están, se enriquecen sin límite -comisiones, trato fiscal deferente a sus magros patrimonios en lejanos parajes al agrigo del fisco hispano mientras al grueso de crítica y público le ‘crujen’, a veces hasta un 45 por ciento sin despeinarse.
Dicho lo cual, que diría el maestro Umbral, que no cunda el pánico. La encuesta, que coloca directamente el aliento de Pablo Iglesias a tan sólo… ¡cinco puntos! de la nuca de los socialistas, está perpetrada antes del Congreso del PSOE que, al menos de momento, cuenta ya con un líder provisional que, aunque usted y yo sabemos que no durará mucho (más o menos lo que estime Susana Díaz que tarde en llegar su momento oportuno, que en política tan malo es llegar demsiado pronto como que se te pase el arroz) parece un tipo competente para comenzar la reconstrucción de la ruina socialdemócrata, siquiera cinco minutos antes de que se produzca el ‘sorpasso’, que como es sabido es un término italiano que se empleo por vez primera cuando los comunistas del PCI consiguieron rebasar a los socialdemócratas de Craxi, algo impensable en la política transalpina hasta hacía pocos años.
Por lo que al partido gubernamental se refiere, puede estar algo más tranquilo ‘ma non troppo’. Vaya por delante que no pertenezco a esa cofradía de cachondos que opinan que Podemos es casi un invento del CNI para dividir aún más a la izquierda y terminar con lo que queda del PSOE. Quienes le frecuentan aseguran que Mariano Rajoy lleva ya varios meses tan encantado de haberse conocido que casi levita con las cifras del paro y los datos macro. Tanto que está empezando a ver a Montoro como algo más que un tipo de interés. Alguien debería recordarle en cualquier caso que, o repite mayoría absoluta, cosa que se antoja a un año y medio vista como quimérica, o vuelve a Santa Pola, que allí le espera su plaza de probo Registrador.
Lo cierto es que el terremoto ha sido de tal magnitud que es imposible aún evaluar los desperfectos en el Sistema. Cómo será el entierro del bipartidismo, en qué forma puede producirse ese adelantamiento por parte de la izquierda más extrema y radical -que Anguita a pesar de su pinza nunca consiguió- a la socialdemocracia, que la semana pasada gritaba puño en alto en su Congreso que no pactaría con la derecha y pocos días después proclamaba que ‘son necesarios los pactos’ y que hay que seguir siendo de izquierdas… sin dejar de buscar el centro. Otro que se cree Felipe. Aunque la diferencia entre ambos (y Sánchez tiene ahora la misma edad casi que el sevillano cuando éste llegó a Moncloa) sea de varias galaxias.