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Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Subversiva Nochebuena

24 de diciembre de 2023

Andan los poderes felicitando el solsticio en lugar de la Navidad. Esto revela lo que tienen, sin saberlo, de poderes orientalizados. Hay una negación oficial de la Navidad, así que su simple reconocimiento, por poco espiritual y comercial que sea, ya es algo. Aunque solo sean las «fiestas», un «felices fiestas», eso ya sugiere que de fondo, por lejano que sea, hay algo que resuena, que celebramos algo cuyo eco nos llega.

El antinavideño solsticio de invierno vendría apoyado sin querer por toda la parafernalia invernal norteña de nieves, papá noeles y árboles. A León Bloy no le gustaban los árboles de Navidad, aunque tenía uno en casa que le hacía sufrir porque pensaba que se le caería de un momento a otro. Lo veía como una tradición pagana heredada de los protestantes. Costumbre ajena que sobre todo revelaba o revela la desaparición de «la sencilla fe de nuestros padres».

Los árboles de Navidad, sin embargo, tienen una importancia creciente. Se dan allí los regalos, que qué sitio es ese para los camellos, pero ahora sirven también para escenificar y reafirmar públicamente la unión familiar en el ritual de colocación de adornos, como hemos visto recientemente con Federico de Dinamarca y Mary Donaldson e incluso Sergio Ramos y Pilar Rubio.

A las cosas nevadas, a los renos y santa claus se les suma una especie de abstracción navideña en la iluminación municipal. Igual que en las vidrieras de las iglesias modernas las figuras del Evangelio fueron sustituidas por geometrías, los alumbrados de las ciudades toman formas como matemáticas, frías, poco humanas. Parece la evocación luminosa de un concepto… pero ¿cuál? ¿qué nos querrán decir?

Las mismas costumbres de la Navidad tienen algo subversivo. No el consumo, por supuesto, aunque también se desestacionaliza con las rebajas y el adventicio black friday; pero sí quizás las reuniones familiares, que fueron una cuestión de orden y salud pública en el Covid y que en tiempos de ofensiva política gubernamental adquieren un sentido como mínimo curioso.

En un país donde la información está secuestrada por el Gobierno y su partido cónyuge pimpinelesco, el PP, ¿qué efecto puede tener que personas ajenas a ese discurso se sienten en la misma mesa? ¿Qué subversión puede traer a la reunión el cuñado de VOX o abstencionista o simplemente libre a la martingala mediática? No se tratará solo de la Verdad de Jesús naciendo, también de la otra: la verdad política de España que puede aflorar resbaladiza entre langostinos, flotante en una copa de champán o apelmazada de evidencia como un polvorón desliado…

Si cada español no zombificado por la mentira del frente popular (que es también, en realidad, frentepeperopopular) toma la palabra en la cena de Nochebuena o en la comida navideña y habla de forma persuasiva, ¿qué efectos puede llegar a tener? ¿Puede lograr algo en la mente de un socialista? Quizás ya no, mucho es eso, pero el reto ahora es otro: la revelación sobre el pepero. La dialéctica cuñadil interesante puede ser esa:

-Mi cuñada es de Moreno Bonilla y ya le dije que…

Tiene que haber cierta inquietud en el PP y en el PSOE porque de manera inevitable, esta noche, millones de españoles de su parroquia, alimentados por una propaganda sin fisuras, el potito del duopolio televisivo, van a tener delante a personas con otra opinión. O sea, la Navidad va a ser como un Segundo Twitter incapable, ¡red social presencial peligrosísima y sin verificadores! No puede salir un Ferreras del pavo, no puede un pastorcillo romper a liberalio. ¿Lo sabe Thierry Breton? ¿Se presentarán, romanísimos, herodísimos,  los del caballero-caballero?

Juntarse es muy subversivo. La Nochebuena puede ser un foco de ‘contaminación’ política incontrolable, ¡que llegue la ultraderecha cantando El Chiquirritín!

Si pueden, no se callen, digan sus verdades con cariño. Quizás no haya otra oportunidad hasta el año que viene, y para entonces puede ser tarde. En cualquier caso, disfruten. Feliz Navidad, queridos amigos.

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