En una entrevista que ayer publicaba El País, el socialista Ramón Jáuregui nos cuenta el pánico de su partido a quedar como poco más que marginal en Cataluña, lo que equivale en la práctica a olvidarse de gobernar España en un período de tiempo más bien largo. Esta es la traducción al castellano de su circunloquio sobre la necesidad de reformar la Constitución para que se introduzca en ella la “singularidad” de Cataluña, que incluiría una “singularidad” en su financiación, pero, eso sí, sin que esa “singularidad” fuera un “privilegio”. O sea: que Ramón Jáuregui no sabe lo que quiere, pero se fía de un relato que pueda engañar a la gente.
La entrevista está hecha con ocasión de que Jáuregui será el encargado de elaborar el documento marco de la Conferencia Política del PSOE, bonito eufemismo para evitar tener que convocar un congreso en regla si de lo que se trata es de definir grandes líneas de pensamiento y acción política. Los socialistas, como está a la vista, viven horas bajas: han perdido sus referencias, no saben quiénes son ni a dónde van. En este momento apenas tocan poder: en el plano nacional están en la oposición; en el autonómico tienen Asturias por carambola y Andalucía por gracia de los comunistas; en el local, la alcaldía de Zaragoza es lo más vistoso que pueden presentar, más Toledo y Vigo si queremos ser generosos. Hay motivos de sobra para un congreso extraordinario que produzca esa indispensable sacudida que necesita ese partido, pero en vez de eso se hará una Conferencia Política que será muy poquito más que un mitin largo y unos ratos en la televisión.
Dice Jáuregui que la Conferencia Política “va a hacer una mirada autocrítica”. Y cuando la sagaz reportera le pregunta si cree que se va a reformar la Constitución, responde que no, pero por culpa de Rajoy, que no quiere, y hace falta su consenso. La sagaz reportera le pregunta si entonces lo de reformar la Constitución es un brindis al sol, a lo que responde: “No. Ha sido una decisión valiente”. Eso es autocrítica, sí, señor. Ya estoy viendo a los cuadros de la dirección del PSOE temblando ante el documento marco que puede salir de este implacable autocrítico. Bien es verdad que admite que reformar el Estatuto de Cataluña sin contar con el PP “no fue una buena idea”. Pero añade que el PP “construyó sobre ese elemento un discurso anticatalán que ha hecho muchísimo daño a España”. O sea: una vez traducido, Ramón Jáuregui se nos muestra como autocrítico…, del PP.
Dicen los sabios que un PSOE razonable es necesario para que funcione el sistema. Yo matizo un poco: un partido de centro izquierda razonable es necesario. No tiene por qué ser el PSOE.