«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.
Ilicitana. Columnista en La gaceta de la Iberosfera y El País de Uruguay. Reseñas y entrevistas en Libro sobre libro. Artículos en La Iberia. Autora del libro 'Whiskas, Satisfyer y Lexatin' de Ediciones Monóculo.

Una foto en blanco y negro

26 de marzo de 2024

Macron, Júpiter I de Francia y de Navarra, nos ha sorprendido con una foto en blanco y negro. Es la Ester Expósito del canto del loco estrasburgués —nuestros patócratas europeos— y también la de nuestros agitadores otaneros de Twitter. No es para menos. Porque ahí sale el tío, en un plano corto, rabioso y sudoroso, arreando a un saco de boxeo como si estuviera destruyendo la línea Surovikin con el puño derecho. En algunos chiringuitos y redacciones todavía no se han repuesto y gritan ¡Serviam!

Macron, Koji Kabuto de la defensa europea, ha tenido la generosidad de regalarnos una foto que tiene algo de Cartier Bresson y de Bruce Weber. Una imagen que lo mismo valdría para decorar la pared de ladrillo visto de una neopeluquería para machotes, al lado de un stick de lacrosse y encima de una Harley desvencijada, que los probadores de una tienda de camisetas y sudaderas —Stolenberg & Tusk— de las que se encuentran cerca del 100 Montaditos en todo centro comercial que se precie.

Sin embargo, el potro del Elíseo, o más bien su servicio de prensa, ha comunicado que la foto no tiene la intención de enviar ningún mensaje belicoso; que eso de presentarle como líder de guerra, rien de rien, que dalle… Según nos cuentan, la instantánea rinde homenaje al espíritu del barón de Coubertin. El Presidente de la República sólo quería mostrar su compromiso con los valores del deporte en este año olímpico para la ciudad de París. La intención es loable, qué duda cabe, pero una se pregunta si era realmente necesario ponerle el brazaco pumping iron con la vena culebrera. 

No es la primera vez que el Mozart de las finanzas nos vende su lado más testosterónico. En junio del año 2017 se vistió con el uniforme de la Marina Nacional sobre el portaviones Charles de Gaulle y, un mes más tarde, con el mono de piloto de combate en la base aérea de Istres. Si lo primero pudo ser positivo para la imagen del presidente, lo de disfrazarse de Maverick acabó en choteo general. Entrevistados por la nada sospechosa revista Challenges, Dominique y François Gaulme, autores de la obra Los ropajes del poder: una historia política del vestido masculino, nos contaron hace años lo que ya intuíamos. Macron sigue la misma estrategia de comunicación que Vladimir Putin —¡vaya por Dios!— y con ciertas fotos sólo pretendió reforzar una masculinidad que, al principio de su mandato, él consideraba en entredicho. A poco que uno se interese por la Administración francesa y sus criaderos de altos funcionarios, es fácil comprender a nuestro futuro jefe de guerra.

No sabemos si aún tendremos que ver a napoleoncito sin camisa a lomos de un caballo o colegueando con un tigre siberiano. Lo cierto es que el equipo de comunicación del presidente del Hexágono debería caer en la cuenta de que aquello que «funciona» para un antiguo oficial de la KGB, quizá quede ridículo en un tipo con pinta de socio de consultora de las cuatro torres. Cuestión de íter vital, nomás. Sea cual sea la intención real de la publicación fotográfica —y de las declaraciones recientes de Macron—, no resulta tranquilizador que en el futuro próximo de la Europa del photoshop, de la hipertrofia de palo, pueda influir Ken disfraces con sus «dinámicas de tropas sobre el terreno».

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