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Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

A vueltas con las pensiones

4 de septiembre de 2013

Pocos recuerdan que durante el franquismo eran los Presupuestos del Estado los que complementaban las carencias en materia de pensiones para poder cubrir déficits que se produjeran. Obviamente, el advenimiento de la democracia transformó de arriba abajo nuestro país y esa transformación afectó drásticamente a todo el sistema laboral y a su corolario o culmen esencial, que es el sistema de pensiones. Las pensiones han sido permanentemente manzana de discordia entre los distintos representantes del pueblo, con participación muy significativa de los sindicatos mayoritarios CC OO y UGT. Muy poca gente se acuerda de que el primer y definitivo enfrentamiento que tuvo trascendencia pública entre Felipe González, presidente del Gobierno, y Nicolás Redondo, secretario general de UGT, se produjo a mediados de los ochenta por causa de la modificación sustancial que el Gobierno socialista introdujo en el sistema de cálculo de las pensiones. Ahora se arman grandes alharacas porque las pensiones se congelan o, más recientemente y con rabiosa actualidad, porque se quiere romper la revalorización automática de las pensiones con base en el IPC anual. Sin embargo, si hiciéramos un balance histórico, veríamos que al principio de la democracia el total de años que se tomaba para el cálculo de la base reguladora era de 1.800 días, que fue el paso de ese periodo de cinco años a otro de ocho, lo que llevó a Nicolás Redondo a romper con Felipe González; y que más tarde –aunque con correctores indexados– ese periodo de cálculo se cifra, en cuanto a las pensiones de jubilación, en un total de quince años. Si estos hitos no suponen (han supuesto) cambios sustanciales en la forma y resultado del cálculo del dinero a percibir cuando uno se jubila, que venga el santo patrón de los pensionistas y lo vea.

Por otra parte, los que para dificultar la acción de gobierno le niegan el pan y la sal –en este caso– al PP, se olvidan (socialistas ellos) de que esos otros cambios sustanciales se produjeron básicamente mientras ellos gobernaban, y es que sea por fas o sea por nefas, el sistema no es sostenible. El caso es que los salarios han ido aumentando y, pese a las correcciones antes aludidas, también las bases de cotización y el resultado de éstas (la pensión) han ido creciendo. Se han quedado chicas las pensiones más antiguas, las de los autónomos o las de las personas que enviudaron.

Otro asunto a no olvidar es que la gente, por fortuna, tarda más en morir; y la gente joven, por desgracia, tarda más en procrear, y cuando se ponen a ello procrean poco. La sociedad moderna, inducida por políticas de largo alcance y de oscuras pretensiones, se está envejeciendo porque se combate todo lo que suene a natalidad. Estamos fabricando una sociedad cada vez más infértil, más estéril, desde el punto de vista de la reposición demográfica. A corto plazo, o ponemos medios o quebramos. Continuará.

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