«Ser es defenderse», Ramiro de Maeztu
Este artículo se publicó en La Gaceta antes de convertirse en La Gaceta de la Iberosfera, no siendo entonces propiedad de Fundación Disenso.

Camino de Santiago – Camino de Santidad

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“El Camino de Santiago es una cosa excelente pero dura. Porque duro y estrecho es el camino que conduce a la vida; largo y espacioso el que conduce a la muerte. Para los hombres de intención recta, el Camino significa el abandono de los vicios, la mortificación del cuerpo, la exaltación de las virtudes, la remisión de los pecados, la penitencia de los penitentes, el camino de los justos, el amor de los santos, la fe en la Resurrección y en la remuneración de los Bienaventurados, el alejamiento del Infierno y la esperanza del Cielo”
Papa Calixto II. Siglo XII.

 

“Emprendan de nuevo los fieles peregrinaciones a aquel sepulcro sagrado, conforme a la costumbre de nuestros mayores”
Papa León XIII. Siglo XIX.

 

“Desde los siglos XI y XII, bajo el impulso de los monjes de Cluny, los fieles de todos los rincones de Europa acuden cada vez con mayor frecuencia hacía el sepulcro de Santiago, alargando hasta el considerado «Fines terrae» de entonces aquel célebre «Camino de Santiago», por el que los españoles ya habían peregrinado. Y hallando asistencia y cobijo en figuras ejemplares de caridad, como Santo Domingo de la Calzada y San Juan Ortega, o en lugares como el santuario de la Virgen del Camino. 
Aquí llegaban de Francia, Italia, Centroeuropa, los Países Nórdicos y las Naciones Eslavas, cristianos de toda condición social, desde los reyes a los más humildes habitantes de las aldeas; cristianos de todos los niveles espirituales, desde santos, como Francisco de Asís y Brígida de Suecia (por no citar tantos otros españoles), a los pecadores públicos en busca de penitencia. 
Europa entera se ha encontrado a sí misma alrededor de la «memoria» de Santiago, en los mismos siglos en los que ella se edificaba como continente homogéneo y unido espiritualmente (…)
Por esto, yo, Juan Pablo, hijo de la nación polaca que se ha considerado siempre europea, por sus orígenes, tradiciones, cultura y relaciones vitales; eslava entre los latinos y latina entre los eslavos; Yo, Sucesor de Pedro en la Sede de Roma, una Sede que Cristo quiso colocar en Europa y que ama por su esfuerzo en la difusión del cristianismo en todo el mundo. Yo, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal, desde Santiago, te lanzo, vieja Europa, un grito lleno de amor: ‘Vuelve a encontrarte. Sé tú misma’ Descubre tus orígenes. Aviva tus raíces. Revive aquellos valores auténticos que hicieron gloriosa tu historia y benéfica tu presencia en los demás continentes. Reconstruye tu unidad espiritual”

 Papa Juan Pablo II. Siglo XX.

 

 

 

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