Cuando Mercedes Alaya empezĂł a tirar del hilo que le llevĂł al ovillo del escĂĄndalo de los ERE, el fraude de los cursos de formaciĂłn y las facturas falsas de UGT, fue consciente de que tenĂa entre manos el mayor caso de corrupciĂłn y desvĂo de dinero pĂșblico de nuestra democracia. Bueno, el mayor hasta que las investigaciones de la UDEF sobre el caso Pujol han amenazado con arrebatarle el primer puesto en el rĂĄnking.
La propia Junta de AndalucĂa ha admitido ya un agujero cercano a los cien millones de euros tras haber revisado sĂłlo la mitad de los expedientes. En el capĂtulo correspondiente a los ERE fraudulentos, hay 8.737 casos, de los que se han analizado 4.565, determinĂĄndose 781 expedientes de reintegro, por los que se reclama en firme la devoluciĂłn de mĂĄs de 93 millones de euros en subvenciones. Se trata de dinero que la Junta de AndalucĂa entregĂł de manera irregular a empresas, ayuntamientos y a los sindicatos, especialmente a UGT. Por el momento, la Junta sĂłlo ha recuperado 1,2 millones de euros, pero la jueza Alaya considera que el fraude puede elevarse a mĂĄs de 850 millones. Se trata de una cantidad realmente espectacular que Ășnicamente podrĂa quedar eclipsada si se confirma que, en el asunto de los Pujol, la cosa puede ascender a los 1.800 millones de euros escondidos en paraĂsos fiscales. Cifras de autĂ©ntico vĂ©rtigo.
Pero lo divertido del caso -si es que podemos hablar de cosas graciosas en cuestiones de corruptelas en las que otros se reparten nuestro dinero- es que algunos de los que se lo llevaron calentito le echan la culpa a otro, a quien colabora con la justicia o a quienes les dieron la pasta. Igual que Pujol quiere denunciar al banco andorrano por revelar sus secretillos, UGT de AndalucĂa amenaza a la Junta con querellas por no haber revisado adecuadamente esas subvenciones que le otorgĂł de manera irregular.
Y para colmo, los dirigentes del sindicato, con unas maneras mĂĄs propias de la rabieta de un niño, protestan porque ellos no fueron los Ășnicos que se beneficiaron de la corruptela y tratan de poner en marcha el ventilador, de tal manera que el detritus quede repartido entre varias organizaciones, en un afĂĄn de disimular sus culpas. Vamos, como Jaimito que, cuando le castigan por tirar piedras a un nido, se escuda diciendo: âÂżY quĂ© pasa con Pedrito, que ha tirado mĂĄs piedras que yo?â.
Entre el caso Pujol, que ha venido a demostrar que no era Madrid quien robaba a los catalanes, y el escĂĄndalo de los ERE, donde se estĂĄ destapando una gigantesca trama de corrupciĂłn que puede salpicar a las mĂĄs altas instancias de la Junta de AndalucĂa, sumamos miles de millones de euros de dinero pĂșblico desviado, malversado y repartido entre unos cuantos, mientras los demĂĄs seguimos pagando religiosamente nuestros impuestos.
Y Ășnicamente estamos hablando de dos casos. Si añadimos los mĂĄs de seiscientos que podemos reunir entre los detectados en diversos partidos e instituciones, llegamos a la conclusiĂłn de que este mal endĂ©mico que padece España requiere de una soluciĂłn urgente y ejemplarizante.