«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.
Madrileña, licenciada en Derecho por la UCM. En la batalla cultural. Española por la gracia de Dios.

Yolanda y el fracaso de los aliados

15 de abril de 2023

Yolanda Díaz ha confesado a gritos lo que cualquier mujer con dos dedos de frente ya sabía: los hombres de izquierda son un auténtico peñazo. Es la enésima, no sé si la mayor, traición que perpetra la vicepresidenta segunda del Gobierno. Rectifico, es la mayor. Porque esta mujer, según se pasa el día contando, es de familia de izquierdas. Es decir, Díaz ha dicho con prístina claridad que su padre, su marido y demás familia de sexo masculino son insufribles, el quiero y no puedo del feminismo. Y estoy segura de que no le falta razón, pero, Yolanda, ten un poco de discreción, muller. No habrá tenido esta mujer cenas de Navidad, cumpleaños, velatorios y otras oportunidades espléndidas para sacar a colación este tema: «oe, agora que estamos todos xuntiños quero deciros que sois un auténtico peñazo». No, ella va a un sarao de estos que le gustan a las mujeres de izquierdas que sólo van féminas —a las de derechas nos gustan todos xuntiños y revueltos—, ya sean biológicas o autopercibidas, para que sus seres queridos se enteren por la tele de que son un plomo. Claro, así se explica que el padre de la ínclita se presente por Podemos en La Coruña, y no lo hace por Vox porque no lo admiten. Mujer cruel.

La confesión de Yolanda no deja de ser el reconocimiento público del fracaso del aliado. Para los no iniciados, el aliado es ese hombre que ha experimentado un proceso de deconstrucción interior de su masculinidad para abandonar toda su toxicidad ya sea heredada o biológica y da un paso al lado para que la mujer ocupe el lugar que le corresponde sin que él le incomode con sus micromachismos. Porque después de sucesivos y exhaustivos exámenes de conciencia es conocedor de que el hombre es una maquinita de micromachismos. El aliado es un arrepentido de la vida. Qué digo de la vida. ¡De veinte siglos de opresión! Y está dispuesto a pagar con su sumisión todo el daño que el hombre ha hecho a la mujer durante siglos. Es un hombre a remolque del feminismo. 

El aliado tras su conversión hace vídeos dirigido a otros hombres con sus descubrimientos vitales modo: «tú crees que no eres machista, pero hasta cuando respiras cometes micromachismos, porque tú respiras más fuerte que ella y le estás quitando un pedazo de aire, respira más flojo». Normalmente, en el vídeo tiene a una mujer al lado que le mira con cara de quizá esta noche tengas suerte.

Bien, pues a estos hombres que han hecho este recorrido espiritual —¡a estos hombres!— la cruel Yolanda les dice en público que son un coñazo, vamos a decir las cosas clara-mente. No se puede ser más desagradecida. No fue tan dura cuando Pablo Iglesias le nombró ministra de Trabajo o su sucesora cuando él se fue del Gobierno. Esa tutela no le fue mal. 

Pero más allá de las formas reprobables de la vicepresidenta y sin que sirva de precedente, tengo que darle la razón sin paliativos. El hombre de izquierdas es un peñazo. El mejor referente de feminista impostado insufrible es Pedro Sánchez. Con su aspecto de agente 007 de extrarradio, su voz engolada de galán sesentero y la forma condescendiente de mirar a las mujeres es el hombre de izquierdas peñazo por excelencia. Esas fotos en las que aparece ÉL en el centro rodeado de sus ministras entusiasmadas de haber sido elegidas mirándolo con cara de bobas, revelan todo su egocentrismo y su profundo machismo. Para Sánchez la mujer es una herramienta electoral más con la que jugar y las mujeres de izquierdas, por mucho que diga Yolanda, se dejan encantadas.

Yo me quedo con el señor de derechas de toda la vida porque sabes a qué atenerte. Ese caballero que cuando lo tiene claro te agarra de la cabellera y te arrastra hasta la cueva. Qué quieren que les diga, será bruto, pero no engaña. 

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