«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Se terminó la fiesta soberanista

25 de octubre de 2013

Como muchos pensábamos la fiesta del independentismo se ha terminado y quienes les dejaron el precioso y prestigioso local se ven obligados a recoger los confetis, las banderolas y pagar a los proveedores. Entre ellos a los payasos, que han ofrecido un magnífico espectáculo, aunque la fiesta era de mayores y casi sobraban. El problema de toda fiesta larga, donde la gente se embriaga, es que cuando termina siempre hay quien se enfada y se le tiene que invitar a abandonar el local, lo que origina el follón. Pero en este caso, si así fuera, para ello está el Estado de derecho.

Por lo tanto, lo que hay que hacer ahora es ponerse a trabajar para que el local recupere su esplendor. El cartel de reservado el derecho de admisión, que preside todo local nos permitirá, en esta nueva etapa, saber a quién no invitar frenándolo en la puerta. Además, como la fiesta es de mayores, la próxima vez no dejaremos que inviten a payasos sino a gentes de prestigio que aporten valor y nos ayuden a darle al local la categoría que estaba a punto de perder.

En Cataluña ya se está poniendo orden. Ha tardado, pero ha llegado. Empresarios de reconocido prestigio –me consta que más de un banquero de los más importantes– ya se han manifestado, bien en público o en privado, ante el señor Mas. Le han dicho, con toda claridad, que Cataluña no puede ser independiente. Si lo es, nos marchamos. El presidente de la patronal más importante de Cataluña ya habla de “unidad” y de “puentes”; no asiste a los actos y comisiones donde se trabaja en la agenda y en el proceso de independencia. El presidente de la Cámara de Comercio de EE UU ha asegurado que desde su país se ve con preocupación este proceso, que las consecuencias serán la deslocalización de las empresas americanas; junto con él nuevos y grandes inversores extranjeros advierten sobre lo mismo. El FMI y la Unión Europea ya lo han dicho: una Cataluña independiente no cabe en Europa. Por lo tanto, la mayoría de los agentes económicos y sociales ya han tomado la decisión: la fiesta se ha terminado.
Las razones de los daños que ha sufrido el local las conocemos y sería imperdonable que no tomáramos medidas. Sabemos que tardaremos años, decenas de años, en superar todo el mal que la inmersión independentista ha provocado en los jóvenes catalanes. Es por ello que ahora toca con perseverancia, humildad y grandes dotes de pedagogía, explicarles que tan importantes son para España como España para ellos. Expliquémosles que, desde la rica diversidad de lenguas, tradiciones y costumbres, son parte de un proyecto común que se llama España. Un proyecto que no puede quebrarse por el capricho de unos y los perversos intereses de otros.

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