«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

La tenaz indefinición de Mariano Rajoy

22 de noviembre de 2013
  • El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha concedido una entrevista a Radio Nacional de España con ocasión del segundo aniversario de la victoria del PP en las elecciones legislativas. Llama la atención que uno de los titulares preferidos en la Red, inmediatamente después de su emisión, haya sido el deseo del presidente de no hacer ningún cambio de su Gobierno durante todo lo que queda de Legislatura, porque nos ofrece la orfandad de informaciones concretas, precisas y mensurables, de propósitos concretos o de compromisos para los próximos dos años. Como era de esperar en un político como él, ha sabido eludir las cuestiones más conflictivas, ha salido del paso con propósitos vagos sobre asuntos que tienen a la población en ascuas como la política fiscal, las pensiones o las medidas para que un día próximo fluya el crédito a pymes, autónomos y familias, y respecto al índice de paro se ha conformado con repetir una vez más lo mucho que le preocupa.

    En realidad era bastante previsible que estas declaraciones fueran como han sido: el mero aniversario de su victoria electoral carece de entidad para aconsejarle cambiar su estrategia conocida, que se puede resumir en estos conocidos puntos: el Gobierno ha hecho frente a la crisis de la mejor manera posible; estamos en el buen camino para salir del bache; las sentencias hay que cumplirlas aunque no nos gusten; el Gobierno defenderá la unidad de España; lo que el Gobierno espera es que la banda ETA se disuelva; Wert ha cumplido el programa electoral y el presidente lo respalda. Y así sucesivamente. Si hilásemos muy fino, descubriríamos los anuncios de que la reforma fiscal irá acompañada de una reforma del sistema autonómico, en el sentido de establecer más definidamente los tributos del Estado y los de las Comunidades autónomas (pedir algo más concreto sería demasiado), y que el IVA no subirá en lo que queda de legislatura.

    Nos queda, pues, esperar como hasta ahora y ver qué sorpresas nos depara el futuro. En el fondo, a fuer de realistas, daría aproximadamente lo mismo que el señor Rajoy hubiera manifestado compromisos concretos, proyectos expresados en números o fechas para la aprobación de proyectos legislativos. No se ve, en efecto, que haya ocurrido algo definitivo que impulse al presidente a cambiar de proceder después de la experiencia de lo que ocurrió con su programa electoral y lo que hizo después desde La Moncloa. Todavía resuenan aquellas palabras suyas en el debate electoral con Rubalcaba por televisión: “Yo no soy como usted; yo cumplo lo que prometo en el programa”. Todo, siempre, en primera persona del singular, seguramente para transmitir la imagen de hombre resuelto. Pero ese lenguaje también tiene su precio.

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