Es importante tener claro el objetivo y no perder el norte, que no es una convocatoria electoral, sino la recuperación de la legalidad y la asunción de responsabilidades por parte de los golpistas.
Este sábado la ciudadanía española comprobó que hay un Gobierno en La Moncloa. Llega tarde; llega casi obligado por el rey; llega sólo después de contar con el espaldarazo de Bruselas… pero llega. En marcha los trámites para activar el necesarísimo 155, la clave ahora es resistir en esta carrera de fondo. Por delante una semana completa a disposición de los golpistas hasta que el viernes el Senado apruebe la entrada en vigor de las medidas anunciadas por el Ejecutivo.
Una semana en la que el separatismo radical llamará -está llamando ya, de hecho- a la movilización callejera. Una semana en la que el golpista Puigdemont tiene a su disposición un Parlamento en rebeldía que puede convocar unas elecciones.
Y, hablando de elecciones… ¿puede convocarlas el Gobierno de Mariano Rajoy? Compartimos con ustedes el análisis del abogado del Estado Mario Conde, número 1 de su promoción: “¿Puede el Gobierno sustraer del President de la Generalitat la competencia de disolver el Parlament y convocar elecciones? Creo que rotundamente no. Puede “dar instrucciones” de que convoque. Pero no arrebatar la competencia. ¿Cómo encaja convocar elecciones con restablecer la legalidad?”. Como ven, mucho más difícil de lo que, a golpe de titular, podría parecer. Por eso, porque se avecinan dificultades, es importante tener claro el objetivo y no perder el norte. Y ahí seguirá siendo clave el papel de la ciudadanía española. El papel de quien ha hecho ver al Gobierno de Rajoy que España no se negocia. Ni unas elecciones-amnistía ni una reforma constitucional que derive en más privilegios y más competencias para una parte de España. Las banderas españolas, las multitudinarias manifestaciones, el cariño hacia Policía y Guardia Civil… la calle ha hablado y no grita ‘elecciones en Cataluña’; grita ‘Puigdemont a prisión’ y ‘qué viva España’. Que no se nos olvide.
¿Quién jugará con mi tren?
Cambio radical. De la política -de esta política tan vacía y titiritera- a lo que de verdad importa. En España mueren cada año 3.000 niños y 2.000 lo hacen de forma previsible, fruto de enfermedades largas, muchas de ellas incurables y siempre devastadoras para el entorno familiar. Esos niños necesitan de unos cuidados específicos –cuidados paliativos pediátricos– que muy pocas veces les llegan. Por eso dedicamos nuestras páginas a abordar una realidad a la que resulta durísimo, pero muy necesario, mirar. Porque los niños también mueren y porque ellos y sus familias merecen recibir esa atención universal sanitaria que es un derecho en España.
Puede ver más ‘alboradas’ en este enlace.
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