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Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.
Hughes, de formación no periodística, es economista y funcionario de carrera. Se incorporó a la profesión en La Gaceta y luego, durante una década, en el diario ABC donde ejerció de columnista y cronista deportivo y parlamentario y donde también llevó el blog 'Columnas sin fuste'. En 2022 publicó 'Dicho esto' (Ed. Monóculo), una compilación de sus columnas.

Vuelve el ISIS

26 de marzo de 2024

Vuelve el ISIS. Como un revival, retornan los terroristas que tanto miedo nos dieron. Daban auténtico pánico, pero les habíamos perdido un poco la pista; decayeron mucho en el ranking de malos, como cuando un personaje de terror pasa de moda. Los expertos atlantistas, que están en los medios como el chocolate en las cookies, nos aseguran que fueron los autores del atentado en Moscú y Putin confirma que eran islamistas radicales, aunque lanza el cui prodest.

Los terroristas parece que iban a salir por Ucrania, pero esto, cuentan, no significa nada. Los terroristas aprovechan los flujos migratorios. La pregunta sale sola: si hay terroristas islamistas yendo y viniendo, ¿ayudan las fronteras abiertas? No parece muy coherente. Lo cierto es que las dos ‘narrativas’ (yihadismo y emigración) han coincidido en el hegemón.

Los encargados de darnos el potito otanero no han decepcionado estos días. Para empezar, esta terrible matanza no daba a Rusia derecho a nada, y había algo más sutil: a medida que se negaba cualquier relación entre los autores y la guerra en Ucrania, se dejaba caer todo lo que, sobre Rusia, desmentía el atentado: la seguridad interna quedaba en entredicho, también la sensación de apoyo popular a Putin tras la votación, la pretendida salvaguarda del eslavo… un atentado que no tenía origen en la guerra provocaba efectos muy claros de debilitamiento en la posición de uno de los contendientes.

Se producía también una curiosa inversión por la que Putin «instrumentalizaba» la matanza para sus propios fines. Lo normal sería pensar que instrumentaliza el que atenta para producir un efecto, pero España es potencia mundial en hacer cosas conceptuales raras, incluso sofisticadas con el terror. Una especie de alta cocina: esferificaciones de culpa, espumas de impunidad…

Producimos opiniones geopolíticas muy por encima de nuestras posibilidades, pero aunque hablen del ISIS, la cosa se complica en Ucrania. Se recrudecen los bombardeos, Rusia habla ya de guerra abiertamente, y la OTAN no puede disimular más tras el periódico, la gabardina, el sombrero y las gafas de sol. Cada día todo se mueve un centímetro más hacia el desastre, y se relaja solo cuando aparece Macron, que con su cómica grandeur produce siempre el efecto contrario.

Todo esto será culpa de Putin —no estamos en condiciones de discutirlo— pero empieza a ser difícil negar que en su papel de malo planetario y enemigo político de Occidente ofrece ‘algo’ a algunos: Estados Unidos encuentra una razón para ‘prestar’ a Ucrania y fijar a Rusia (como un delantero a los centrales) y la UE encuentra un fundamento retórico y filosófico sobre el que apoyar su creciente poder sin tener, por supuesto, que hacerlo en la democracia. Putin será todo lo que quieran, pero les permite un discurso indudablemente provechoso. Su papel de malo malísimo está logrado. La prensa inglesa le acusa incluso de lanzar bulos sobre Kate Middleton para desestabilizar (¿Tu quoque, María Patiño? ¿Tú también putineja?). Tan buen malo es, tan sólida es su amenaza, y tanto se ha trabajado en describirla que ahora llegan los del ISIS y nos quedamos todos un poquito fríos. Como si de repente hubiera que temblar con Bela Lugosi.

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