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Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Una estrella inalcanzable

20 de marzo de 2024

Los militares han de ser neutrales políticamente y no pueden sindicarse, pero sí pueden cantar. Hay cosas que se pueden hacer y otras que no. El Rey, por ejemplo, no puede hablar pero sí puede esquiar.

El gran logro de la llamada democracia española es que un teniente coronel salga a la palestra y lo que produzca sea una canción. Y qué canción. Nada de Soldadido Español. El teniente coronel que en un reciente acto de «premiación» se puso a cantar lo hizo por Broadway, una canción con el inconfundible estilo ampuloso y alegre del teatro musical.

Cantó The Impossible Dream, una pieza de Man of La Mancha, así que por lo menos fue un cantar quijotesco, expresión de altos ideales.

¿Molestará a alguien que haya uno, al menos un militar quijote?

No es una canción de ir al frente. No es El novio de la muerte, ni la que Jünger cantaba en las trincheras sobre una macabra figura negra y a caballo… Es una canción de aliento, de superación, de infatigable búsqueda de lo más alto, una invitación al esfuerzo, a «seguir una estrella». Parece un himno al ascenso, a la condecoración, a la medalla, ¡un conmovedor himno al logro personal en el escalafón!

Poco ardor belicoso. Más bien coaching melódico. Dice mucho de todo, además, que un soldado español cante el quijotismo cocinado en una obra anglosajona. En ella, el protagonista es Cervantes, encarcelado por… sí, por la Inquisición Española (nobody expects…). Un musical a la altura del estro de Pérez Reverte (Man of Mediterranean sea), negrolegendario aunque sin mala leche, simplemente por costumbre. Los malos de la Spanish Inquisition son malos perfectos. De hecho, eran los malos hasta que los malos empezaron a ser los soldados, el ejército español.

Pero eso era antes, ahora nuestros militares si se arrancan por algo es por canciones de Broadway. Belicosidad funcionarial kitsch. Hemos solucionado el problema en los cuarteles. Del ruido de sables al chorus line (One singular sensation…) Lo decía Leonard Bernstein: «Para triunfar en Broadway hay que ser gay o judío. Yo soy las dos cosas». La OTAN podría mandarnos un inspector de masculinidades, que aprobamos.

El man de La Mancha (el man-chego) fue interpretado por Peter O’Toole, Kelsey Grammer (Frasier) y José Sacristán. Este teniente coronel ha demostrado tener mucha sensibilidad reflejando el enfebrecido idealismo de la pieza. To dream the impossible dream… Es la típica canción que en los karaokes queda un poco risible porque el cantante se apasiona mucho y se cree Dyango. Luego está lo del idioma. Salvo que hables como Espinosa de los Monteros, no se puede cantar en público la frase to bear with unbearable sorrow

Si el teniente coronel hubiera proferido ardorosos gritos o simples palabras por la unidad de España, quizás ahora se arriesgaría a un expediente; pero afortunadamente solo animó a los presentes a «luchar por el derecho» (fight for the right) o a «alcanzar una estrella inalcanzable», en rigurosa línea con los valores que han de caracterizar a nuestras tropas.

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