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El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha concedido una entrevista a Radio Nacional de EspaƱa con ocasión del segundo aniversario de la victoria del PP en las elecciones legislativas. Llama la atención que uno de los titulares preferidos en la Red, inmediatamente despuĆ©s de su emisión, haya sido el deseo del presidente de no hacer ningĆŗn cambio de su Gobierno durante todo lo que queda de Legislatura, porque nos ofrece la orfandad de informaciones concretas, precisas y mensurables, de propósitos concretos o de compromisos para los próximos dos aƱos. Como era de esperar en un polĆtico como Ć©l, ha sabido eludir las cuestiones mĆ”s conflictivas, ha salido del paso con propósitos vagos sobre asuntos que tienen a la población en ascuas como la polĆtica fiscal, las pensiones o las medidas para que un dĆa próximo fluya el crĆ©dito a pymes, autónomos y familias, y respecto al Ćndice de paro se ha conformado con repetir una vez mĆ”s lo mucho que le preocupa.
En realidad era bastante previsible que estas declaraciones fueran como han sido: el mero aniversario de su victoria electoral carece de entidad para aconsejarle cambiar su estrategia conocida, que se puede resumir en estos conocidos puntos: el Gobierno ha hecho frente a la crisis de la mejor manera posible; estamos en el buen camino para salir del bache; las sentencias hay que cumplirlas aunque no nos gusten; el Gobierno defenderĆ” la unidad de EspaƱa; lo que el Gobierno espera es que la banda ETA se disuelva; Wert ha cumplido el programa electoral y el presidente lo respalda. Y asĆ sucesivamente. Si hilĆ”semos muy fino, descubrirĆamos los anuncios de que la reforma fiscal irĆ” acompaƱada de una reforma del sistema autonómico, en el sentido de establecer mĆ”s definidamente los tributos del Estado y los de las Comunidades autónomas (pedir algo mĆ”s concreto serĆa demasiado), y que el IVA no subirĆ” en lo que queda de legislatura.
Nos queda, pues, esperar como hasta ahora y ver quĆ© sorpresas nos depara el futuro. En el fondo, a fuer de realistas, darĆa aproximadamente lo mismo que el seƱor Rajoy hubiera manifestado compromisos concretos, proyectos expresados en nĆŗmeros o fechas para la aprobación de proyectos legislativos. No se ve, en efecto, que haya ocurrido algo definitivo que impulse al presidente a cambiar de proceder despuĆ©s de la experiencia de lo que ocurrió con su programa electoral y lo que hizo despuĆ©s desde La Moncloa. TodavĆa resuenan aquellas palabras suyas en el debate electoral con Rubalcaba por televisión: āYo no soy como usted; yo cumplo lo que prometo en el programaā. Todo, siempre, en primera persona del singular, seguramente para transmitir la imagen de hombre resuelto. Pero ese lenguaje tambiĆ©n tiene su precio.
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