«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
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Periodista, documentalista, escritor y creativo publicitario.
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Una religión cruel

29 de febrero de 2024

La religión no es un camino que se hace al andar, es un camino previo a nosotros que vamos descubriendo según avanzamos en la vida. Algo que se amolde a nuestro carácter, nuestro criterio y nuestras apetencias es otra cosa muy diferente, es un supermercado espiritual o popurrí religioso, pero no religión.

La religión nos da unos principios, unas normas, una moral y sobre todo nos descubre a una persona, que es Dios y Hombre a la vez. Conviene tener esto claro para no vivir engañados ni engañar al personal. La religión no es un supermercado donde compro lo que me apetece y lo que no, lo dejo fuera de la cesta.

La religión es el pastel pero también la verdura y el medicamento, en ocasiones amargo. Las enseñanzas de Jesús —muy claro lo tienen los cristianos perseguidos— a veces son difíciles de seguir. La religión es el combo completo, lo otro es un resort espiritual de pulserita que más tiene que ver con la autocomplacencia que con la fe.

Esta diferencia, que deberíamos tener todos muy clara, por lo menos los católicos, no la tenemos correctamente asumida, visto lo visto. Hemos podido verlo a propósito de una celebración gay en una ermita de Madrid y la correspondiente polvareda que ha levantado en redes sociales.

Ha sido un sacerdote quien ha denunciado el hecho en redes y muchos los que se han escandalizado de la doctrina católica sobre el asunto. Tan es así que algunos se han afanado a sentenciar, en su condición de católicos, que la Iglesia es otra cosa y que ellos no condenan el acto.

Hemos podido descubrir que a la Escritura, al Magisterio y a la Tradición se le ha sumado un cuarto pilar sosteniendo la fe: la opinión de Juan Palomo.

No sólo se han condenado las formas del sacerdote, también se ha hecho una enmienda a la totalidad por lo que al fondo se refiere.

Entiendo que el camino fácil es el llano, el que se hace al andar, en el que decidimos los vericuetos por los que vamos a transitar y los que atajaremos, el camino fácil es el que entendemos, o concuerda con nuestras ideas, o por donde más gente circula, pero ese no tiene por qué ser el camino que nos lleva al cielo. Que al final es el único que vale la pena, porque no permite que nos perdamos y nos lleva a buen puerto.

El mundo quiere que nos metamos en un laberinto, pero conviene observar con atención las señales que otros que nos precedieron colocaron para que no perdiéramos el norte y llegáramos felizmente a la meta.

A nadie se le escapa que para el mundo moderno la doctrina católica es cruel, pero la verdadera crueldad sería esconder la doctrina católica para estar a buenas con el mundo.

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