Una vez pasados los ruidos que genera una campaña electoral, no está de más que recordemos que en democracia se eligen representantes, y que los partidos políticos manifiestan la voluntad popular (art. 54 de la Constitución). Pues bien, cuatro han sido los partidos que han concurrido a nivel nacional en las elecciones celebradas el pasado domingo, pero sólo dos de ellos nos han propuesto un modelo de sociedad, que implica, lógicamente, un modelo económico.
Empecemos por el partido que ha quedado en cuarto lugar, SUMAR. En su modelo, el Estado será el único redistribuidor de la renta. Y así han conseguido o propuesto rentas ciudadanas (las paguitas o el Ingreso Mínimo Vital), bonos culturales, la herencia universal de 20 mil euros a todos los jóvenes y demás gratuidades.
En realidad, lo que proponen es una especie de puesta al día de lo que describía Marx en los Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844 de lo que podría ser la vida en la sociedad plena (y feliz) comunista. En ellos, y sólo en ellos, aunque resulte desconcertante, Marx profetizaba que el ciudadano comunista se desarrollaría libre y plenamente, y entra en detalles al afirmar que dicho individuo se dedicaría a cuidar del ganado o atender su trabajo por la mañana, y a la crítica literaria o filosófica durante las tardes.
SUMAR propone unos ciudadanos que cobrarían del Estado por hacer poco o muy poco, y que dedicarían su vida a la oferta de ocio cada vez más barata, y más casera, de la que nos beneficiamos hoy día. Esa sociedad no está muy alejada de la vida actual pues con altísimas cuotas de paro, hay muchos sectores de nuestra economía que no pueden crecer porque no encuentran gente para trabajar pues es muy difícil competir con lo que les paga el Estado por quedarse en casa enganchados a las series o a las redes sociales.
Aunque no lo declaran abiertamente, en este esquema alguien tiene que hacer los trabajos más duros para mantener el país. La solución es sencilla: la inmigración de «barra libre» y el multiculturalismo. Pero, además de quienes hacen los peores trabajos, en toda sociedad comunista, aunque sea de hoy, hace falta una oligarquía, que ostenta el poder (y las ventajas de su disfrute). En la sociedad de SUMAR habrá una élite que deberá adherirse a todas y cada una de las propuestas del wokismo y las diferentes agendas globales.
El planteamiento neocomunista lleva inexorablemente a la ruina, y no es una profecía sino una constatación tras los ensayos que se han realizado en Rusia, China, Cuba, Venezuela recientemente y otros países de la órbita soviética.
El tercer partido nacional, VOX, hace algunas propuestas interesantes radicalmente diferentes a las de SUMAR. Quizás la que más les diferencia es la de abogar por una cultura del esfuerzo y del trabajo. Reniega del estatismo que lo invade todo, denuncia el sadismo fiscal y la frivolidad con la que se trata la monstruosa subida de la deuda pública hasta el 115% del PIB, mucho más de lo que producimos. Una deuda pública que se ha multiplicado por tres en apenas una quincena de años. Y por supuesto, no apoyó con sus votos las paguitas y demás chollos que ha ido poniendo en marcha el Gobierno de Sánchez. No así, y de forma muy coherente, las subidas del salario mínimo.
VOX apoya a la pequeña y mediana empresa, a los autónomos y a las gentes del campo; a la España que madruga, en suma. Propone un Estado más ligero y eficiente, por lo que sobra el sistema autonómico y también la elefantiasis legislativa que sufrimos. Una España donde el talento y el esfuerzo pueda fluir sin los excesos burocráticos y fiscales que sufrimos. Recientemente, se ha avanzado en apostar por un modelo donde la ciudadanía sea consultada en los temas que más le afectan siguiendo el modelo suizo, del que no se puede dudar su eficiencia y legitimidad. VOX aboga, en suma, por limitar el excesivo poder de los intermediarios institucionales, por llamarles de alguna manera, como son los sindicatos, patronales o los partidos políticos que tienen secuestrada la voluntad popular (las élites de SUMAR).
En VOX son conscientes del gravísimo problema demográfico que atraviesa España, pero consideran que hay que fomentar las políticas de natalidad y una inmigración ordenada. En esto se diferencian notoriamente de otras propuestas, que abogan por la destrucción de la familia, el aborto y la inmigración descontrolada.
Por tanto, tenemos dos propuestas bastante claras en los partidos tercero y cuarto de España, pero cuando llegamos a los grandes partidos, PP y PSOE, la cuestión se difumina porque vivimos en tiempos de pensamiento único o por el afán de estos partidos de buscar la transversalidad en sus planteamientos con gotas liberales y socialdemócratas. No podemos hablar de síntesis entre los planteamientos de VOX y SUMAR sino más bien de una gestión de la realidad pública, sin ningún afán de reforma, ni tan siquiera de encauzar la sociedad española hacía, en el caso del PP, un modelo más moderno, eficiente y más ligero para el ciudadano.
Coloquialmente se define a PP y PSOE como gemelos. Y ambos, han hecho contundentes declaraciones sobre la incomodidad que les produce convivir con los partidos con los que parece que debería ser natural vivir coaligados, pero con los que no tienen más remedio que pactar. La paradoja es que de los dos modelos descritos, unos es viable y factible, y el otro, el de SUMAR, es simplemente ruinoso. Pero los prejuicios ideológicos y el posicionamiento político pesan mucho más que una buena gestión de la realidad.