La campaña MeToo no solo ha puesto encima de la mesa la realidad de las mujeres maltratadas, sino que también ha servido para ver la agresividad social hacia los hombres maltratados.
Meritoriamente hemos visto como muchas mujeres han dado un paso al frente y se han unido a la campaña MeToo. El movimiento social ha puesto a las mujeres maltratadas, sobre todofísicamente, en el centro del tablero; motivando las siempre oportunistas promesas políticas de cambio y lucha contra este maltratado. Pero es ese mismo movimiento el que ha marginado la posibilidad de suma y de una verdadera ayuda.
Los hombres maltratados existen, el abuso masculino existe. No es una estrategia de marketing que exista esta columna, es una necesidad de concienciación.
El 40% de las denuncias por maltrato doméstico son de hombres hacia mujeres. Eso son muchas personas, muchos seres humanos. Sin embargo, la sociedad, la opinión pública y los movimientos que la componen parecen querer erradicar esta realidad. La campaña MeToo que inicialmente fue enfocada como, efectivamente, de abuso de hombres hacia mujeres ha producido un impacto global que difícilmente puede ser replicado. Conforme crecía era de esperar que se permitiera la suma de más colectivos. Si el objetivo es hace una sociedad más igualitaria, no tendría sentido no dejarse sumar a colectivos en igual situación de desprotección.
Sin embargo, sistemáticamente se ha visto como los colectivos de hombres maltratados se les ha negado la posibilidad de sumarse. Los movimientos, por considerarlo una estrategia de origen machista destinado a minusvalorar el daño producido a las mujeres; la sociedad, por considerar por esa misma narrativa machista que un hombre no puede ser maltratado por una mujer.
A los primeros, les haría falta la reflexión de que se encuentran en la misma situación que cuando a una mujer le preguntan si es que no iba provocando a su marido o pareja, si era toda una estrategia calcula; a los segundos, les hace falta la reflexión de que el maltrato no es de hombre a mujer, sino de ser humano con poder a ser humano desprovisto totalmente de él.
Cuando no se cuenta con un movimiento social, cuando tampoco se cuenta con el reconocimiento público; solo puede quedar la lucha jurídica. Nuestro sistema, perversamente retorcido para invisibilizar el maltrato masculino, aún no ha podido abstraerse de la condición del hombre maltratado como ser humano. La defensa es posible, la lucha por mejorar al amparo de la ley una situación es posible. Pero solo un asesoramiento jurídico experto será capaz de conseguirlo.
En Patón y Asociados luchamos por conseguir esa igualdad efectividad y dar a nuestros clientes la protección que se merecen y todo el apoyo que la sociedad le niega.
Por Juan Rivera Crespo, de Patón & Asociados